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Analisis Kholat ,PC

Una fuerza desconocida e inconmensurable.
Sábado 26 de Diciembre de 2015 por Diego Emegé

Kholat está basado en el Incidente del Paso Dylatov, uno de los grandes misterios de la historia, en el que nueve excursionistas desaparecieron y fueron encontrados muertos en la nieve de los montes Urales. Según los indicios, los excursionistas habían rasgado su tienda de campaña desde dentro intentando salir, caminaron descalzos y con poca ropa a través del frío extremo. Los investigadores informaron de que los cadáveres mostraban signos de lucha: dos de los jóvenes tenían los cráneos fracturados y dos costillas rotas, y a otra del grupo le faltaba parte del rustro debido a la descomposición post mortem. Además, cuatro de los cadáveres contenían importantes niveles de radiación. Los investigadores soviéticos declararon que la responsabilidad de estas muertes solo habría podido corresponder a «una fuerza desconocida e inconmensurable».

 

Ahora que tenéis la chicha del asunto, imaginaos que sois el señor actor Sean Bean y que os dais una vuelta por los Urales para investigar las muertes de los nueve excursionistas recogiendo cartas y páginas de sus diarios. Eso es Kholat. Sería fácil encasillarlo como otro clon tardío de Slender, puesto que la fórmula esencial es la misma: caminamos recogiendo las páginas y, a veces, nos toca correr para escapar de una figura sombría. Lo que hace que Kholat se aleje un poco de este planteamiento es que la figura que da miedete no siempre nos persigue y que cada página que encontramos proporciona una nueva pieza del rompecabezas narrativo, sea a través de un texto o de la voz del señor Bean.

 

 

El juego está marcado por tres actos, de los cuales el segundo tiene el mayor peso, por llevarnos al paraje montañoso donde los jóvenes conocieron su horroroso destino. Contamos con un mapa en el que podemos comprobar los lugares clave según una lista de coordenadas, con una brújula y una linterna. El objetivo es visitar los nueve lugares para encontrar las páginas y llegar a entender qué les pasó a los mozos. Aparte de localizar los emplazamientos, es importante hacerse con las páginas, puesto que algunas de ellas dan una visión más completa sobre los misterios del acontecimiento y, además, al encontrarlas el juego guarda nuestros progresos, y eso es algo importante, porque la muerte acecha. En ocasiones el tono albino de la pantalla se tiñe de naranja con la llegada de una especie de sombras gaseosas que debemos evitar sigilosamente, o a la carrera en ciertos casos. Cuando estas nubes misteriosas se acercan el juego ejecuta ciertos eventos scriptados. Para salir con vida, toca encontrar la página que tengamos cerca antes de que las criaturas que aparecen nos quiten la vida, aunque estos eventos están muy separados en el tiempo y no son frecuentes.

 

Si no estáis acostumbrados a la naturaleza o no tenéis ojo para el detalle os perderéis mucho. Todo está cubierto por la nieve y el exterior muestra poca diferencia. Por suerte Kholat se porta bien con nuestros ojos y nos propone visitas (no guiadas) a cuevas, un bosque calcinado, un enorme árbol o un trono levantado con cierto material que da respeto. Lo cierto es que cada emplazamiento tiene suficiente personalidad como para dejarse embelesar por el entorno y disfrutar un poco de las impresiones visuales y sonoras.

 

 

Lo que más aterra de la experiencia no son los seres que acechan en la oscuridad, sino la sensación de angustia y urgencia que provoca el estar perdido en la naturaleza. Cada lugar se empareja con una ambientación realista y unos efectos climáticos que, potenciados por el estupendo apartado visual, facilitan el creerse lo que vivimos en soledad. Por otra parte, los elementos hablados son realmente creíbles y, mientras que algunas páginas que encontramos son genéricas e insignificantes, otras parecen relatos horribles gracias al buen trabajo de Bean. Como estas páginas han sido escritas por distintos protagonistas, resulta mucho más útil encontrarlas que en otros juegos del estilo, porque proporcionan distintas perspectivas sobre el misterio que nos ocupa.

 

Los jugadores no recibimos apenas pistas sobre lo que hacer: nos sueltan en la naturaleza con la única obligación de utilizar nuestra intuición. Tras un proceso de aprendizaje sobre la relevancia de los emplazamientos y cómo utilizar correctamente las herramientas de que disponemos y las coordenadas, el juego se deja jugar como la seda, hasta el punto de acabarse relativamente pronto; lo cual a algunos puede saberles a poco, teniendo en cuenta que la mitad del tiempo lo pasamos mirando rocas nevadas. En resumen, Kholat es una propuesta entretenida con una presentación excelente que podría haber ganado en profundidad mecánica, pero como fanático del terror, siempre agradezco la existencia de nuevos nombres.

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