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Analisis Saints Row Gat Out of Hell ,PC,PS3,PS4,X360,XONE

Cortarle el rollo a Satanás
Lunes 19 de Enero de 2015 por Dayo

NOTA: Mi experiencia con Saints Row es tangente. Además de Gat out of Hell sólo he jugado a Saints Row IV.

 

En su análisis de Saints Row IV, EDGE se preguntaba cuál sería la dirección que tomase la saga de Volition ahora que había volado el planeta en mil pedazos (perdón, spoilers). Esta ha sido una serie con las intenciones claras una vez se ha puesto a ello: superarse una y otra vez en su retrato de la tontería y el exceso. Así que ahora la historia ocurre donde dicen y consiste en lo que prometen: Johnny Gat viajando al infierno para rescatar al presidente (ojalá fuese la premisa de un título original). Está William Shakespeare. Está Barbanegra. La hija de Satanás es una soñadora romántica que se expresa cantando. Y ninguno de estos conceptos funciona. 

 

Quizá sea porque es un DLC y no un juego independiente, pero la condición de Gat out of Hell no excusa el que sea un producto acelerado y poco creativo que no aprovecha sus ideas ni juega con los conceptos de una saga sorprendentemente basada en la continuidad. Lo único que abre o expande realmente es la propia idea de sandbox, dejando libertad al jugador para que haga lo que y cuando quiera. En lugar de seguir una historia o diferenciar entre misiones principales y secundarias, Gat out of Hell marca el progreso en una barra simbólica de cuánto odia Belcebú al jugador. Cuando se llega al límite se desbloquea la misión final. Hasta entonces siéntete libre de hacer el imbécil como te parezca. A pesar de la absoluta libertad, de su propósito claro como el agua y del hecho de que Gat (o Kinzie, si quieres variar) reciba unas alas que le permiten volar desde el principio, nos encontramos con un juego poco inspirado. William Shakespeare es el responsable de un club nocturno, pero sus vestimentas clásicas no dicen nada más allá de un cliché ¿por qué no llegar hasta el final y hacer que sea un DJ ultramoderno? Pero no: el bardo lleva el clásico vestido de época y habla en un aburrido discurso en tercera persona agraciado con una dificultad para el verbo que duele y avergüenza. Vlad el Empalador aparece por primera vez en una cárcel infantiloide que tortura a los presos con reemisiones interminables de “The wheels on the bus go round and round”, pero tras su prodigiosa introducción no sale de un estereotipo nacido del cruce entre vampiro y tipo duro. De hecho ninguno los personajes dice nada más allá de las dos o tres breves ocasiones que se cruzan caminos con ellos, y es entonces cuando queda manifiesto que, si los guionistas tenían algún talento, el más mínimo, lo han perdido, y si tenían alguna idea de humor absurdo, que antes confundían con el exceso, ahora han decidido tomarlo como vagas referencias y actitudes cocidas a medias porque ¡mirad, Shakespeare habla como si estuviera en una obra de teatro a pesar de que nadie hable así en una obra de teatro!

 

 

Atrás queda la personalización y expresión individual a través del avatar, su vehículo, sus armas, su hogar: Gat es como es, viste como viste y, honestamente, no necesita vehículos porque tiene alas. En lugar de añadir o enriquecer, este DLC sustrae de la esencia de Saints Row para proponer un sandbox vacío, dependiente de una serie de actividades redundantes sin apenas gracia. Lanzarse sobre un coche para sufrir y quitarte años de tu eterna condena sirve al principio como sátira de las demandas provocadas por accidentes intencionados, pero no es difícil ver que esto no es más que una versión glorificada de Goat Simulator, igual que las carreras a contrarreloj pasando por puntos de control son una copia de cualquier juego de carreras de mundo abierto o títulos que permiten hacer cursos de obstáculos como Watch Dogs o, qué demonios, Saints Row IV. Aquí está, una saga que se vende como excesiva, ambientada en el lugar más excesivo y lo único que hace es limitarse y copiar. Copia los mismos movimientos especiales de Saints Row IV, limita el impacto kinestético de las armas de fuego, reduce un mapa inmenso a una serie de puntos de control para repetir una y otra vez las mismas actividades hasta que, al fin, Satanás haga acto de presencia y se deje partir la cara. No se le puede pedir el cielo a un DLC, pero al menos debería tener algo nuevo que decir. 

 

Al analizar Advanced Warfare George Weidman dijo que “Call of Duty con un salto doble, con pistolas láser, con jetpacks, con granadas hacker, granadas guiadas, con Kevin Spacy y hovermotos y robots… sólo es Call of Duty con un salto doble”. Hablaba sobre cómo la saga había retrocedido en sus ansias por progresar, de las mejoras insustanciales que proporcionaban las nuevas tecnologías y de cómo, para hacer un juego mejor, se necesitaba modificar no sólo la forma sino el fondo. Gat out of Hell sufre por sus mismas pretensiones de diversión tonta y gamberra, de libertad para hacer lo que quieras siempre y cuando entre dentro de lo establecido, de vivir tus sueños con un personaje preestablecido soso y maníaco. Gat out of Hell no llega a un Saints Row en el infierno. Es un sandbox con alas. Y si esa premisa te basta, entonces bien. Quizá lo juegues y pases un buen rato. Pero hay tantos videojuegos que quieren hacernos pasar un buen rato y dan mejores ofertas que es difícil defender Gat out of Hell. Por ese precio hay clásicos a tu alcance. 

 

Si quieres profundizar en la opinión de este juego, puedes leer el análisis expandido.

6
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