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Analisis Wolfenstein II The New Colossus ,PS4

Vuelve Blazkowicz con menos cambios de lo que esperábamos
Jueves 02 de Noviembre de 2017 por Rafa del Río

Tras hablaros de uno de sus mayores logros, su narración en diversos planos, y uno de los puntos que más cuesta arriba se me ha hecho, su narración directa, llega el momento, al fin, de analizar uno de los títulos más potentes que nos ha dejado el maravilloso mes de octubre, Wolfenstein II: The New Colossus.

 

William J. Blazkowicz vuelve por obra y gracia de los herederos de Starbreeze Studios, ahora rebautizados como Machine Games pero con toda la sabiduría de años trabajando en cosas tan potentes como The Darkness, Chronicles of Riddick y las dos anteriores entregas de la saga de matar nazis por excelencia: Wolfenstein: The New Order y Wolfenstein: The Old Blood. 

 

 

Forjando un héroe

Wolfenstein II: The New Colossus nos pone en la piel de W. J. Blazkowicz justo después de los acontecimientos vividos en The New Order, con un Blazkowicz feliz por la tarea cumplida a pesar de los pesares. Tras una introducción muy cinematográfica que sin duda agradecerán quienes no pudieron jugar a sus anteriores entregas, y que nos pone en antecedentes de todo lo importante, llega el momento de subirnos a la ya famosa silla de ruedas que se ha hecho viral en la promoción del juego y hacer lo que mejor sabe hacer Terror Billy: matar nazis. Para esta ocasión y siguiendo el patrón impuesto por Bungie en Halo: Combat Evolved, con un arma en cada mano. 

 

La historia va desarrollándose a nuestro alrededor siguiendo el esquema ya establecido como ley por parte de Machine Games y que bebe de las fuentes de Half Life 2. Una mezcla de misiones de combate y escenarios seguros con submisiones que nos dan acceso a varios elementos coleccionables, mejoras de armas, ilustraciones y más. El papel de Anya y de los gemelos que lleva en su vientre sirve para enfocar el argumento y el rol de Blazkowicz, que para esta ocasión se enfrenta con los fantasmas de su pasado: una infancia dura con un padre maltratador y los prejuicios raciales y religiosos de su niñez a principios de siglo XX en Estados Unidos. 

 

Se juntan, como ya os comentaba, varias formas de narración que van desde lo que vemos, lo que vivimos y nuestras misiones a unos diálogos un tanto forzados, pensamientos de Blazkowicz que sobran un poco y unos magistrales flash back que sin duda son de lo mejor del juego. A su lado, diarios, cartas, grabaciones y recortes de periódicos que nos acercan a Blazko, los rebeldes, la resistencia, los enemigos y los ciudadanos americanos que sólo quieren volver a su vida cotidiana 'al margen de políticas y guerras'.

 

Destacan una vez más los personajes, tanto los miembros de la resistencia de Blazko como los enemigos. Una Frau Irene Engel que no decepciona en lo más mínimo llegando a momentos realmente grotescos que consiguen tocarnos de forma directa, junto a personajes nuevos y profundos que son el espejo en el que Blazkowicz se contempla en esta aventura de liberación. Desde la hija de Engel, la maravillosa Sigrun Engel, hasta la rabiosa líder del Frente de Liberación negro, Grace Walker, o el propio padre del protagonista, Rip Blazkowicz. Todo está perfectamente trazado con personajes variopintos, dignos en ocasiones del teatro de lo absurdo y con una alta carga de cine de Tarantino que hace pensar de forma obligatoria en Inglorious Bastards. 

 

 

Vamos a matar nazis

La grandeza de una historia con unos entresijos que tardan bastante en dar la cara se sustenta gracias a una jugabilidad probada que sigue funcionando tan bien como el primer día y que se niega a dejar de evolucionar. Nuevas mecánicas, nuevas armas y nuevas mejoras se dan la mano con un movimiento mucho más fluído, un sigilo endemoniado y una dificultad que llega a rozar la locura en algunos escenarios y misiones. Se repite el clásico selector de dificultad que nos insulta y se cachondea de nosotros si optamos por los modos más sencillos, pero alerta, caminantes, que ya en el modo medio la cosa se pone complicada. 

 

Ya sea a pie, en silla de ruedas, controlando las múltiples máquinas que encontraremos o aprovechando las armas fijas, matar nazis sigue siendo un espectáculo de gore y adrenalina a cascoporro tremendamente gratificante para el jugador. Desde las ejecuciones -ya sea en combate o aprovechando el sigilo- hasta el uso de armas de fuego, hachas arrojadizas, cañones desintegradores y armas pesadas, todo se traduce en un espectáculo de sangre y destrucción que canta a los rincones más oscuros del alma con una sintonía pegadiza y fácil de seguir. 

 

Los escenarios incluyen varias rutas con esa vocación de pasillismo encubierto, de mundo semiabierto que nos permite completar el juego en muchas horas si somos completistas, o en poco menos de hora y media según los récords de speed runners en el momento en que escribo este análisis. El resultado es un buen puñado de escenarios que se sienten tremendamente bien con una calidad gráfica de aplauso, una puesta en escena que a veces roza el absurdo por sus situaciones y un trazado pensado para sacar todo el jugo a las habilidades de Blazkowicz, ya sea en modo sigilo o destruyendo todo a su paso.

 

Los enemigos están a la altura del baile con soldados de todo tipo, máquinas bélicas, exo-armaduras, perros de presa, tanques, torretas, drones de combate y todo el catálogo a esperar en una superproducción de este calibre. A esto se une una buena IA que juega a flanquearnos, monta emboscadas y tiene una puntería excelente, si bien en ocasiones falla un poco en algunas zonas en las que basta con parapetarnos hábilmente para ir acabando con los enemigos según van apareciendo, lo que no deja de ser un respiro. 

 

 

Viejas mecánicas que siguen funcionando

Wolfenstein II: The New Colossus aprovecha las mecánicas implementadas en The New Order con un sistema de crecimiento de personaje que depende de sus acciones y que va aumentando nuestras habilidades y virtudes según vamos jugando. El sigilo incrementa nuestra velocidad agachado, las bajas con armas pesadas aumentan el tamaño del cargador de las mismas, las ejecuciones mejoran nuestra resistencia y así un largo etcétera que huye de los componentes del rol clásico pero tienen un regustillo a mejora RPG que le sienta genial al juego.

 

Junto a esto, tenemos las mejoras de armas, que nos permiten elegir nuevas capacidades para nuestro armamento, y se mantienen las fases que recomiendan el sigilo con la presencia de los comandantes y su enlace directo con la radio. Por último, se mantiene también el uso del sigilo 'sin ayudas', sin mapas ni localizadores más allá del sencillo rádar que señala la distancia de los comandantes. Se nos obliga a estar atentos del resto de enemigos en la zona ya que, una vez vistos, se desata el infierno de los refuerzos sobre Blazkowicz.

 

 

Buen juego, aunque poco diferente

Wolfenstein II: The New Colossus es un gran juego. Es largo, es profundo, es terriblemente divertido y no defrauda al seguir las directrices ya impuestas por la compañía. Lamentablemente es por eso mismo por lo que echamos en falta un poco más de novedad, de distancia respecto a anteriores entregas, con una puesta en escena que se prometía muy diferente y que ha terminado siguiendo la línea de los últimos episodios de la saga. 

 

Como digo, Wolfenstein 2 es un buen juego con momentos y flash backs brillantes que os van a sorprender con una historia de corte más maduro de lo que solemos ver en los videojuegos. Sin embargo, también tiene algunos momentos que te sacan del juego con unos pensamientos de Blazkowicz que sobran, y una forma de seguir anteriores rutinas que hacen que nos quedemos con la sensación de que se podía haber innovado mucho más

 

Le pongo un 8,5, un notable altísimo, incluso un sobresaliente bajo para los que seais de ver el vaso medio lleno, porque es lo que es: un gran juego con un gran contenido que sin duda hace honor al nombre que lleva con dignidiad de sobra. No obstante hay carencias, elementos que se podían haber trazado mejor, y que lo alejan de un nueve que para muchos logra de sobra, si bien no es mi caso. 

 

¡Nos leemos!

8.5

/ 10


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