Analisis Killer Is Dead ,PS3

El problema de muchos de los juegos de Suda51 es que nunca sabes muy bien qué esperarte. La sombra de No More Heroes es muy larga a pesar de que, en realidad, como videojuego fallaba en su propia ejecución. Con Killer is Dead estaba la preocupación era que acabase por no cumplir con lo esperado más allá de una historia que representa algo que no sabrías calificar como una genialidad o como un síntoma de la demencia de su creador. Y la verdad es que, al final, Killer is Dead es justo lo que podrías esperar desde el momento en que fue anunciado y todo empezaba a recordar a una buena mezcla del concepto de asesino por misión de No More Heroes con la ambientación oscura de Killer 7. En ese aspecto no se le puede echar nada en cara, ha cumplido con las expectativas.

También ha cumplido con las expectativas que ya advertían que como juego en su ejecución, al igual que No More Heroes, no iba a ser un hack'n'slash a destacar, más aún con todo el buen material que llevamos teniendo este año, pero Mondo Zappa sí que ha aprendido un par de trucos con respecto a lo que sabía hacer Travis Touchdown. No es un sistema de combate tosco y gamberro sino que nos pide constantemente utilizar el parry y esquiva para continuar combos, combos que no sólo influyen en un marcador al final de la fase sino que a medida que encadenamos golpes, Mondo se vuelve más diestro y ágil con su espada Gekkou y termina por conseguir muchos más bonus al acabar con un enemigo, cabe decir, sin censura alguna.

Su principal problema es que también es justo lo que se esperaba en el aspecto sexual del juego. Killer is Dead es un juego casi misógino, toda mujer existente en el juego es un cliché o un objeto para ser rescatado, mirado, aleccionado o conquistado y tratado como un trofeo. Desde luego, no hay que tomárselo más allá que como la gran broma que es, con detalles como el pulgar triunfante y el grito de celebración que se oye de fondo cuando Mondo conquista a una chica a base de mirarle el escote sin que ella se fije para conseguir el ímpetu necesario para hacerle un carísimo regalo (y repetir maniobra), no deja de ser una grandísima exageración en tono cómico, pero que recompensa únicamente al público masculino con chicas en ropa interior y diversas posturas. Por mucho que el propio Suda51 afirmase que este modo también serviría para ver el carácter de Mondo y la fuerte personalidad de las chicas, mentía.

Este Modo Gigoló no deja de ser una prueba totalmente secundaria, pero curiosamente parece tener mucho más peso que el resto de misiones secundarias (de muy diversa índole, de combate, exploración o recolección) que no te llaman en mitad de una misión para recordarte que están listas para volver a ser jugadas, ni te recompensan con funciones adicionales para el brazo mecánico Musselback, que a su vez tienen muy poco uso en combate y sirven más bien para explorar los escenarios y, por ejemplo, taladrar paredes para conseguir nuevas bonificaciones o para encontrarte a la enfermera cachonda de turno que, después de unos cuantos desafíos de tipo arena, también quiere desnudarse para tí. Y no sólo están fuera de la historia estas mujeres-objeto. Tenemos la indefensa princesa a rescatar, la mujer materialista, la chica inocente y exagerada que no hace más que ruido,... Cuesta imaginar a una sola mujer disfrutando de este panorama, por mucho que se lo tomen como la mayor de las bromas. Todas ellas apartadas con un sencillo «Nunca lo entenderías, los trenes son la pasión de un hombre.»

¿Trenes? Bueno, sí, Killer is Dead tampoco decepciona en cuanto a villanos se refiere. No todos tienen el discurso propio que forma un carácter en dos minutos como los de No More Heroes, pero sí que pueden llegar a ser, en algunos casos, más rebuscados y hasta originales que los de Killer 7, pero también hay extravagancias y locuras como un gigante pseudo-alienígena o un tren demoníaco, o el mismo villano principal, un loco no tan loco que vive en la cara oculta de la Luna envuelto en una especie de bikini masculino hecho de oro puro. Que no deja de ser algo que uno podría perfectamente esperar de Suda51.

Podríamos encabezar las siguientes líneas con un «Pero dejando el contenido sexual a un lado...» pero realmente no es algo que se pueda apartar como unos guisantes de tu plato. La Luna y las mujeres son las dos obsesiones de Killer is Dead, comparten protagonismo por igual, pero una es menos atractiva que las otras por mucho que la tiñan de color tras cada capítulo y tras cada frase sentenciadora. Hasta la propia rejugabilidad del título tras las diez horas de la partida inicial, salvo que uno sólo busque la satisfacción del completismo y de conseguir una calificación AAA en cada fase de cada nivel de dificultad, está enfocada al aspecto sexual. Muy al estilo de Ninja Gaiden, superar determinadas pruebas o realizar determinadas acciones desbloquea la posibilidad de comprar carísimos atuendos extra o ropa interior para las chicas a las que tirarles la caña, chicas que sin una galería o una participación activa en las misiones, obligan a repetir una vez más el proceso de ligoteo, miradas, escotes y regalos para volver a ver las únicas secuencias del juego que no se pueden saltar y, por fin, poder ver esos nuevos atuendos.

Deja un sabor agridulce que Killer is Dead haya decidido tomar este camino de la sexualidad exagerada cuando con su estilo visual, su gran banda sonora dirigida por Akira Yamaoka y un sistema de combate que convence, habría llegado mucho más lejos si sólo se hubiese tomado un poco más en serio.