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Analisis Monument Valley ,IOS

Comerciante de día y aventurero de noche.
Martes 29 de Mayo de 2018 por Álex Pareja

No podemos negar que la escena independiente nos deja con creaciones con muy buen gusto, que van más allá de modas o de pensar en qué triunfa y qué no, y prueba de ello son algunos juegos como este Monument Valley, un juego basado en la obra de MC Escher (con un museo en la ciudad holandesa de La Haya de obligada visita), artista reconocido por sus paradojas visuales, sus perspectivas imposibles y el aprovechamiento de efectos ópticos para causar impresión. Pero muchos, en su afán por convertirse en arte, se olvidan de que al fin y al cabo estamos ante un videojuego que debe cumplir ciertos requisitos para satisfacer.

 

Monument Valley es una obra de genialidad en cuanto a diseño. Sería mentir decir que no hay un gran trabajo detrás de él, un apartado artístico soberbio y un diseño de cada uno de los niveles que componen el juego que no deja de sorprender a medida que giramos las estructuras e interactuamos con ciertos interruptores que modifican el terreno para crear caminos donde, según una lógica espacial no podría haberlos, pero que la perspectiva nos hace creer que sí hay. Esto no es algo nuevo, desde luego, pero sigue sorprendiendo, sobre todo al pensar en el equipo de Ustwo creando esos niveles.

 

Crear todos los pasillos a recorrer en el juego ha tenido que ser una labor de diseño titánica, pero al fin y al cabo, para el jugador sólo son pasillos.

 

Lamentablemente, a la hora de jugarlo no deja de ser una experiencia lineal. Preciosa, pero lineal, y corta, que nos hace seguir por el único camino posible que encontramos tras tantear las escasas posibilidades de interacción con escenario, girando una plataforma al accionar un interruptor o moviéndola a mano si se nos permite, en varios escenarios que de primeras pueden abrumar por la cantidad de esquinas y aristas que nos hacen pensar en muchas posibilidades, pero que al girar el escenario vemos que realmente sólo hay una.

 

También, como la mayoría de juegos indies que pretenden hacer que basten unas pocas palabras y una innumerable cantidad de feelings que leer entre líneas para narrar una profunda historia, Monument Valley nos viene a contar un cuento, un hilo conductor sencillo (y totalmente irrelevante) que nos lleva por diez fases escasas que podemos terminar en cuestión de una hora, y más allá de hacer capturas dignas de fondo de pantalla las posibilidades se acaban. En ese aspecto, ya puestos a crear algo tan inspirado en la misma obra y con tanto tiempo de diferencia, decepciona que ofrezca tan, tan poco en comparación con el rey de las perspectivas imposibles interactivas, Echochrome.

 

Puede que nos hayamos acostumbrado a que este tipo de experiencias tan cortas tengan un precio ínfimo, o que incluso sean gratuitas como el Don't Look Back de Terry Cavanagh, pero tras esa hora de juego, Monument Valley deja con ganas de más, y esos tres euros saben a derroche.

6.5

/ 10


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