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Analisis ScourgeBringer ,PC,SWITCH,XONE

Un buen pozo al que adentrarse, si es tu momento.
Viernes 30 de Octubre de 2020 por Álex Pareja

Siempre he dicho (y seguiré haciéndolo) que el momento es muy importante a la hora de disfrutar de un videojuego. Cada uno requiere de una predisposición especial y todos exigen algo del jugador. Si no es el momento propicio la experiencia no va a ser del todo grata. Y esto os lo cuento porque creo que el momento en el que me he cruzado con ScourgeBringer no ha sido el adecuado. Adentrarse en las entrañas de un roguelite justo después de Hades, con el que comparte algunas similitudes, no le ha hecho ningún bien. Quizás mi opinión hubiese variado un poco en otro instante, vaya por delante la advertencia, aunque estoy afrontando su análisis con la profesionalidad necesaria. Porque es lo que tiene la figura del crítico: el momento se ríe en tu cara, te tira al suelo y se mea en tu espalda. 

 

ScourgeBringer es un buen roguelite (o roguelike, que ya os expliqué que la denominación es conocida pero poco clarificadora en realidad) cuyo combate es su mejor diferenciador. Lo que antes era un pequeño nicho de mercado, con pocas propuestas que aparecían a lo largo del año, ahora parece haber tomado el testigo de los soulslike. No me extrañaría nada que un gran estudio intentara adentrarse a su manera en este género en un futuro cercano, y que queden guardadas mis palabras en el perenne mundo de internet (siempre y cuando nos podamos seguir permitiendo pagar los servidores, claro). Nos ponemos en la piel de Kyhra y nos adentramos en lo desconocido, desmarañando los caminos a base de espadazos y disparazos contra enemigos robóticos y mutantes. 

 

 

La esencia del género está presente desde el primer minuto. Te adentras en un mundo que no conoces pero que se muestra agresivo, sin darte cuartel, sin esperar a que te acostumbres a los controles o que pases por un tutorial. Esto provoca la muerte segura y rápida, para que vuelvas a intentarlo de forma inmediata. Poco a poco te adaptas y consigues avanzar algo más por sus escenarios mientras comienzas a comprender sus entresijos. ScourgeBringer busca la partida rápida, más parecida a los rogues clásicos (si los podemos considerar así), donde al morir podemos tardar literalmente menos de un segundo en iniciar una nueva partida. No quiere que te entretengas, quiere que sigas avanzando. 

 

La esencia del lite más que del like la encontramos en el progreso que se mantiene en un árbol de habilidades, cuyas ramas vamos iluminando con los puntos que obtenemos en nuestros intentos. Cada partida será diferente por una generación procedimental de los escenarios (aunque ahora ahondaremos más en ello), pero podemos mantener ciertas ventajas gracias a este hecho, que también nos ayudará a que podamos avanzar un poquito más cada vez, si la suerte nos acompaña. Es un proceso muy similiar al de Hades pero sin tanta parafernalia, porque apenas conversamos y si lo hacemos estos diálogos durarán un par de líneas a lo sumo. Aquí estamos para lo que estamos: saltar, cortar a enemigos por la mitad y tratar de progresar por este extraño mundo de píxeles. 

 

 

Al igual que otros muchos ejemplos del género, ScourgeBringer genera aleatoriamente sus salas, su disposición por los mapas, los objetos de recompensa y los enemigos, haciendo que cada partida parezca lo suficientemente diferente. Pero su manera de plantear la acción y los monstruos hace que la sensación de variedad sea bastante pequeña. Sí, nos adentramos en un nuevo intento y la partida será diferente, pero sobre todo durante las primeras horas (en las que apenas podremos superar al primer jefe) serán excesivamente similares, ya que siempre mantiene casi sin variaciones su estructura básica. En esto también se parece a Hades y sale perdiendo si, como yo, lo jugáis después: imaginad tener que adentraros en ese Tártaro que cambia tan poco sin encontrar la apacible evolución del hogar. Porque eso, en esencia, es ScourgeBringer

 

Tampoco son tan poderosas ni aportan variables verdaderamente espectaculares las ventajas que encontramos. ScourgeBringer es un juego que basa su atractivo en la pura habilidad y en entender sus mecánicas de corte, de salto y de esquiva. Casi nunca encontraremos un objeto que cambie por completo la partida o la manera de jugar, tampoco existen combinaciones ni sinergias locas, lo que propicia esa sensación continua de rutina y de repetición que forma parte del género, pero que a mí no me ha animado a mantener largas sesiones de juego. Quizás está más pensado para echar alguna partida suelta, donde puede funcionar mejor como experiencia. 

 

 

Pero en esa necesidad básica sí que sabe encontrar su lugar y, haya sido mi momento o no, hay que destacar a ScourgeBringer como un buen juego de acción, con un sistema de combate pulido y divertido. Es en la comparación con otras grandes propuestas donde sale perdiendo porque, como decía hace unos párrafos, el género está progresando y cada vez son más los estudios que se adentran y juguetean con él. Ya no son solo tres o cuatro ejemplos, ahora siempre tendrás que competir en otros terrenos como el del hogar y la historia, donde Hades se ha convertido en el rey, mientras los que ya ocupan la corona jugable (como The Binding of Isaac o Enter the Gungeon) siguen observando sin despeinarse a todos aquellos intentos que osan arrebatar su puesto en el reino. Y no logran ni llegar a la puerta de entrada. 

 

Pero que no os desanimen del todo mis palabras propiciadas por ese momento. ScourgeBringer es un buen roguelite, que aporta ideas propias y resulta divertido. Su apartado artístico, su combate y su progresión son suficientes para mantener con interés durante muchas horas a cualquier amante del género, siempre y cuando no lo compares con otros exponentes que a estas alturas ya caminan muy erguidos. Si encuentras el momento, este es un buen pozo al que adentrarse.

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