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Analisis Koral ,SWITCH

Entre Ecco the Dolphin e Inside
Jueves 16 de Mayo de 2019 por Adrián Suárez Mouriño

Carlos Coronado es una de las voces más interesantes de nuestro país. Tras un prometedor MIND: Path to Thalamus, me cautivó el año pasado con INFERNIUM, uno de los mejores indies de 2018. Hoy estrena una nueva producción: Koral, un título honesto, humilde y hermoso que trata el estado de nuestros mares, el impacto del hombre en los oceános y cómo influirá lo que le hacemos en el futuro. Lo genial es que lo hace sin moralina, sin querer aleccionar... pero precisamente esto es lo que logra que el juego consiga mostrarnos tan bien un presente tan escalofriante.

 

Koral es un videojuego en tercera persona de desarrollo lateral. Funciona de izquierda a derecha. Controlamos a un pulso marino, a una diminuta fuerza de la naturaleza acuática que avanza inexorable a cumplir su destino. No manejamos a un héroe, sino a algo así como un glóbulo rojo del mar que transporta oxígeno debajo de su superficie. Durante su vagar por bancos de coral, reinos poblados de medusas, galeones hundidos y bancos de peces tendremos que resolver unos sencillos pero muy agradecidos puzzles y empaparnos del mensaje de la obra que, como ya he dicho, pega fuerte.

 

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Lo mejor de Koral es que es un videojuego muy bien realizado, de calado, pero profundamente humilde y honesto

 

Koral es un cruce tranquilo y potente entre Ecco the Dolphin e Inside. Del primero toma el tono, la calma, el ambiente marino y la pasión por el respeto natural, porque la misma naturaleza sea la protagonista y la que nos habla. Del segundo, se queda con esa entrega pausada del relato en la que los protagonistas son las pistas del escenario que se muestran a nuestro paso. Nosotros hacemos lo nuestro encarnando al anónimo ser que controlamos, no tomamos parte activa en lo que agrede al mar, solo lo sufrimos, no podemos cambiarlo ni queremos. Nadie nos ataca, no hay enemigos, solo vivimos una realidad concreta y somos incapaces de cambiarla, porque ya ha sucedido y se ha normalizado.

 

A medida que progresamos, recogemos pequeños mensajes que nos hablan de los daños que el fondo marino está sufriendo por nuestra culpa. Estos también aparecen sin exclamaciones ni teatralidades superflueas, solo enuncian, permitiendo al jugador añadir él la cantidad de drama que considere.

 

Se funde así una especie de ensayo construido con datos reales y escalofriantes con una narrativa muy sencilla: la de nuestro ente oceánico y su misión, una cuyo auténtico sentido solo descubrimos al final del juego. La mezcla funciona muy, muy bien, porque sabe hacer algo que también se realiza en el videojuego de Playdedad: ser honesto, humilde y discreto en la presentación de su discurso pero dándote un pellizco terrible en el pecho al final. Cuando llegamos a los créditos de Koral es normal quedarse un buen rato mirándolos y reflexionando sobre lo jugado. Lo mejor es que, si lo piensas, el juego no te cuenta nada que no sepas, solo te ayuda a darte cuenta. Esa es su fuerza.

 

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Técnicamente, Koral es precioso, Su diseño artístico es clave para establecer su tono y mensaje

 

Del título, además de su presentación y de su idea de desarrollo, me ha gustado mucho la forma en que te enseña a jugarlo. El videojuego solo se maneja con el stick izquierdo del mando, motivo por el que se hace muy atractivo su disfrute en Switch. Moviendo a nuestra criatura, hemos de desplazar trozos de coral, activar resortes submarinos o recoger luz y dejarla en otro sitio.

 

Koral nunca es difícil, pero resolver sus enigmas da ‘mucho gustito’, porque sabe entrenarte con el enigma anterior para que el siguiente puedas resolverlo de forma instintiva; es decir, es como si tu propia mente ‘fluyera’ escenario a escenario, y ese concepto es capital en la obra. Eso no quiere decir que el juego sea fácil, porque tampoco lo es. Está perfectamente diseñado para que nuestro avance nos permita avatarizarnos en el ser que controlamos y cuya naturaleza solo se descubre al remate.

 

Técnicamente, Koral es un título muy bonito y sugerente. El juego lo sabe, y lo aprovecha ofreciéndonos momentos en los que el reto se disipa y solo nos queda un agradable paseo por el fondo del océano. La BSO está también muy bien escogida, por lo que se recomienda jugarlo con calma y con los cascos puestos. Os aseguro que hay muchos momentos que se os grabarán en el cerebro. En estos, se te mezcla en el cerebro lo que ves, la reflexión que los mensajes textuales del juego te ofrecen y la pasividad de nuestro personaje. Merece la pena vivir esta sensacón.

 

La duración de la experiencia no llega a las tres horas, pero no necesita más. Koral es un agradable paseo al que no le sobra nada, que va al grano y que te deja pensando, que se juega con muchísimo disfrute y que se goza con los ojos y con el cerebro. Carlos Coronado nos brinda, así, otro videojuego sobresaliente que destaca por su contención y frescura. Pilladlo en Switch y dedicadle toda vuestra atención una tarde. Lo agradeceréis.

9

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