1. Mundogamers
  2. Analisis
  3. PC

Analisis Ori and the Blind Forest ,PC,XONE

'El salto' en todas sus vertientes.
Martes 10 de Marzo de 2015 por Víctor Junquera

Cuando Shadow Complex llegó a Xbox Live Arcade, el género Metroidvania era algo prácticamente en vías de extinción, y con el boom de lo indie y el regreso de las mecánicas pasadas, parece que casi ha terminado ocurriendo como con los plataformas 'de culto' a los que les sirve una estética pixel-art para destacar... Hasta que todos son iguales. No es que haya tal abundancia de Metroidvanias, pero ya hasta parece que hacer uno es fácil, o que sólo por el hecho de tener tal estética o tales componentes, un juego tiene más probabilidades de éxito. Entre medias de todo esto está Ori and the Blind Forest, un conjunto de buenas ideas, una buena base y buenas referencias e inspiraciones tanto para lo jugable como para lo artístico, y como suma de muchos factores consigue ponerse al nivel de los mejores del género.

 

Luz, color y un aura de 'magia' especial como pocas veces se había visto fuera de la factoría Nintendo.


Ori and the Blind Forest no tiene mucho que contar, y no pierde mucho tiempo en ello. Es un cuento bonito con toques de Disney y de Studio Ghibli, pero un cuento breve e inconexo. Concentrando toda su historia entre el principio y el final del juego con unos toques agridulces que en realidad son bien fáciles (el A-B-C de crear un vínculo emocional fuente-receptor, que es mostrar algo cuqui, una relación de amistad-amor obvia y dar muerte a algo importante entre medias), nos encontramos recorriendo un mundo precioso sin saber muy bien por qué, pero al final no importa. Ori and the Blind Forest no pasará a la historia por su trama, pero sus escenarios se quedarán grabados en tus retinas y su banda sonora se repetirá sin querer dentro de tí, y con eso bien podría servir.

 

Pero además de una factura artística digna de ser premiada, Ori and the Blind Forest ofrece una gran experiencia que se presta a ser jugada. Los Metroidvania no destacan por ser fáciles, ni largos, pero animan al jugador a dominar el juego y a hacer que todo parezca más sencillo, a través de rejugarlos una y otra vez para encontrar más secretos y bajar el tiempo de superación, y en eso, Ori también ha aprendido de Metroid Zero Mission. Menos de tres horas, dice un logro, cuando la primera partida al 100% supera las ocho horas. Otro logro nos anima a superarlo sin morir, y otro, a superarlo sin invertir ni un sólo punto de habilidad en mejoras, y con esa serie de desafíos es con lo que mejor se consigue apreciar un buen Metroidvania.

 

Todos los escenarios dibujados a mano, un deleite visual al que acompañan las animaciones perfectas de todo lo que se mueve.

 

Donde destaca Ori and the Blind Forest por encima de muchos otros es en su pleno aprovechamiento de las habilidades que poco a poco vamos consiguiendo y en el buen diseño del mapeado que viene dado por esas habilidades. Pocos juegos han hecho un uso mejor del salto, y quizá aquí se hayan explorado absolutamente todas las posibilidades que se le pueden llegar a dar a un movimiento combinando salto, doble salto, salto en pared y planeo, añadiendo además otras habilidades como el salto potente (también desde la pared) o el impulso desde enemigos o proyectiles, dando una sensación de dinamismo inigualable, y haciendo que la pereza de recorrer un mapa muy amplio no sea uno de los muchos obstáculos que se interponen entre Ori y su próximo objetivo. De hecho, sencillamente moverse, saltar, trepar e impulsarse casi como si de una ardilla 'que podía cruzar el país sin tocar el suelo' se tratase, es de lo más gratificante.

 

Gratificante es también ver 'subir de nivel' a Ori, una característica no habitualmente implementada en el género más allá del componente RPG de los Castlevania, aquí se queda sencillamente como una excusa para no pasar por los escenarios evitando a todos los enemigos, sino dándole un valor añadido al combate y la exploración, permitiendo, ya de paso, facilitar ambos aún más al poder comprar habilidades extra que van más allá de las que conseguimos siguiendo la historia, como pasar del doble salto al triple salto, potenciando el ataque básico, pudiendo respirar bajo el agua o haciendo que aparezcan los secretos en el mapa. Es dar una clase de vueltas diferentes sobre el mismo concepto, pero funciona y hace que el valor del conjunto crezca.

 

Estar atento a todo el escenario y aprovechar el máximo de tus posibilidades no es algo que se utilice sólo para sacar el 100%. El progreso normal de Ori sabe plantear un buen reto.

 

Ori and the Blind Forest es otra pequeña joya más de un género en el que parece fácil hacer historia, pero que no lo es en absoluto. Un buen Metroidvania conlleva un mundo bien conexo entre todas sus estancias, con unas habilidades a conseguir que consigan diferenciarse lo suficiente y que hagan que ese mundo creado cobre sentido, y con unas limitaciones que vayan más allá de conseguir esas habilidades para llegar a un nuevo recoveco del mapa, que haya pruebas de fuego constantes para verificar que no has superado una zona anterior por un golpe de suerte y que en realidad aún no estás preparado para el siguiente salto.

 

Ori and the Blind Forest tiene todo esto, y lo aprovecha como pocas veces se ha visto. Quizá haya un par de pegas, ya que se echa en falta algún jefe final que conlleve alguna mecánica de combate y no tanto de huída, y cerrar un archivo de guardado tras completar el juego sin poder volver a antes de ese punto de no-retorno para completar el mapa y obtener el 100% no me parece la mejor de las decisiones, aunque fomente el empezar casi inmediatamente una segunda partida. Y de hecho, el tener que crearnos nuestros propios puntos de guardado dará más de un quebradero de cabeza, pero es un buen recurso para hacer que no exista la facilidad del auto-guardado a cada paso, pero a la vez que no suframos tanto como para tener que buscar una sala de guardado y recarga a la que volver cada dos por tres.

 

Ori and the Blind Forest tiene varias de las mejores secciones de plataformas que se han visto en mucho tiempo.

 

Entre Guacamelee, Teslagrad, Shadow Complex o Dust: An Elysian Tail, hay un nuevo nombre que añadir por debajo de un olimpo del género copado sólo por algunos Castlevania de Igarashi y los siempre presentes Metroid 2D. Ori and the Blind Forest es uno de los primeros imprescindibles de este año.

9.5
/ 10

<< Anterior Siguiente >>