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Analisis Kingdom Hearts III PS4

¿Y sobre qué escribo lore yo ahora?
Viernes 01 de Febrero de 2019 por Adrián Suárez Mouriño

Kingdom Hearts III es todo lo que como seguidor de la serie le habría podido pedir. Nomura ha sabido recoger los puntos fuertes de su longeva saga y transformarlos en un capítulo satisfactorio. El título es divertidísimo, es consciente de su enrevesado lore y lo emplea para configurar unas reglas de juego muy plásticas que habilitan la construcción coherente de combates espectaculares, sobre todo los que tenemos casi al final de la aventura. Menudos son esos.

 

Kingdom Hearts III es, ante todo, una aventura con una sensación del ritmo fabulosa. Es un videojuego que devoras, que no quieres dejar de jugar. La aparición de los fragmentos de historia propios de los desencuentros entre Xehanort y Sora saben entrelazarse muy bien con los mundos Disney, el combate tiene un flow formidable, la música embriaga y el apartado técnico abruma. Kingdom Hearts III es una máquina de producir diversión de forma industrial, constante y sin mácula. Lo he disfrutado tanto como un gorrino disfruta del barro; sin preocupaciones, de forma honesta, con el cerebro desconectado y sin querer salirme nunca de mi charca. Siendo feliz.

 

El videojuego, por supuesto, no está exento de problemas. Las nave gumi siguen siendo un tanto insatisfactoria aunque ha mejorado, la narración a veces se aturulla y hay un par de personajes que podrían estar mucho más aprovechados de lo que están. Porque Kingdom Hearts III hereda atolladeros, malas decisiones y líos de anteriores juegos, pero incluso cuando se ve obligado a enfrentarse a ellos sale de una pieza.

 

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Kingdom Hearts III es un videojuego consciente de su pasado, que no lo rehuye y que sabe aprovecharlo

 

La historia nos deja justo cuando Xehanort ha conseguido reunir a sus 13 representaciones de tiempos pasados en el presente. Su plan es hacer combatir esta oscuridad contra los 7 representantes de la luz. Al hacerlo, se forjará la Llave Espada X, que es la forma de abrir Kingdom Hearts, el corazón de los universos, el lugar en el que se almacena toda sabiduría y todo poder. Sora y los suyos se ven obligados por sus maquinaciones a reunir justamente a estos guerreros y a prepararse para la lucha.

 

Este es el grueso de la trama de Kingdom Hearts III, y lo interesante es que las respuestas a '¿cómo consigue convencer a Sora para que le siga el juego?' '¿cómo consigue traer al presente a tantos alter egos suyos y por qué?' Se encuentran en retazos de lore ya vistos en otros juegos y aquí se concretan. Y todo se explica con mucho cuidado, sin negar nada de lo contado hasta ahora (que habría sido lo fácil) y ordenándolo. Para rematar, todo eso se encuadra con el propio relato de los mundos Disney que visitamos, formando así un paquete homogéneo y compacto.

 

Esto no quiere decir que los que no vengáis con los deberes hechos de casa no vais a tener ningún problema con comprenderlo todo, porque sí vais a tener problemas, especialmente en el final del título y en los momentos previos a su clímax; pero mi recomendación es que vayáis con la mente abierta, que os toméis cada tramo aparentemente incomprensible como una invitación para acudir al juego en el que se explica. Es decir: no os quedéis con lo fácil, con el ‘no entiendo esto, Kingdom Hearts es una mierda’, si no con: ‘cómo me gusta que esta manera de contar las cosas tan de videojuego se dé en esta serie tanto, voy a volver a los juegos anteriores para tenerlo todo fresco’. Así es como os recomiendo disfrutar de esto si os importa sinceramente entenderlo todo.

 

Pero si estáis aquí por los graficotes, la musicaza y los combatazos, Kingdom Hearts III también os recoge con los brazos abiertos. Aunque lo que os quiera contar Nomura os tire de un pie, disfrutaréis en grande con el juego; eso sí, empezad a jugar en modo experto. Si lo hacéis en otra dificultad os encontraréis con un juego soso y sin el mínimo reto.

 

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El modo experto es la única manera razonable de jugar a Kingdom Hearts III

 

Las peleas son viciosas, siempre apetece un combate más. En mi opinión, y de nuevo refiriéndome al modo experto, desde Square Enix han conseguido un equilibrio asombroso entre sentirte sobrepasado por los enemigos más duros pero teniendo siempre una alternativa para ganar. No he necesitado grindear en Kingdom Hearts III, pero he notado el aliento de la muerte en mi nunca en los mejores combates, en los más clave. Sí que es verdad que si os paráis en algún tramo del juego y os entretenéis, subiendo mucho de nivel, desequilibraréis esta balanza y el juego sí se facilita demasiado incluso en experto. Este es el mayor problema del juego, porque se carga estas sensaciones.

 

Porque se nota que Kingdom Hearts III no quiere que mueras, quiere que estés siempre en un estado constante de tensión pero en el que triunfas y perservaras. No desea ser un juego difícil, pero sí que te obligue a estar pendiente de todas las cuestiones que competen a sus batallas. Si vas apurado de nivel descubrirás que al recurrir a una atracción revivirás a tus amigos, que al usar una invocación puedes curar tu vida o que las transformaciones de la Llave Espada cortan los combos de los enemigos. Si juegas en modo fácil o normal, no podrás descubrir estos matices de las luchas.

 

De todas formas, para los que preferís subir de nivel, Kingdom Hearts III ofrece retos difíciles al final, con un boss secreto (uno por lo menos, aún no los he encontrado todos) y áreas específicas para combatir.

 

En cuanto a las novedades, están las ya mencionadas atracciones. Estas se suman a las invocaciones, pues suponen la aparición de un artefacto de Disneyland París, para que nos subamos y ataquemos con ellas a los rivales. Ya os digo que si no entráis en las dinámicas del modo experto, ni las usaréis, pues os molestarán y os cortarán el rollo.

 

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Las batallas de Kingdom Hearts III son su mejor activo; son golosas, siempre querrás una más

 

De todas formas, en lo que más destaca Kingdom Hearts III con respecto a sus peleas no es esto, sino en lo bien que se integran a los enemigos entre ellos cuando nos toca patearles el culo, con los escenarios y con las mecánicas circenses de Kingdom Hearts Dream Drop Distance que aquí regresan. En aquel título, Sora y Riku se liberaron de las restricciones de la gravedad, pudiendo hacer cabriolas en las farolas. Aquí pueden propulsarse en las paredes, subir por ellas y más acciones que descubriréis. A la postre, esto se traduce en batallas con un acertado componente vertical e ingrávido. Hay batallas apasionantes que se producen casi en su integridad volando.

 

Además, los mundos Disney saben aportar sus particularidades, tanto por los nuevos amigos que nos acompañan como por el empleo de objetos propios de cada uno. Todo colabora en que puedas volar, reír, combatir, explorar y ver vídeos sin parar. Kingdom Hearts III es como comer palomitas. No puedes parar.

 

A esto colabora un apartado gráfico soberbio. Hay puntos peor solucionados que otros, con alguna textura que sigue rechinando y alguna decisión extraña en relación a la iluminación, pero son pocos defectos, la verdad. Kingdom Hearts III necesitaba unos gráficos y un arte así, porque es un videojuego para disfrutar sin pensar en nada más que en seguir jugando, en que todo está bien. La música, de nuevo, pone el colofón con unos efectos y unas composiciones que te abrazan los oídos con cada nota.

 

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La música y los gráficos colaboran en que desconectes de la realidad y solo quieras jugar, jugar y jugar

 

Creo que ha quedado bastante claro que me ha encantado Kingdom Hearts III, pero eso no quiere decir que sea un juego perfecto. La narración a veces se atropella y no se toma los tiempos que debería en según qué momentos. Hay mundos de Disney tremendamente apasionantes y otros que no lo son tanto. El modo de dificultad ‘normal’ tendría que ser el ‘experto’. En pos de la diversión, el videojuego introduce muchos minijuegos y cambios de mecánicas y no siempre son divertidas estas alteraciones; tener un combate volando sobre un objeto propulsor o bajo el agua es un peñazo, por ejemplo. Pero todos esos problemas quedan diluidos en una experiencia plena, divertida, con ritmazo y que es la que yo necesitaba. Tetsuya Nomura lo ha logrado. Por decirlo simple and clean, olé tú.

9

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