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Analisis Hitman ,PS4

Tócala otra vez, 47
Domingo 12 de Noviembre de 2017 por Julián Plaza

La figura del asesino profesional es inconfundible. Siempre se ha concebido como alguien meticuloso, minucioso en los detalles, con una técnica depurada y con una capacidad para analizar y aprovechar su entorno que solo nacen del duro entrenamiento. Llevar a 47 supone encarnar cada una de esas virtudes y ponerlas en práctica en multitud de entornos que, para él, siempre serán un parque de atracciones. Pero una cosa es encarnarlo y otra hacerle justicia.


Pasados los dos escenarios que sirven de tutorial, al inicio de cada nueva localización contamos con decenas de maneras de acabar con nuestro objetivo. Pero aún no somos 47. Cada estreno en París, Marrakech y las otras zonas disponibles no es más que una toma de contacto. Echas un primer vistazo a las rutinas, te quedas con ese bidón de gasolina que podrías aprovechar encontrando un destornillador, ves esa brecha en la seguridad, ese canapé que podría ser mortal con un poco de veneno, y los dejas para la segunda vuelta. Terminas la misión, obtienes las primeras recompensas y le das a reiniciar. Aquí es donde empieza el juego.


 

Hay dos factores que te incitan a regresar: obtener nuevos gadgets y localizaciones de inicio y hacerlo mejor, distinto, más gracioso. En IO Interactive no le han dado portazo al humor negro. Hay patitos de goma explosivos, discusiones telefónicas tremendamente graciosas, disfraces ridículos, pases de modelos con gurús calvos muy maquillados y cirujanos operando al potencial asesino de sus padres. Todas las piezas están dispuestas de tal manera que con paciencia y observación puedes dar con la muerte más absurda. Tras varias partidas, te mueves por el terreno como pez en el agua y es justo entonces cuando te dan otro nuevo reto.


Para este nuevo Hitman en Square Enix han querido innovar creando los objetivos escurridizos. Son blancos de un único intento, escondidos por el escenario, publicados periódicamente y disponibles solo durante 48 horas. Hasta cierto punto, la repetición en cada zona acaba pareciendo un entrenamiento para este enfrentamiento real. Puede parecer injusto, frustrante y retorcido. Ver una de esas misiones fallidas en tu historial es una cruz en rojo de las que no se borran, pero verla en verde es uno de esos diplomas que colgarías de la pared.

 


Pero no todo es tan perfecto como 47. El juego sigue basándose en los sistemas de alerta visual de Absolution, los vistos en Far Cry 3, por ejemplo. Cuanto más cerca estés del enemigo siendo sospechoso o más tiempo permanezcas en su cono visual, peor para ti. Los PNJ tienen puntos ciegos de prácticamente 180 grados, acuden solos y descuidados a cada anomalía y abandonan la fase de alerta incluso tras presenciar una muerte sin asesino. Es algo chocante, especialmente porque en otras facetas Hitman te sorprende para bien.


Tenemos la mala costumbre de creer que cuando nos pillan se acabó. En la fase de Hokkaido, si eres visto rondando por algunas zonas reservadas para el personal verás como se alerta a los guardas, quienes tras dar contigo te invitan amablemente a que les sigas hasta donde deberías estar. Inaudito. Otro detalle agradecido. Cada escenario cuenta con un lugar en el que se depositan los cadáveres. Sí, tras encontrar un cuerpo lo meterán en la bolsa de plástico y lo llevarán a un sitio apartado. El juego tiene varios de esos aciertos, incluyendo unas rutinas en cada objetivo que fácilmente se alargan diez minutos hasta terminar entrando en bucle.

 


El formato episódico casa sorprendentemente bien con el concepto de Hitman. Exprimir cada una de las ocho localizaciones del juego requiere tiempo, convertirte en un experto para no errar el tiro en los objetivos escurridizos tampoco se consigue de la noche a la mañana e incluso me atrevería a decir que saliendo todo de golpe no le hubiese sacado tanto jugo a cada área. Además, sus ocho meses en el mercado han permitido que la gente de IO Interactive haya ido implementando pequeñas mejoras en la interfaz, algunas ayudas visuales e ir recibiendo el feedback de una comunidad que, sin duda, ha sido escuchada.


La mirada objetiva de Hitman, la escéptica, os hablaría de 8 localizaciones que se completan en menos de diez horas (diez si incluyes las especiales de verano, que son otras versiones de Sapienza y Marrakech) un contenido extra decente, una historia que apenas asienta contexto y un creador de contratos  -que te permite jugar a los que los demás han publicado- que alarga la experiencia decenas de horas. Pero la opinión crítica, la que ha ido acompañando al juego desde su comedido estreno en marzo, habla de un Hitman que ha sabido llevar muy bien los tiempos en el formato episódico, de unos escenarios que son un ecosistema con multitud de variables que requieren de varias partidas para apreciarlos y de una dificultad que, a pesar de no ser una pendiente con demasiada inclinación, ha sabido mantener el tipo para que, tras varios meses curtiéndome como asesino, Colorado y Hokkaido me hayan seguido sorprendiendo. El nuevo Hitman interpreta la versión de una melodía que ya conoces, pero las buenas canciones requieren de varias reproducciones para apreciar la virtud en cada instrumento.

8.5
/ 10

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