Analisis Resident Evil 2 (Remake) ,PC

Leon S. Kennedy es un enigma sin resolver. Terminada la travesía por Racoon City, nuestro conocimiento sobre su pasado y sus motivaciones no va más allá de su evidente sentido de la autoridad. Con Claire pasa casi lo mismo: la única referencia que la enriquece es la existencia de un hermano que solo identificamos conociendo otros juegos de la serie. Ambos protagonistas son héroes del videojuego de antaño, gente que sin justificación aparente es capaz de anteponerse a una adversidad que está acabando con el mundo, pero no con ellos. Vienen, triunfan y se van.

 

Hoy puede que los cowboys pensativos y los dioses aprendiendo a ser padres no solo nos parezcan normales, sino necesarios, pero hace dos décadas pesaba más la acción que las motivaciones de los personajes. Nos conformábamos, si me permitís, ‘con menos’. Este remake está lleno de reminiscencias como esta, de reencuentros con maneras de hacer, planteamientos y estructuras más propias de hace varias generaciones. Son elementos que hacen que el juego se perciba como un encuentro entre el ayer y el hoy, al revestirse de un motor visual de escándalo y de un control depurado pero, a la vez, también de una simplicidad narrativa que ya hemos superado. Es una conjunción entre cómo se construían las historias dramáticas y cómo se nos presentan en 2019, y son dos realidades que chocan.

 

Esto nos lleva a momentos en los que los personajes deben defender cambios de rumbo bruscos o entablar conversaciones forzadas, porque así ocurría en el juego que se adapta. Las relaciones no tienen su tiempo natural de construcción. Resident Evil 2 Remake presenta a muchos de sus secundarios con el mismo atropello con el que su guion lanza giros inesperados, resultando en una historia que, si bien sigue funcionando dentro del terror, también deja espacio para alguna que otra carcajada involuntaria.

 

Por suerte, este es el único elemento del remake que adolece el paso del tiempo. Sí, la comisaría del RCPD sigue presentando una estructura irreal, cercana a la concepción de los templos de The Legend of Zelda, pero es que RE2 Remake no quiere ser realista en todo, solo en lo importante. Buscar la llave de trébol para saber qué hay detrás de la puerta con su dibujo es una parte más del gran puzle que es este juego, uno en el que toca ir y venir, revisitar zonas y economizar un espacio que siempre será más pequeño de lo que quieres.

 

Es un sistema en el que nunca paras de pensar, de hacer cálculos sobre qué ruta es la más rápida para obtener el nuevo ítem clave, de considerar cuántas balas puedes gastar o cuántos espacios libres conviene dejar en el inventario. En ese sentido, Resident Evil 2 Remake interpreta el survival como pocos, logrando el punto justo donde siempre necesitas más munición pero nunca vas de vacío. La base ya estaba ahí, hace dos décadas, pero aquí se perfecciona complicando el backtracking, haciendo que los zombis sean mucho más difíciles de esquivar y exigiendo más puntería.

 

Porque aquí se dispara, mucho más que en Resident Evil VII. Afortunadamente, el protagonismo de la acción está bastante mejor medido, y la mezcla entre el terror, la gestión de objetos y la lluvia de balas consigue mantenerse incluso en la parte final de la aventura. Una que, por cierto, hay que completar dos veces para dar con el final finalísimo. Puedes empezar con Claire o Leon y al terminar su trama se desbloquea la ruta [2] del otro personaje, que incorpora zonas nuevas, reestructura las que ya conoces, complica algunos puzles y te enfrenta al jefe final. Es, sin entrar en detalle, el momento en el que Capcom te reconoce como superviviente y decide ponerse seria, y no puedes decir que te has terminado el juego sin recorrer esta cara B.

 

 

Mecánicamente, hablamos de la entrega más sólida de la saga desde Resident Evil 4, que de hecho sirve de indiscutible referencia. Aquí, amén del avance técnico, los zombis son más impredecibles en toda la extensión de la palabra: algunos caen con dos balazos en la cabeza pero otros necesitan más del doble, disparar a las piernas les hará tropezar, aunque no siempre, y su caminar errático puede propiciar un par de acelerones que nos quiten esa distancia de seguridad que creíamos tener. Poco se puede achacar aquí, donde el despliegue visual -mención de honor al sistema de desmembramientos- y técnico de los infectados son una constante caja de sorpresas.

 

Además, la fauna en cuanto a monstruos es bastante generosa. Pese a recortarse algunos enemigos del original como las tarántulas gigantes (gracias a dios), el cómputo global crece y viene con sorpresas. Quienes vengan del clásico pueden respirar tranquilos con la conservación de mitos como Tyrant o el Licker, ambos siguen siendo grandes amenazas que ya intimidan con su simple presencia. Tal vez esta entrega no sea tan terrorífica como nuestros días en casa de los Baker, pero poco le falta. Igualmente lo compensa con un conjunto más sólido y bastante más representativo de lo que la gente espera de un Resident Evil.

 

 

Eso, sin duda, está aquí. Que Capcom haya tenido que recurrir al rescate de un clásico para volver a encumbrar la fórmula tiene sus lecturas, pero ese debate es para otro día. Resident Evil 2 Remake es consciente de su condición y la aprovecha de la mejor manera, siendo tanto un reencuentro como un nuevo referente de su género, y arrastrando solo aquellos fallos casi insalvables cuando reinterpreta un lanzamiento con más de veinte años a sus espaldas. Teniendo eso en cuenta, el experimento ha salido francamente bien.

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