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Analisis Small Radios Big Televisions ,PS4

Tecnología digitanalógica.
Sábado 12 de Noviembre de 2016 por Diego Emegé

Vivir esta época de entretenimiento desligado de las ataduras de lo físico ha provocado que echemos de menos todo lo analógico. Hay algo muy poderoso y real en todo ese mundo físico de la tecnología que se ha quedado desfasado. Las ondas musicales grabadas en espiral sobre la superficie de los vinilos tienen un peso especial al compararla con las mismas ondas cuando las reproducimos desde la nube. Las casetes que nos grabábamos antaño han quedado como un testamento de amistad y cortejo. Los juegos también tienen una relación con lo analógico y lo digital. Antes la magia salía de máquinas adornadas con madera. Ahora, son cajas de plástico o metal las que cocinan nuestro entretenimiento.

 

En MGIndie estamos muy en contacto con toda la estética retro y analógica que se lleva multiplicando desde los últimos años, y parece que a medida que nuestras ligaduras con la tecnología se multiplican y se enredan los creadores van mirando más hacia atrás para inspirarse. Small Radios Big Televisions se une a esta ya tradición de lo anacrónico permitiendo a los jugadores explorar mundos abandonados a través de casetes olvidadas. En el juego empleamos gran parte de nuestro tiempo atravesando las estancias y pasillos decadentes de fábricas abandonadas. Cada mundo tiene el encanto de los edificios añejos. Tienen la esencia del diorama, como un mapa de pasillos vistos de lado.

 

 

A pesar de que estas fábricas tienen un cierto atractivo estético, quedan en segundo plano al compararlas con las casetes. Cada edificio esconde una variedad de cintas que pueden reproducirse con el magnetofón de turno. Lo único que las diferencia es el color de la pegatina y la palabra escrita: «ROAD», «TUNDRA», etc. A pesar de esta apariencia modesta, estas piezas del pasado nos llevan a mundos virtuales, y el proceso es mágico. Los mundos que se encuentran en las casetes aparecen ante nosotros con el crujido del fallo informático y la apariencia de un renderizado de hace 20 años. Los mundos escondidos en las cintas contrastan fuertemente con la uniformidad cromática de las oficinas y los pasillos de cemento y hormigón de las fábricas.

 

Gracias a la habilidad de saltar entre mundos que nos brinda el hallazgo de cada cinta, Small Radios Big Televisions se convierte en un juego de realidades divergentes y hechizantes. En las fábricas nos preocupamos de resolver rompecabezas que suelen relacionarse con manipular la maquinaria aletargada que nos encontramos, mientras que en el mundo de las casetes nuestro trasiego se detiene y podemos pararnos a empapar nuestros sentidos con la escena antes, eso sí, de buscar las gemas que se esconden. Estas gemas son las llaves que utilizamos para avanzar hacia nuevos niveles.

 

 

Pero buscar casetes y avanzar no es lo único que hacemos en el juego. Cada fábrica aloja una banda magnética con la que podemos combar la realidad dentro de cada casete. Este proceso transforma los hermosos paisajes naturales y resplandecientes en versiones turbadas de lo que eran. Así, los árboles y los océanos se abren en dos. Las montañas parecen desbaratarse. Las cintas corruptas son versiones discordantes de las escenas primitivas, pero siguen resultando bellas a su manera. Una de las curiosidades del título es que logra transmitir una estética plácida en todos sus elementos: fábricas abandonadas, costas virtuales, realidades desmenuzadas que esperan a que les prestemos atención.

 

Saltando entre cintas y pasillos, Small Radios Big Televisions encuentra un tempo muy relajante. No existe ninguna amenaza que fuerce nuestro avance. En su lugar, nos sentimos atraídos por el encanto del misterio de lo que nos tienen preparados esos universos virtuales. Es un método para incitarnos a seguir adelante y que también nos recompensa por tener éxito al resolver los rompecabezas. En realidad, es una experiencia poco exigente con el jugador. Solo nos pide voluntad para explorar los legados tecnológicos de esas gentes. Se deja terminar de una sentada, y los rompecabezas nunca son muy difíciles. No son quejas, sino reconocimientos. Hablamos de un desarrollo en solitario en el que todo parece intencional.

 

 

Se puede decir lo mismo sobre el lento goteo narrativo. Después de completar cada fábrica se nos muestra una breve secuencia de diálogo entre dos hombres desconocidos que parece hablar sobre el trasfondo y el porqué de esa desolación, pero no queremos entrar en detalles. De todas formas, aunque la historia no quiere ser la protagonista aquí, su intención marida perfectamente con nuestra íntima relación con el entretenimiento y la tecnología.

 

A pesar de lo breve que es y de la timidez de su historia, Small Radios Big Televisions se las apaña para presentarse como un paquete artesanal completito. El juego brilla en los momentos en los que nos desplazamos entre el hormigón de una realidad y el vapor onírico de la otra buscando llaves para desentrañar el misterio de un mundo olvidado y fallido. Como en las casetes que nos grabábamos hace años, es un título con buenos momentos que recordar, pero también nos quedamos con ganas de que nos hubieran grabado una canción más.

8.5
/ 10

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