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Analisis New Super Mario Bros. 2 ,3DS

New Super Mario World... o casi.
Jueves 06 de Diciembre de 2012 por Víctor Junquera

El concepto de Vida Extra, esas palabras que tanto han marcado en la historia de todo jugador, representadas por un símbolo que la gente lleva en sus camisetas, en sus llaveros, en sus tazas del café, ha desaparecido en New Super Mario Bros. 2. Rompe un bloque y mira cómo se escapa la famosa seta, que no hace falta perseguirla velozmente antes de que desaparezca del escenario. Para qué, piensas, si tengo 200 vidas y ni siquiera las he comprado en una de las casetas desperdigadas por cada mundo.

 

Más allá de esto, si el juego se pone difícil en algún momento -y ese momento es el último mundo no bloqueado, el seis- perder vidas tampoco causa ningún pánico, gracias a un bloque extra que aparece tras la quinta muerte, el mapache de oro, que transforma literalmente a Mario en súper guerrero. Puedes no cogerlo, por supuesto, pero no puedes evitar plantearte el hecho de que esté ahí, brillando, y preguntarte por qué.

 

Estos jefes de mitad de nivel son absurdamente fáciles. Acabar con ellos será coser y cantar.

 

Todo tiene que ver con el leit motiv del juego: las monedas. Las coges aunque no seas un jugador que explora concienzudamente cada nivel. Que se detiene a pegar tres saltos para coger una sola. Con la promesa de que si coges un millón se desbloqueará "algo" en el juego, una sorpresa. Pero para un Mario que centra tanto su atención en el codiciado metal, esa mecánica se antoja vacía. Si este nuevo Mario fuera más difícil, gastaras vidas necesariamente para superar los niveles, exigiera un determinado número de ellas para desbloquear niveles, o existiera una buena dicotomía entre gastar monedas o conservarlas, la cosa cambiaría significativamente.

 

el modo fiebre del oro es lo que más jugarás si entiendes a Mario como un reto de verdad."

 

Súmale ahora unos jefes de mitad y de final de mundo absurdamente fáciles. Más allá de unos triceratops "cute" enrolados en una noria, acabar con cada uno de ellos -salvo el jefe final- será coser y cantar. ¿Dónde queda entonces el afán de superación? ¿En desbloquear cada pequeña secreto del nivel, los mundos ocultos y todos esos detalles que siempre han hecho grande un Mario?

 

Pero lejos de su modo principal, el modo fiebre del oro es el gran aliciente para conseguir el ansiado premio y tu millón de monedas. Una sola vida a lo largo de tres niveles escogidos al alzar donde los multiplicadores entran en juego. No hay duda de que es lo que más jugarás si entiendes a Mario como un reto de verdad. Sin embargo, tras unas partidas puede llegar a ser algo repetitivo, ya que de nuevo, nos falta ese "algo" que nos impulse a seguir recopilando monedas.

 

El Mario de oro es el mejor momento para atiborrarse a monedas. Pero la pregunta es: ¿qué hacemos con todas ellas?

 

Quizá, en el fondo, Nintendo ha querido trasladar la idea del "inténtalo otra vez siempre que quieras, no vas a morir" que rige la presente generación y se ha percatado de que el propio concepto que ella inventó, las vidas, le molestaba. Quitarlas no era una opción, ya que es un sello de identidad que habría puesto el grito en el cielo de toda la comunidad de aficionados. Las monedas parecían la consecuencia lógica para todas esas manos inexpertas que cojan un Mario por primera vez.

 

Monedas, monedas y más monedas. La idea para un New Super Mario Bros. que más allá de vender como churros no ha aportado nada "nuevo" desde su primer lanzamiento en Nintendo DS. Sigue siendo extremadamente divertido de jugar, porque controlar a Mario es una de esas sensaciones que como jugador siempre producen un placer lúdico pocas veces comparable. Pero si le quitas el peso del extremo opuesto de la balanza, la dificultad, probablemente con el fin de que cualquier niño de cualquier edad no tenga problemas en completarlo de principio a fin, el resultado es una experiencia anodina. Dispersa. Uno sigue teniendo ganas de pasear por hasta el último rincón de sus bien construidos niveles, de desbloquear hasta el último secreto bien guardado y ese afán completista es precisamente lo que salva el tipo a New Super Mario Bros. 2. Vale que la franquicia venda más que un Super Mario Galaxy y que estas innovaciones no tengan tanta repercusión en ventas, pero eso no es justificación para crear una obra que no esté a la altura del legado. Darla, por consiguiente, una valoración tan cercana a Galaxy o a cualquier otro de los grandes títulos de la serie sería un error de novato.

7.5

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