Analisis Killer Instinct ,XONE

Nadie podía imaginar que 2013 sería el año escogido para la resurrección de Killer Instinct. Uno de esos caballos de guerra perdidos en una Rare antaño legendaria hoy olvidada y desnotada. Tan olvidada que, de hecho, el tercer juego de la serie ha salido de la mano de Double Helix, un estudio de mala fama que fue prejuzgado, abucheado y criticado por muchos antes de poner la mano sobre el fighting ni cinco minutos. La lucha, ahí donde la ves, es un género peculiar, del que todo el mundo se erige magnánimo a la hora de opinar de ella. Con un par de miserables combates ya tienen derecho a sacar conclusiones precipitadas y pasearlas con desdén, y con la presente obra también ha ocurrido.

No es menos cierto que el diseño de los personajes, la apariencia de los mismos personajes y algunos elementos que han querido innovar (o al menos ‘modernizar’) han quedado con una apariencia que fue muy discutida en su momento, pero no justifica el castigo recibido en los últimos meses. La polémica acontecida durante el Reveal de Xbox One con Microsoft también acabó salpicando al título, que se vio inmiscuido en un fuego cruzado que no le acabó beneficiando en absolutamente nada. Su presentación en el EVO, el campeonato más importante de lucha, acabó entre abucheos, algo sonrojante para un equipo que nada tenía que ver con Don Mattrick y compañía.

Y a la hora de la verdad, es un videojuego interesante, profundo y de mecánicas aptas para todos los jugadores que puedas imaginar. De hecho, los menos duchos, con poco esfuerzo, serán capaces de disfrutar de una experiencia muy satisfactoria; los más avanzados tenemos una serie de mecánicas tomadas de los reyes del género y alguna que otra licencia propia que hace muy interesante la resurrección de Jago y cia. Interesante en el sentido jugable, en todo lo que puede abarcar y lo que acabará dando de sí con el paso de los años si el modelo de negocio acaba funcionando.

Un modelo, por cierto, que te permitirá jugar gratuitamente con Jago a prácticamente todos los modos. A partir de aquí, 5 euros para poder continuar y tener acceso a competir en las igualadas y recibir logros; 20 euros para acceder a todos los personajes de la temporada; 40 euros por una edición como la anterior con el Killer Instinct original de arcade y algunos extras para la apariencia de los protagonistas disponibles. Mi caso: una semana estupenda tras pagar cinco euros por Jago y partir cabezas en Igualadas. Hoy, ante ustedes, el 26º Jago de la clasificación mundial. Estoy disfrutando mucho de él y estoy convencido de que a poco que sepas ver lo que encierra, tú también lo harás.

Pasando de forma no muy pesada por las mecánicas, contaros que premia a los que saben hacer y acabar las combinaciones de golpes: el machaqueo tonto sin cabeza castiga, y mucho, la vida que restas al rival. Luego está el mítico Combo Breaker, una habilidad que permite cortar ataques del rival si adivinas cuándo y con qué está golpeando. Fallar en ese punto te castiga con tres segundos de penalización sin poder responder que resultarán muy peligrosos para el devenir del resultado. Se han habilitado combinaciones automáticas y manuales, siendo las segundas las que realmente definirán a los buenos y malos luchadores en Killer Instinct.

Hablando de acceso total a la obra y de los 20 euros que cuesta, se nos ofrece, de momento, seis personajes, más dos que vendrán durante los próximos meses. Ese modelo de negocio, el de las temporadas, está siendo duramente criticado por algunos usuarios que no acaban de ver claro lo que tienen entre manos los desarrolladores. Si lo analizamos no parece tan descabellado, y a la larga, podría resultar muy positivo para nuestro bolsillo. ¿Cómo? Tomando lo que es el modelo actual y entendiendo que Killer no puede competir en el mismo territorio que lo está haciendo DOA 5 Ultimate o Tekken Revolution, proyectos también gratuitos en 360 y PlayStation 3 que vienen de DOA 5 y Tekken 6, dos productos que ya tuvieron un recorrido muy rentable por el mercado y que luego, además, apostaron por el F2P. El que hoy reseñamos ha salido desnudo, sin nada detrás, por lo que resulta difícil que pueda ponerse a la altura de lo que dan Tecmo y Namco.

Permitidme hablar de más competencia. Street Fighter IV ha sido el fighting más famoso de la ya pasada generación: con la primera entrega, Super, Arcade y Ultra se han visto, tirando a corto, cuatro hipotéticas temporadas desde su estreno. Pagamos 60 por el primero, 40 por el segundo, 20 por el tercero en línea y pongamos, 15 euros on-line por el último. La cuenta sale a 135 euros que muchos hemos pagado gustosos y que otros se bajaron del carro cuando quisieron sin poner un euro más. Manteniendo el ritmo que tiene Killer Instinct, si acaba funcionando, acabaremos la hipotética cuarta temporada tras pagar 80 euros con 32 personajes. No me parece una cifra descabellada estando como está el género en la actualidad. Y menos si no obligan a nadie a hacerlo.

El gran problema del título es la ausencia de salas en las que jugar más de dos jugadores. De hecho, es una decisión que por barato que resulte, carece de todo sentido. Es una falta difícilmente justificable y en la que todavía, oficialmente al menos, no hay ni un miserable atisbo de corrección al respecto, por lo que cualquier opinión sobre el asunto, de momento, es pura especulación. Obviando ese terrorífico error, y la falta de finales y un modo arcade tradicional que ha parecido ofender también a muchos jugadores, el que pretenda jugar on-line y escalar posiciones en el ranking del mundo, tendrá una opción interesante por un precio más que interesante para comenzar su andadura en la nueva generación.

Killer Instinct se ha convertido por sorpresa en uno de los puntales de Xbox One. Si su condición de temporadas no acaba resultando fatal para su fama, tendremos ante nosotros un juego que podría acompañarnos durante muchos años. Ojalá así sea: verlo crecer sería estupendo, ya que tiene mucho dentro de su ser y ha terminado cerrando más de una y dos bocazas. Descárgalo, juégalo, y si te gusta, quédatelo por el precio que te apetezca. Sin más.