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Analisis The Talos Principle ,PC

El mayor puzle no está sobre la mesa, sino en la mente del que juega.
Sábado 13 de Diciembre de 2014 por Diego Emegé

Lo bueno de hacer análisis de desarrolladoras o editoras pequeñas como Devolver es que no nos asfixian con embargos abusivos ni restricciones paranoicas. He podido jugar a The Talos Principle durante mucho tiempo, y cuando digo jugar, me refiero a pasar la mitad del tiempo codo en mesa, barbilla en mano, y mente en otros planos del conocimiento, considerando las posibilidades que me daba cada puzle, explorando mentalmente los caminos a mi disposición, y, por supuesto, devolviendo mi mente a las clases de filosofía del bachillerato.

 

The Talos Principle gira en torno a dos formas de interacción distintas: puzles basados en la física y debate filosófico. La verdadera fuerza del título está en que a pesar de que cada parte podría existir perfectamente sin la ayuda de la otra, las dos llevan el mismo peso del conjunto de la experiencia lúdica. El juego, en líneas generales, le pide al jugador que reflexione; y eso es lo que le da sentido a The Talos Principle.

 

Bienvenidos al mundo de Elohim.

 

La chicha del juego está en los puzles. La mayoría comparten el mismo objetivo básico: encontrar la forma de llegar al sigil (un tetrimino coloreado), ubicado siempre al final de cada habitación, o zona, de puzles. Comenzamos desde lo simple, con sólo un par de herramientas a nuestra disposición, pero a medida que avanzamos, la experiencia se vuelve más compleja y más obtusa.

 

Entre nosotros y los sigils encontramos barreras de energía, torretas automáticas, y drones explosivos, amén de otros obstáculos medianamente conscientes que se interponen en nuestro camino. Al principio, nuestra principal herramienta es un inhibidor, que nos sirve para bloquear la señal eléctrica de cualquier dispositivo. Más adelante, también encontramos conectores para manipular láseres de diferentes colores, hexaedros para activar placas de presión y saltar sobre ellos, ventiladores para elevar objetos, y la lista sigue.

 

Las herramientas tienen más de una función, mal que le pese a nuestro pobre cerebro.

 

Muchos de los puzles están pensados de forma que utilicemos estas herramientas de una forma directa y clara, pero los mejores, los que consiguen estancarnos, nos obligan a buscar nuevos usos para estas herramientas. Un inhibidor puede hacer las veces de pesa para activar placas de presión al mismo tiempo que desactiva algún dispositivo de forma remota. Un hexaedro puede servirnos para superar los peligros de un terreno traicionero. Al mismo tiempo, con un poco de seso podemos organizar una serie de conectores de forma que se genere un circuito que active y desactive puertas automáticamente. Incluso las torretas y los drones tienen usos alternativos según cada situación. Resolverlos puzles más complicados requiere, más que lógica, la habilidad de visualizar todo lo que podemos hacer con cada objeto.

 

Algunos puzles pueden resultar deliciosamente diabólicos. Algunos requieren un preciso uso de las herramientas que tenemos. Otros nos obligan a expandir los límites mentales que nos hemos autoimpuesto al aceptar las reglas de los puzles, y a sacar la picaresca que nos permita aprovechar, por ejemplo, las herramientas de los puzles vecinos. De hecho, algunos puzles carecen de todas las herramientas que necesitamos. Al final de la partida, es muy probable que logréis conseguir todos los sigils, pero me apuesto un pie a que se os han escapado más de la mitad de las estrellas que también se pueden conseguir.

 

Lo que veis en el letrero es lo que se conoce como sigil.

 

Da rabia, porque tanto los sigils como las estrellas se pueden utilizar como llaves para abrir nuevas áreas llenas de puzles. Los sigils principales nos pueden llevar a uno de los dos finales alternativos, pero las estrellas son nuestro pasaporte para la sexta planta y, posiblemente, para un tercer final. Personalmente, me muero por ver qué hay detrás de esa tercera puerta y, no sin vergüenza lo reconozco, me va a tocar esperar a que mentes más detallistas y mucho más pacientes que la mía encuentren esas estrellas y compartan su experiencia con la comunidad.

 

Mi afán por descubrir todo lo que puede darme The Talos Principle se debe, en parte, a una narrativa que incita a la reflexión, pero es inevitable sentir que me faltan muchísimas piezas del puzle más importante que existe en el juego. Aunque quisiera hacer spoilers no podría, pero os cuento que la historia, resumiendo mucho, trata sobre nuestra existencia  como inteligencia artificial en un extraño mundo generado por ordenador. Lo que resulta único de esta historia es que se nos transmite de manera fragmentada.

Nada más despertar, una potente voz nos recibe desde los cielos. Es Elohim, quien postula mandamientos y promete la vida eterna. Poco después nos encontramos los ordenadores, que tienen catálogos de correos electrónicos antiguos, páginas web y otros archivos de texto que nos ponen sutilmente en contexto en este mundo. El Asistente bibliotecario Milton es un programa creado para recopilar y catalogar todos esos datos, pero acaba teniendo sus propias ideas. A lo largo y ancho del mundo nos encontramos con grabaciones sonoras de una mujer cuya importancia en la historia se muestra con el tiempo. Por otra parte, también existen códigos QR pintados sobre las paredes, colocados por otras entidades que pasaron por el lugar previamente. Es un sistema de información similar a los mensajes de Dark Souls. Ayer mismo me encontré, por ejemplo, un mensaje de un compañero del sector, Jorge Cano, que es un cielete, con lo que pude comprobar que el sistema funciona realmente, no es parte de los juegos de Elohim.

 

El sistema de mensajes por QR resulta misterioso y útil a partes iguales.

 

Todas esas piezas conforman el gran puzle que es The Talos Principle, pero hay muchos otros. Escuchar a Elohim y seguir sus instrucciones nos lleva por un camino, pero el Asistente Milton (que, por cierto, se conoce como Serpiente en algunos logros) cambiará este camino, y realmente todo lo que nos rodea.

 

Interactuar con él, o ella, o ello, es sin dudarlo la actividad más alejada de los puzles de The Talos Principle. Nos hace preguntas fundamentales sobre la consciencia, la moralidad, el propósito existencial, y demás, e incluso cuando las respuestas parecen obvias, nos da un bofetón filosófico con nuevas perspectivas para la conversación.

 

En The Talos Principle hay ruinas para todos los gustos: romanas, egipcias y medievales.

 

Sí, navegar dialécticamente con un ordenador en un juego puede resultar cansino, pero de la misma forma que un puzle se nos puede atragantar, obligándonos a poner la pose del pensador en una visita al señor Roca, las discusiones se me antojan como un sano juego filosófico, porque el Asistente Milton tiene respuestas para todo, y nosotros no llegamos a tener forma de devolver el bofetón hasta una etapa más avanzada del juego. Aun así, hay formas de apaciguar al programa o de ignorarlo directamente, y esto también genera nuevos caminos narrativos. Cuando lo juguéis os daréis cuenta de la impresionante cantidad y calidad de los textos que apoyan cada argumento filosófico, amigos.

 

Tanto puzles como diálogo filosófico requieren de reflexión, pero uno de las decepciones que me he encontrado experimentando con The Talos Principle es que estas dos gruesas ramas no se unen en la base. Sí, el personaje con el que jugamos es una inteligencia artificial y mucho de la conversación se centra en torno a la idea de si se nos puede considerar una persona. Sí, completar los puzles significa obedecer a Elohim. Una de las secuencias finales introduce una mecánica nueva que es mejor según la coherencia de nuestras acciones y nuestras respuestas, pero la mayor parte del tiempo, puzles y filosofía son dos entes independientes.

 

Esta es la manzana, y Milton es la serpiente.

 

Hace falta tiempo y paciencia para jugar a The Talos Principle. Personalmente me he tenido que armar de esas dos herramientas para poder disfrutarlo, pero es un juego muy zen. Lo digo desde un punto de vista personal, pero creo que muchos encontrarán en esos mundos antiguos e idílicos una forma de relajarse y de liberar la mente del trasiego de la realidad. Me da pena pensar que mucha gente pasará olímpicamente del interesante trabajo de los escritores Tom Jubert y Jonas Kyratzes para centrarse en los puzles, pero incluso a mí, que me cuesta horrores pararme a leer en los juegos, me han capturado con su planteamiento sobre el ontos y demás. Y, en el fondo, el hecho de que los dos elementos principales del juego estén separados, permite que no resulte una experiencia demasiado pesada, así que chapó.

 

The Talos Principle tiene algo importante que decir, pero lo hace creyendo en lo que cuenta, y cree en lo que quiere contarle el jugador, incluso en lo que quieren contar esos que no quieran hablar de filosofía, gracias al intrincado diseño de las mecánicas de los puzles. Probadlo. Es único en su especie.

 

Por si si queréis echar un breve vistazo a lo que puede ofrecer The Talos Principle, os he grabado un pequeño vídeo, que a muchos puede ayudarles a hacerse una mejor idea de cómo funcionan los puzles. He aquí el vídeo.

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