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Analisis What Remains of Edith Finch ,PS4

Mágico realismo.
Sábado 06 de Mayo de 2017 por Diego Emegé

Nunca habíamos movido los joysticks de un mando con tanta delicadeza como con What Remains of Edith Finch. Hemos vivido momentos espectacularmente emotivos en una miríada de walking simulators, pero la forma en que nos ha cautivado la obra que protagoniza hoy este MGIndie ha sido devastadora. Quién iba a decirlo de un juego perteneciente a un género que «poco tiene que decir» sobre interactividad y mecánicas de juego, ¿no? Obviamente, nos toca plantar aquí nuestro ya clásico aviso: Se puede considerar que cada píxel de este análisis arruina la experiencia de juego más pura. Ni se os ocurra seguir leyendo si creéis que los videojuegos pueden contar historias de una forma que ningún otro arte puede. Si aun así queréis saber más, moved los ojos un poco más abajo.

 

What Remains of Edith Finch es un videojuego y una historia. Lo atribuimos al género de los walking simulators porque, al fin y al cabo, andar es el acto que copa la interacción con el juego. Pero también es otras cosas que no queremos contar. Los juegos del género han estudiado la narrativa de muchísimas formas, desde el monólogo interno al diálogo con personajes más o menos corpóreos; desde la libertad de elección de diálogos al descubrimiento a través de documentos y fotos; desde la observación a la manipulación directa del entorno. La pieza de Giant Sparrow propone un grado de protagonismo impactante, peculiar y muy gratificante. Nos ponemos en las zapatillas de una joven que regresa al hogar familiar, pero conocemos la historia de la familia atendiendo a los relatos de diferentes voces; las de la familia Finch. La casa, una mansión destartalada que recuerda al torreón en el que se aloja el mago Merlín en la película de Disney o a la casita de los Weasley, es un monumento a una saga familiar, y especialmente a sus desgracias.

 

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A lo largo del juego vamos descubriendo y reviviendo la esencia de más de tres generaciones de la familia, desde el principio del siglo XX. Los Finch son una familia de individuos de existencia fugaz. No sabemos qué es lo que se los lleva tan pronto; quizá sea una maldición, quizá que son desafortunados o quizá que aman la aventura, son curiosos o, simplemente, demasiado frágiles y especiales como para aguantar en este mundo. De esta forma, Edith, que es como se llama la chica que controlamos, explora la casa desentrañando la verdad sobre sus hermanos, padres, abuelos y tatarabuelos. Y la muerte siempre está ahí, pero su presencia es fascinante porque, de cierta forma, como jugadores nosotros somos actores protagonistas de cada una de esas sentencias. Pero a pesar de tanta desgracia Edith Finch no adopta un único tono. Es decir, que no se queda en la commedia, el drama o el terror, y por eso es bellísimo como la vida misma.

 

Todas las historias adquieren la consistencia de la leyenda urbana, la épica y la fábula al mismo tiempo, y el juego adapta perfectamente sus formas a esas identidades en cada momento. El contexto de esa primera persona cambia constantemente, casi como si Giant Sparrow quisiera realizar una tesis sobre la perspectiva y su influencia en la narración. Esa flexibilidad es vital para lo que es la obra: es la cámara como identidad y el motor gráfico como empatía. Técnicamente es ya antológica. En las redes ya hemos oído voces mencionando la obra de García Márquez en el sentido de que este What Remains of Edith Finch replantea la forma de expresar el realismo mágico, y no podemos estar más de acuerdo. Al género le sienta como un guante.

 

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A pesar de los toques de ironía y humor negro de la historia, el arco narrativo emociona. No hay un humor subyacente esperando a suavizar todo. Lo que tiene que doler, duele de verdad. Se pulsan los interruptores que hacen falta sin ningún miramiento, porque aquí hay respeto por lo que se quiere contar y por el que lo escucha. Hay corazones de todas las clases. Algunos quizá diréis que peca de ser muy manipulador, pero para nosotros se ha ganado toda la intensidad de las emociones que nos ha sacado en las dos horas que dura. Y no podríamos sentirnos más agradecidos hacia los desarrolladores por haberse partido el alma un poquito para hacer esto. Posiblemente, con Edith hayamos vivido en dos horas más que en cien juegos de cien horas de duración. En Mundogamers somos muy del buen teatro; ese en el que cada vez que habla un personaje parece que su vida dependiera de ello. Los juegos también nos gustan así.

 

Es una obra muy segura de sí misma, en el sentido de que cada historieta que se cuenta no parece un minijuego con su propia identidad, sino una forma de contar algo más grande variando perspectiva y control. Son como extensiones de las palabras y los personajes. En el fondo, What Remains of Edith Finch no es más que un juego sobre un relato. Pero no tanto sobre lo que cuentan los personajes, sino sobre las formas que adoptan sus relatos. Lo que lo hace coger altura con respecto al resto de obras que estamos viendo este 2017 es que es como la casa de los Finch: una gran narrativa que afecta a las historias que contiene. Explora de qué forma y hasta qué punto nos afectan, y lo hace con una originalidad y una capacidad para transmitir alegría que a pesar de las lágrimas que ya brotan en nuestros ojos recordando los últimos momentos de juego, nos quedamos con la sensación de haber conocido algo muy hermoso que merece la pena compartir. Y por eso estamos aquí.

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