Analisis Night in the Woods ,PC

De todos los consejos que sueles escuchar durante tu etapa de adolescente, el más habitual es el ‘disfruta, ahora que puedes’, recurrente donde los haya. Las elecciones de la vida nos guían por sendas muy distintas y, aunque no es recomendable abusar de ello, siempre hay algún momento en el que miras atrás y esbozas una sonrisa nostálgica. Elegir un camino es renunciar a muchos otros, dicen.

 

Mae Borowski es una de aquellas personas que han ido dejando huellas de fango tras cada paso que han dado en la vida. Sin saber muy bien cómo, el lugar idóneo en el que hacer balance es Possum Springs, su pueblo natal, un sitio en el que se respira un estancamiento perenne y donde no hay atisbos ni esperanzas de un futuro mejor. Porque de esto va Night in the Woods, de una que aquellas paradas en el camino cuando la brújula parece haber perdido el norte.

 

 

No hay mejor recomendación para el que pretenda meterse de lleno en la obra de Infinite Fall que la de insistirle en que no destape ni la primera página de su historia. Gran parte del valor del título que tenemos delante se encuentra en lo que subyace tras unos personajes -animales antropomorfos descaradamente adorables- que mediante su tono irónico y su sarcasmo esconden verdades muy humanas. La mayor proeza de este videojuego es que consigue dibujar un reflejo de nuestra sociedad, nuestros miedos, nuestras filias y fobias, utilizando un prisma al que muchos tacharían de infantil.

 

Posiblemente esta era la única manera de llevar a cabo un discurso tan carnal, con un poso de los que se quedan; la virtud de saber suavizar el ambiente con unos chistes que nos animan a levantar la cabeza sería más difícil de materializar si se utilizasen personas y, a la vez, el tono sería demasiado serio. Llegados a este punto puede parecer que Night in the Woods sea un título casi deprimente y obcecado en rescatar los monstruos del pasado y no, tiene momentos muy tiernos y situaciones en las que sueltas el teclado/mando y disfrutas de las vistas. Suelen ser menos porque, lamentablemente, así acostumbra a ser también la vida.

 

 

En este colorido - y sorprendentemente largo- viaje interior de Mae veremos pasar a un elenco bastante variado de personajes, donde solo unos pocos vienen para quedarse. Incluso en el tramo final, cuando la protagonista se despoja de cualquier escudo ante nosotros, sigue habiendo espacio para un último as en la manga a modo de otra participación puntual que consigue quedarse en tu memoria. Te apena no poder compartir más momentos con alguno de ellas pero la trama hay ocasiones en las que no se detiene, pero también veces donde se ralentiza en exceso. No sé hasta qué punto estoy ante algo deliberado, ante una elección que viene con un mensaje entre líneas, pero el caso es que hay despedidas que duelen por el simple hecho de decir adiós pronto.

 

Night in the Woods es una obra abierta a muchas lecturas. Se apoya tanto en querer reflejar una historia sincera y creíble que los altibajos en la trama y su lento inicio tienen todo el sentido del mundo, poniéndome en un brete al no saber si considerarlos una traba o un acierto a largo plazo. Qué sé yo. La vida es una aventura compleja llena de preguntas con respuestas a medias, pintada con recuerdos que van rellenando esa mochila que empezó vacía y que, al abrirla, te recuerda quién eres. Tiene sentido que un juego que quiere reflejar eso mismo sea tan atípico, tan familiar y tan inolvidable.

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