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Analisis Skully ,PC,PS4,SWITCH,XONE

Buena música, buen aspecto, mal diseño de niveles
Miercoles 12 de Agosto de 2020 por Rafa del Río

Skully es un plataformas que recupera el estilo de Marbble Madness, Cauldron 2 o incluso el propio Sonic para recordarnos lo difícil que es manejar una bola en determinados escenarios. Con una historia más que curiosa y una narración ajustada, nos toca convertirnos en calavera resucitada para plantar cara a los no tan malvados hermanos del Señor Elemental de la Tierra. O algo así. 

 

 

Pinball sin petacos

Skully nos cuenta la historia de una calavera resucitada por la arcilla de la vida en manos de un extraño Dios. Tras una intro con una animación no demasiado acertada el juego coge carrerilla, como nuestro protagonista, con la aparición de Terry, la mencionada criatura sobrenatural. Hemos sido devueltos a la vida con un fin, enfrentarnos a los hermanos de Terry, los señores del agua, el viento y el fuego, quienes exiliaron a Terry haciéndolo desaparecer durante años. Ahora las cosas han cambiado, la criatura no reconoce su entorno, y nos tocará aprovechar el lodo primigenio para convertirnos en su herramienta de venganza, o justicia, o lo que sea que nos obligue a rodar por sus enrevesados escenarios.  

 

Todo esto sobre el papel no deja de ser una excusa para hacernos rodar por los escenarios de Skylly, 18 niveles de distinta dificultad por mundos de tierra, fuego, viento y agua en los que tendremos que rodar, recoger flores para desbloquear contenidos extra y enfrentarnos a los enemigos de turno. Nos pasaremos la mayor parte del juego rodando con Skully en escenarios llenos de plataformas, caminos sinuosos, rampas y otros elementos que nos servirán para adoptar velocidades increíbles, trepar y convertirnos en nuevas formas primigenias. Estas tranformaciones nos ayudarán a enfrentarnos a los enemigos y superar los puzzles que son, al final, lo mejor del juego. 

 

 

Perdiendo la cabeza

Skully ofrece buenas ideas y unos valores de producción sólidos para ser un juego alternativo. Muy buenas melodías, buenos efectos sonoros y unos gráficos más que aceptables se den la mano con unas animaciones correctas, un doblaje estupendo -en inglés, eso sí, pero con subtítulos- y unos escenarios muy bonitos con aspecto de juego 'caro'. Lamentablemente el juego no es precisamente barato -30 euros- y falla, irónicamente, en lo más elemental: la jugabilidad. 

 

Por decirlo claramente, Skully es tremendamente frustrante. El diseño de niveles no parece haber sido testeado correctamente y ofrece unas zonas que no ayudan a disfrutar del juego al obligarnos a dar parones y pasar de estar corriendo libremente a sentirnos como si estuviéramos haciendo malabares con una sandía sobre una tabla de cortar llena de grasa. La música épica y los escenarios nos invitan a correr y darlo todo apretando el salto en el momento correcto, pero el escenario nos dice que no, que hay que parar y manejar a Skully como si fuera un guisante raquítico en la sopa primordial. Un coitus interruptus de la mayor baza de Skully que convierten su aventura en un suplicio y un mosqueo al que no ayudan unas cámaras que parecen decididas a devolvernos al fondo del mar. 

 

 

Un regreso a lo retro que se queda en el camino 

Tenía ganas de que me gustara Skully, pero la experiencia al final ha distado mucho de ser grata. Tiene grandes elementos y momentos buenos como los puzzles y las trasformaciones hasta que estas dejan de ser una novedad. Lamentablemente el resto es un camino de caídas, frenazos, parones y enfrentamientos con unos enemigos a los que al final es mejor rodear y esquivar en busca del próximo parón, caída y vuelta a empezar.

 

La sensación final es que el estudio ha dedicado más mimo a su aspecto y sus melodías, a hacer parecer que su juego es de calidad, que a otorgar calidad a las partes importantes: la jugabilidad, las cámaras y el diseño de niveles. Una mala decisión de desarrollo que convierte a Skully en un título ideal para los amantes de los retos retro, pero poco más. 

 

¡Nos leemos!

6

/ 10


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