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Analisis Spelunky ,PS3

Peter, la ciudad se queda en buenas manos
Martes 24 de Noviembre de 2020 por David Oña

Tras terminar el mundo de hielo el tío del túnel va y se atreve a decirme que le traiga una llave de las minas. ¡De las minas! Eso es tres mundo de cuatro pantallas cada uno, a cada cual una trampa más mortal que la anterior. Ya fue duro cuando, tras terminar la selva, se atrevió a pedirme que le llevara una escopeta, probablemente uno de los items más difíciles de conseguir en todo el juego, porque aparece en las tiendas muy pocas veces. Hasta que, claro, te das cuenta de que ese tendero loco que te llama terrorista cuando plantas una bomba cerca de tu tienda tiene una, y lo único que tienes que hacer es matarlo, como si eso fuera fácil…

 

El hecho de que me pidieran una llave al final del mundo 3 no es un hecho aislado. Lo cuento porque Spelunky es un rogue-like de los duros. De esos que no te recompensan con nada por haberlo intentado. Lo único en lo que puedes aferrarte es que al final de cada mundo hay un tío que cava túneles, y si le entregas ciertos objetos (que nunca sabes cuáles van a ser), te abre la puerta al siguiente mundo sin tener que volver a recorrer el primero. Y esto es casi obligatorio dada la dificultad de un juego donde todo está hecho para causarte un sufrimiento extremo.

 

Para avanzar por los diferentes niveles y mundos solo tienes el salto y un cortísimo látigo como defensa, así como bombas y cuerdas para abrirte paso por el escenario. Luego están los objetos, que podrás conseguir en las tiendas y que te permitirán lanzar mejor, agarrarte a paredes, flotar, ver los tesoros, romper la dura piedra, Etc. Además de ello, la única forma de conseguir vidas en el juego es consiguiendo besos de damiselas en apuros, que están escondidas en el escenario y tendrás que llevar a la salida (también encontrarás si tienes suerte y dinero algunas en tiendas de besos). Y, como todo buen juego del género, lo único que ganas por jugar es tu experiencia. Todo lo demás, las vidas, el oro, los objetos, desaparecen. 

 

Detrás de ese estilo cute que le ha querido dar su autor a esta reversión, se esconde el diablo en persona.

 

Por eso, cuando al final del mundo 3 me pidieron una llave de las minas, lo que me estaban pidiendo es que atravesara con un objeto en la mano, que además no es de ataque, tres mundos enteros con sus cuatro niveles aleatorios sin despeinarme. Os aseguro que llevar un objeto de poco uso en la mano es más que una muerte probable en Spelunky. Y esto son solo tres de los cinco mundos que posee el título.

 

Yo a eso le llamo tener muy mala baba.

 

Pero también le llamo adicción enfermiza. Y es por eso que cuando el pueblo clama que Dark/Demon's Souls es difícil, no puedo hacer más que reírme, porque hay juegos que practicarían actos escatológicos con la obra de From Software, que al fin y al cabo usa checkpoints, lo que pasa es que no lo hace cada tres segundos y medio (y sabéis que adoro Dark/Demon's Souls, me conocéis).

 

Spelunky es grandioso en su sencillez y en su complejidad. En la versión de VITA donde más lo hemos disfrutado su único fallo es unas ralentizaciones cuando hay muchos efectos en pantalla (por llamar de alguna manera efectos a un juego 2D independiente), que inexplicablemente lacran la experiencia. A parte de eso, en un alarde de altiva idiosincrasia, podría decir sin despeinarme que es el mejor juego del catálogo de VITA: el título a no borrar. El juego que te plantea constantemente una pregunta sobre tu identidad como jugador. Cada vez que mueres, por culpa tuya o por mala suerte, tienes que plantearte la misma cuestión: ¿sigo? Si lo haces, olé por tus pendientes reales; si no, nadie te va a juzgar por ello. 

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