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Analisis Olija ,SWITCH

Un buen plato combinado
Jueves 28 de Enero de 2021 por David Oña

Cuando hay hambre no siempre queremos llevarnos a la boca una exquisitez. Normalmente preferimos un plato conocido, algo que, sabemos, cuenta con un sabor que nos es agradable. Esto nos lleva a recetas tan comunes como eficaces y sabrosas, véase unos huevos fritos con patatas, un escalope rebozado con ensalada o mejor aún, un delicioso plato combinado, con un poco de esto y otro tanto de aquello. Por separado, esas patatas, esa carne, ese huevo y esa ensalada, seguramente no tienen la misma fuerza, pero ese conjunto, comedido en cuanto a las porciones de cada uno de sus elementos, y tan bien armado, resulta la mar de tentador. Además, suele ser una de las opciones más económicas de la carta, si es que nos encontramos comiendo fuera. Eso es Olija, un eficaz plato combinado que te zampas la mar de a gusto y que encima sale barato. ¿El cocinero? Thomas Olsson, quien ejerce de chef, prácticamente en solitario, para Skeleton Crew Studio y Devolver Digital.

 

Desde su marcada estética 8 bits, con sus píxeles gordotes y su buen tratamiento del sonido, Olija presenta un aura de misterio y un espíritu de aventura que apuntan una visión romanizada de las aventuras coloniales. Y lo cierto es que le sienta de maravilla. A través de ese enfoque inocente (e incluso ingenuo en los días que corren), le aporta a la tierra de Terrafagia un tono que no abunda en la ficción actual. En ese sentido, resulta fresco.

 

 

Comenzaremos encarnando a Faraday, el capitán de una excepción que acaba de naufragar. Las fuerzas de la naturaleza han dado al traste con las esperanzas puestas en el viaje, y su tripulación ha quedado esparcida por un archipiélago en el cual habitan culturas desconocidas y tesoros mitológicos. Encontrar a nuestros hombres será el primer objetivo, pero incluso ahí, en su trama, el juego sigue siendo comedido, ya que bastarán unos pocos diálogos y alguna que otra secuencia para trazar un argumento tan clásico como resultón.

 

Pero, ¿qué nos propone realmente Olija? Una vez recuperado y al poco de despertar, el bueno de Faraday entenderá, gracias a la inestimable ayuda de un lugareño, que debe afanarse por rescatar a sus amigos. Algo que, traducido al videojuego, significa explorar un poco, pelear un otro tanto y resolver algún puzle (las patatas, el escalope y el huevo) mientras miramos de reojo a una trama (la ensalada de lechuga y tomate), que no parecía muy apetitosa y que sin embargo, al final, ha resultado ser de huerto. Así, nos dedicaremos a partir desde nuestra base e ir realizando icursiones (a través de un mapa general) por las localizaciones que tengamos abiertas, normalmente dos o tres.

 

El juego sabe usar ese pixel tosco de forma inteligente, trasmitiendo mucho a través de sus animaciones

 

Al poco de comenzar nos haremos con el Arpón Legendario, un arma que parece infundir bastante respeto entre los habitantes de la zona, y un ítem mediante el cual empezaremos a entender qué quiere Thomas Olsson de sus jugadores. Al lanzarlo y clavarlo en cualquier elemento del escenario, en el cual sea viable, podremos realizar un desplazamiento instantáneo hasta ese punto. De esta forma el título establece una especie de dash en dos tiempos, que deberemos dominar para superar tanto sus puzzles como sus enfrentamientos. El arsenal se completa con otras cuatro armas (secundarias) de las cuales, sin duda, la última resulta ser la más interesante. Lástima que no aparezca antes.

 

Poco después de hacernos con el arpón presenciaremos el despertar de un mal sombrío, etéreo y deforme, el cual, sabedor del poder de la legendaria arma, siempre estará a nuestro acecho, importunando y sembrando la oscuridad a su paso. Ahí entran la princesa Olija y su pueblo, a través de quienes iremos desvelando los secretos del lugar. Tras cada expedición, podremos invertir los materiales acumulados en diferentes tipos de mejoras (barra de vida y creación de unos sombreros que nos aportaran habilidades especiales), y mientras tanto, veremos como nuestra improvisada base crece y va ganando vida. En este punto quizá le habría sentado bien una mayor profundidad, pues ese hogar provisional es representado con mimo, y da gustito verlo crecer. Ante eso, las pocas líneas de diálogo con las que cuenta resultan gustosas pero escasas, y resulta fácil quedarse con ganas de algo más interacción con la tripulación.

 

Los puzzles no son excesivamente complicados, nos hacen pensar lo justo y están bien situados para marcar el ritmo de la partida

 

Desde esa estructura básica, el título viaja de una propuesta simple y asequible hacia algo bastante más exigente en su parte final, que es, sin duda, cuando más brillan sus ideas. Ahora bien, su principal virtud es que no se sobrepasa en ninguna de sus facetas. Es un título corto, que no llega a las diez horas, y se aprovecha de ello para introducir sus elementos sin que de tiempo a encontrarle las costuras a ninguno de ellos. Así, Olija se toma con calma el desarrollo de su sistema de combate, que parte de un planteamiento muy limitado para, poco a poco, complicarse lo suficiente como para regalarnos un par de enfrentamientos duros e intensos. Empieza totalmente centrado en la exploración y termina, incluso, pidiendo algo más de espacio para explotar su acción. Una curva diametralmente opuesta a la del crafteo, que podría darnos pereza al principio y que, por el contrario, pronto se descubre como un buen ejercicio de medición de tiempos que permite desbloquear cada mejora en el momento adecuado.

 

Con todo esto, queda claro que Olija no es un juego que se venda al peso, su fuerza radica, precisamente, en contar con un desarrollo medido y ajustado, fino. Los miembros de la tripulación a rescatar no son excesivos, los materiales necesarios para desbloquear habilidades tampoco y ninguna de sus fases se nos hará especialmente larga, ¿quiere esto decir que sabe a poco? No, y menos teniendo en cuenta que sale al mercado a 14’90?€. Su brevedad y su estructura (bien planificada) juegan a su favor, haciendo que entre lo clásico de su propuesta reluzcan las cuatro ideas refrescantes que plantea.

 

La relación que se establece entre Faraday y Olija, simple pero eficaz, es una de las mejores bazas del título

 

¿La parte negativa? Me he topado con más crasheos de la cuenta a lo largo de la aventura. Un tema en el cual, según nos consta, se está trabajando, pero que, de momento, es una mancha que sigue molestando, sobre todo en algún que otro enfrentamiento. Si obviamos eso (algo que espero que se solucione más pronto que tarde) y pensamos en lo que parece perseguir Olija, el resultado es más que satisfactorio. Sus piezas encajan como para ofrecer un videojuego honesto, divertido y funcional, que es consciente de sus limitaciones y que, gracias a su buen hacer a la hora de calcular las raciones de cada uno de sus elementos, cumple con creces, tanto como un buen plato combinado.

7

/ 10


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