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Analisis Paper Mario: The Origami King ,SWITCH

Un paso en la dirección correcta
Martes 28 de Julio de 2020 por Adrián Suárez Mouriño

Paper Mario: The Origami King es uno de los mejores Paper Mario que se han producido; mucho más interesante y resultón que Color Splash y Sticker Star, pero sin llegar al nivel de La Puerta Milenaria. El problema no es que aquí no haya rol, los combates no sean puramente de JRPG o no haya una subida de niveles al uso; sino que la parte aventurera lineal, variada, humorística y emocionante cada vez es mejor y exige ir de una vez ya por libre. A The Origami King le sobra su backtracking y muchas veces también sus peleas. No son malas, son originales, pegan con el espíritu del videojuego y hay varias formas de ahorrárnoslas, pero es que lo mejor que tiene el título es encontrar Toads, llegar a situaciones nuevas, charlar y pasárselo bien.

 

The Origami King sigue con la herencia de Super Mario RPG a cuestas, y le sienta como una remora, como un peso del que no acaba de librarse. Pero, visto por el lado, con este capítulola franquicia por fin ha encontrado la forma de que el rol moleste en lugar de echarse de menos, y eso es mucho decir. Muchísimo. Porque lo peor de Paper Mario: The Origami King es cuando quiere recordarnos que el proyecto nació de aquel JRPG de Super NES. Lo mejor es cuando se deja de estas chorradas y se descubre como un título que se construye  sorpresa tras sorpresa. Todavía falta camino para que The Origami King sea tan buena aventura como La Puerta Milenaria lo es de rol ligero, pero vamos en una buenísima dirección.

 

The Origami King es divertido, variado y muy entretenido. Es uno de los mejores Paper Mario en mucho tiempo

 

Paper Mario: The Origami King arranca como ya es habitual: aparece un nuevo malo en el reino que le hace una perrería a la princesa, altera el mundo ludoficcional del fontanero y a él le toca arreglar el desaguisado. También, como es ya común tanto en Paper Mario como en Mario & Luigi, la colaboración con otros miembros de su universo, incluido Bowser y sus secuaces, resulta crucial para devolver el lugar a la normalidad. En esta ocasión, Mario tiene que enfrentarse al rey Olly. Con su poder, quiere convertirlo todo en origami y empieza por Peach. Lanza unas serpentinas de colores por diestro y siniestro que tenemos que desenrollar. Y así comienza nuestra viaje: yendo de un sitio a otro, zona a zona hasta que lo logremos y podamos enfrentarnos a él.

 

Pero todo esto no es más que una excusa, una historieta que no lleva a ninguna parte. Rápidamente dejará de importarte el rey Olly, sus maquinaciones o los motivos que pueda tener para ser el malo de turno. Paper Mario: The Origami King es una sucesión secuencial de situaciones inverosímiles y diferentes, tanto por su presentación como por lo que tenemos que hacer en ellas. En ocasiones se permiten experimentos narrativos, jugables o todo a la vez. A veces todo está encaminado a un gran chiste o a la resolución de un misterio, pero lo fabuloso es el ritmo y la velocidad con la que te llevan de un sitio a otro sin que parezca que las ideas se agoten. Eso es lo fabuloso del título, su gran valor.

 

Esta estimulante energía se ve estropeada cuando nos obliga a regresar por zonas que ya hemos visto, cuando la exploración se atasca o cuando uno de los combates del juego se alarga demasiado. Por fortuna, cuando todo eso pasa, la siguiente sorpresa es lo suficientemente refrescante para tomar aire y seguir avanzando. En estas zonas a las que llegamos hay algo que destaca y que hace que apetezca recorrerlas de palmo a palmo: los Toads.

 

Los amigos de Mario con cabeza de champiñón están escondidos en cualquier sitio que se te ocurra. Son de papel, por lo que pueden doblarse, meterse dentro de un libro, de una rendija o incluso acumularse para guardarse en el interior de un cajón. Muchas veces resulta hilarante o, por lo menos, adorable rescatarlos y encontrarlos. A medida que descubramos más y más, estos regresan a sus casas y nos ayudarán también en las batallas.

 

Amarás a los Toads de The Origami King por encima de todas las cosas

 

Los combates de Paper Mario: The Origami King tienen una buena base. Es como si el juego supiera que no es un título de rol, pero que como está obligado por  tradición a tener combates por turnos, pues algo hay que hacer con ellos, ¿y qué decide? Convertirlos en puzles. Con Mario en el centro manipulando círculos concéntricos con casillas como si fuera una diana de dardos, tiene que alinear a los enemigos que se colocan sobre ellas. Una vez lo logra, puede atacarlos con más fuerza y matarlos. Si no lo consigue, ellos le harán mucho daño a él.

 

La idea funciona en teoría, pero es innegable que sufre un tremendo desgaste a medida que avanza el juego. Tenemos varias opciones de acortar y facilitar estas secuencias, pero pocas veces de hacerlas más interesantes, lo que dice poco de la confianza del equipo de desarrollo en este sistema. Con cada combate ganado conseguiremos monedas, que nos permitirán comprar nuevas armas y objetos que nos dan habilidades pasivas mejoradas, como son las de encontrar con mayor sencillez a los Toad.

 

El problema de los combates no es que a la larga cansen, es que no están al mismo nivel de calidad que gráficos, sonido, exploración y diálogos, que es en lo que destaca el juego. Paper Mario: The Origami King es muy bonito; pero es más que eso, es tremendamente riquiño. Y gracias a lo mono que es, todo lo que te cuenta hace más gracia. Es decir, el apartado artístico ayuda tremendamente a que el juego sean tan notable como lo es.

 

Paper Mario: The Origami King ha logrado algo que yo creía imposible: que desee que Paper Mario se despoje por completo de todo lo que compete al rol y sea solo aventura, risas y descubrimiento. Prefiero que las peleas desaparezcan o se reduzcan a dar un martillazo para pasar rápidamente a lo mejor que tiene: todo lo demás. Pese a que las tensiones entre los dos géneros que habitan en esta franquicia siguen sin resolverse, The Origami King da un acertado paso hacia el camino correcto, y he disfrutado mucho dándolo con él.

8

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