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Analisis Resogun ,PS4

Sobredosis sensorial.
Domingo 16 de Octubre de 2016 por Víctor Junquera

Cuando alguien pregunta cuál es el mejor juego exclusivo con el que estrenar una PlayStation 4, lo normal no es oír que sea Knack o Killzone: Shadow Fall, sino este Resogun. No es porque haya sido gratuito para los miembros de PlayStation Plus o no, sino porque ofrece justo lo que uno podría venir buscando a esta consola, como es un esquema de juego adictivo y una potencia gráfica bruta que no desmerezca. Claro que no son modelados hiper realistas que veamos de cerca y con todo lujo de detalles, sino que aquí todo brilla por la cantidad de cubos y efectos que pueden llegar a aparecer en pantalla sin despeinarse.

 

Resogun no es tan diferente de cualquier otro shoot'em up de stick dual al uso. No es muy diferente de Geometry Wars, ni es muy diferente de Nano Assault Neo, ni es muy diferente de las anteriores creaciones de Housemarque, los Super Stardust. Un joystick para mover la nave, el otro para disparar según la dirección en la que apuntes, y dedícate a acabar con todo lo que puedas de las hordas de enemigos que te asedien intentando sobrevivir lo máximo posible y encadenar combos para la mayor puntuación que te coloque en un buen puesto de los rankings mundiales. Sencillo, pero es una fórmula que nunca falla para quienes sepan mantener la concentración y hacer que sus manos, el mando y la nave en pantalla sean todo uno. Quienes no puedan, siempre tienen el muy (demasiado) permisivo modo fácil.

 

La todopoderosa bomba, úsalas con cautela porque no se recuperan entre fases. El láser se recarga con las partículas verdes que dejan los enemigos y el booster se recarga con el tiempo.

 

Pero Resogun tiene varios factores que le diferencian de otros juegos del género. Uno es que aquí no sólo tenemos un arma especial a modo de bomba que barre el escenario, sino que contamos con hasta tres ataques especiales diferentes, tanto la bomba como un potente láser contínuo que ralentiza el tiempo y barre enemigos en línea recta, además de un impulso de velocidad que nos permite acabar con enemigos atravesándolos. Pero para todo esto es importante saber que en Resogun no se puede disparar en todas las direcciones, sino sólo en horizontal, a izquierda y derecha. ¿En qué influye esto? En que todo el juego está hecho para este sistema de disparo, donde los niveles no son en un plano o en un planetoide, sino en el exterior de un cilindro por cuyo contorno desfilan hordas de enemigos de todas formas y tamaños.

 

La tercera característica es la salvación de humanos. Sorprende ver un botón entre la lista de comandos que sea 'Lanzar humano', y tardamos en comprender cuándo podemos salvar a un humano, cuándo podemos cargar con él y qué pasa cuando lo rescatamos. Fundamentalmente, al eliminar a unos enemigos concretos liberamos a un monigote verde de una prisión, uno de los diez de cada nivel por cada tanda de enemigos especiales, y al conseguir cargar con él, sólo de uno en uno, y llevarlo hasta la cápsula de salvamento, obtenemos power-ups como la mejora de los ataques especiales, o bombas y vidas extra y mucho más, con lo que salvar humanos se convierte en una tarea tan importante como sobrevivir.

 

Puede que no impresione a simple vista, pero saber que cada una de esas torres están compuestas por miles de pequeños cubos y que todos esos cubos saltarán ante tus ojos entre muchos otros de enemigos antes de desaparecer, impresiona.

 

Pero claro, antes incluso de adaptarnos al estilo de juego de Resogun, nos vemos atrapados por el espectáculo audiovisual. No pueden faltar los ritmos electrónicos frenéticos en la banda sonora de todo shmup de este corte, los innumerables brillos y destellos sobre el fondo oscuro y las chispas de cada enemigo caído, pero aquí se suma el hecho de que todo está hecho de cubos, tanto la nave como los enemigos y el escenario, y cada elemento que destruímos se convierte en decenas de cubos, centenares en caso de los edificios de fondo, y todo puede llegar a formar un espectáculo de miles de cubos en pantalla en un momento que no se frena ni se ralentiza, y no deja de impresionar sólo porque se trate de navecitas casi de juguete. Especial atención a los bosses de cada nivel, tomando los dos primeros ciertas referencias de Ikaruga REZ, y siendo los tres últimos amalgamas de cada vez más y más millares de cubos en pantalla.

 

El problema de Resogun son dos carencias importantes: un multijugador cooperativo local, aunque tenga opción de jugar con un amigo online, y un modo de juego infinito que haga que, por mucho que cueste un infierno superarlas en los cuatro niveles de dificultad, esas cinco fases del juego no sepan a tan poco. Cinco fases son mucho más que correctas para un shmup arcade cualquiera, y lo bueno es que un concepto jugable tan sencillo bien llevado con la selección de niveles puede llegar a alcanzar una rejugabilidad infinita, pero los shoot'em up de stick dual como éste en el que las tandas de enemigos podrían no estar tan organizadas, pueden llegar a pedir otro tipo de tour de force que Resogun no nos pide. Una vez más, no es el juego por el que comprar una PlayStation 4, pero de tenerla, pasar por Resogun es casi obligatorio para ver potencia en acción.

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