Analisis Outlast 2 ,XONE

Mi experiencia con Outlast 2 ha sido similar a la que podría haber tenido yendo al cine a ver la película de terror del mes, que se apoya en las mismas bases, clichés y herramientas que todas las demás (salvo honrosas excepciones). La peli es mala pero entretiene: algo ligero, rápido, que consigue que pegues algún que otro salto en la silla y ya está. Objetivo cumplido. Aunque al menos en el cine no tienes que preocuparte de ser tú el que avanza y el que tiene que escapar de gente loca hambrienta de sangre. 

 

Escapar de esa panda de enfermos tiene gracia la primera vez, cuando los escuchas susurrar y el pavor te impide casi seguir avanzando. El peligro aparece de repente y sabes que debes correr, aunque va a ser complicado escapar. Y así lo es: consigue atraparte y una escena bastante gore indica claramente que tu vida ha terminado. Pero claro, es un videojuego y debes volver a intentarlo hasta que consigas encontrar el escondite adecuado (que casualmente siempre adorna esa parte del escenario) y te permite avanzar. Cuando tienes que intentarlo siete veces y el resultado siempre es el fracaso deja de ser divertido y, efectivamente, también deja de dar miedo. 

 

 

Outlast 2 tiene buenas ideas, pero ya las planteó la primera parte. En esta ocasión, en lugar de un manicomio nos internamos en un pueblo de gente que parece tener serios problemas mentales, aunque también visitaremos muchos más escenarios y, en ese sentido, la variedad sí es correcta. Pero tengo la sensación de que ya he jugado a este juego. De que esta peli ya la he visto y lo único que cambia es el contexto, los personajes y las notas que te encuentras en el escenario y que te van narrando la historia (qué mejor que ponerse a leer cartas cuando unos cuantos locos te persiguen porque quieren acabar con tu vida). Una cámara de vídeo cuya batería dura menos que la de un móvil con LINE instalado y la necesidad de utilizar casi todo el tiempo su visión nocturna, ya que todos los escenarios están increíblemente oscuros. 

 

Esa oscuridad es su atmósfera y su punto de referencia, no me cabe duda. Al igual que utilizar el sonido y la música a su favor. Internarse en lugares lóbregos en los que necesitamos batería en la cámara simplemente para poder ver mientras escuchamos sonidos desagradables. Pero si te quedas sin batería tendrás que avanzar a tientas sin más. Durante mi aventura he tenido más terror a quedarme sin pilas en la cámara que a enfrentarme a estos locos, porque no quería bajo ningún concepto tener que estar más tiempo del necesario dentro de ese juego. Y no es, en realidad, porque su agobiante atmósfera me inquietara, sino porque es un juego que se vuelve tremendamente aburrido. Llega a una zona, adivina qué debes hacer para evitar la muerte instantánea y continúa avanzando. Ensayo y error, punto y final. 

 

 

Como decía al principio, descubrir los nuevos escenarios y los detalles de la trama tiene su gracia, pero la primera vez. Cuando llevas unos cuantos intentos porque no consigues esconderte en el lugar adecuado o porque los fallos existentes en la inteligencia artifical de los enemigos te frustra el juego deja de ser entretenido. Sí, voy a Outlast 2 porque quiero pasarlo mal, quiero sentir el agobio, quiero que me sienta obligado a cruzar esa puerta que me da tan mala espina... pero no quiero tener la sensación de que lo único que hago es adaptarme continuamente a lo que el juego quiere de mí. Incluso hay zonas en las que la libertad de movimientos o de elección es nula, teniendo que realizar ciertas acciones sí o sí para poder proseguir con la pesadilla. 

 

He sentido tensión, miedo e indefensión, por supuesto. Outlast 2 cumple en esos terrenos de forma sobrada, y aquellos amantes del género del terror pueden encontrar aquí un título más que aceptable para cumplir con sus fantasías. Pero esperaba algo más que un simple juego de miedo, de esos que ya contamos por muchos. De esos que adornan las tiendas de videojuegos como las películas de terror en los cines de turno. Esperaba otra revolución en el género, un título capaz de aportar algo más que la experiencia idónea para que el youtuber de turno se luzca con sus gritos y sustos impostados. Al menos ha estado entretenida, se escucha comentar cuando abandonas la sala de cine.

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