Analisis Illusion: A Tale of the Mind ,PC,PS4
¿Alguna vez has estado deprimido? ¿Alguna vez has notado una voz en tu cabeza que te repite, una y otra vez, lo repugnante que eres? ¿El asco que das? ¿Cómo todo el mundo sufre a tu alrededor? La depresión entra en tu cabeza como una gota grasienta y oscura que va ampliándose, extendiéndose como el cáncer y bloqueando el acceso a tus recuerdos felices y a cualquier percepción positiva que tengas.
Y ese, queridos lectores de Mundogamers, es el mundo en el que se ambienta Illusion: a Tale of the Mind.
Illusion: A tale of the Mind es un juego indie que no pasa desapercibido por su precioso diseño artístico. En él acompañaremos a Emma, una niña encerrada en una jaula y a Topsy, su conejito de peluche, por un mundo dominado por una masa de brea oscura y pegajosa. Pronto descubriremos que estamos en el mundo de los recuerdos de un hombre que trabajaba en un circo y que está profundamente abatido porque ha perdido a su gran amor: Marion.
A lo largo de los niveles iremos descubriendo el pasado de Euclide, el protagonista de nuestro mundo, mientras revelamos grandes preguntas que tendrán los jugadores desde el minuto uno como quién es Emma y por qué está ahí encerrada, nos enfrentaremos a un ser malvado que parece omnipotente y que nos vigila con un ojo cruel y una voz malévola y maníaca.
Esa voz. Esa misma voz. Sabes cuál es, porque también está en tu cabeza. La voz que te dice que qué vergüenza, que cómo vas a ir en bikini con lo gorda que estás. Esa voz que te impide intentar algo porque sabe que fracasarás de antemano; esa voz que te martiriza diciendo que en realidad, ni el más miserable de los mortales te quiere.
E Illusion: a Tale of the Mind, lo escenifica soberanamente bien.
La dirección artística de Illusion: ATOTM es simplemente maravillosa.
Illusion me ha recordado a tres grandes juegos poco convencionales con una dirección artística fuera de lo común. Por un lado, el diseño de la propia Emma y Topsy, creados comos si fueran muñequitos en acuarela escapados de un cuento ilustrado para niños, es increíblemente parecido al de Bastion con unos toques góticos más que deseables. En un mundo oscuro, negro y corrupto, donde los recuerdos se representan a través de voces y de carteles en tonos sepia, Emma lleva un vestido rojo que refleja la pasión, el amor y la vida y su pelo es blanco como la luz de la luna.
Las voces, además, sin doblar al castellano, son increíblemente acertadas. Emma llora, grita y sobre todo jadea mientras camina por las calles, agotada por la enorme cantidad de sensaciones y de percepciones que tiene que ver a su alrededor. Al mismo tiempo, las voces de Euclide y de Francis se han mantenido con acento francés, envolviendo el mundo en el interior de la mente del propio Euclide en una historieta en forma de cuento en absoluto apta para el público infantil.
Los diferentes elementos que encontraremos en el juego son todos de corte onírico y surrealista: un ojo sobre nuestra cabeza que todo lo ve, manos que salen de las paredes a lo Dentro del laberinto, la famosa película de David Bowie, o incluso neuronas de colores que cambian el mundo que nos rodea cuando les pegas una patada.
Al mismo tiempo, Illusion a Tale of the mind tiene un toque que recuerda a Journey en la increíble creación de sus escenarios, en la importancia de la luz y sobre todo en la bufanda de luz que representa a la vida y que se mueve con nosotros conforme vamos caminando.
Por último, su forma de jugar con las perspectivas, de crear escenarios y espacios en dos niveles y de hacer girar la cámara continuamente para impedirnos ver o potenciar el efecto dramático de lo que nos rodea, es muy similar al de Brothers, otro juegazo indie que merece mucho la pena de los mismos creadores que A way out.
Puzzles complicados y sinestesia audio visual
El juego no nos da ninguna pista acerca de lo que tenemos que hacer en cuanto, en el minuto uno, nos liberan de nuestra jaula. A partir de este primer puzzle nos encontraremos a menudo completamente atascados en rompecabezas lógicos que recuerdan a esos juguetes para niños inteligentes de nuestra infancia, pero que exigen mucho (pero mucho mucho) de un adulto.
Illusion: A Tale of the Mind juega, tal y como su nombre indica, con las ilusiones y las percepciones. Algunos de los enigmas que tendremos que resolver para abrir una puerta es ir moviendo a nuestro personaje hasta encontrar un punto en el mapa en el que la voz de la cabeza de Euclide se más aguda y se entienda mejor. También tendremos que operar varios telescopios que cambian la perspectiva de la cámara y que nos obligan a encontrar el ángulo exacto en el que los objetos forman siluetas en el aire. Tendremos que hacer moverse giroscopios hasta crear un dibujo o simular formas con las sombras que nos encontramos.
Y cada uno de estos puzzles es un auténtico quebradero de cabeza con toques a nuestra nostalgia infantil más compulsiva. A cuando estábamos tumbados, aburridos, y jugábamos a hacer moverse los objetos sin tocarlos guiñando un ojo y luego el otro, al teatro de sombras, a las marionetas. Sin embargo, en Illusion, estos juegos se convierten en mecánicas sorprendentes, novedosas y complejas que ya han hecho que una gran cantidad de gente en Internet se vuelque sobre los gameplays buscando encontrar una salida.
El juego es confuso a propósito al principio, haciendo que te pierdas en los mapas y los mundos que presenta para simular la sensación de pérdida y despiste que tienen las personas deprimidas en el interior de su cabeza. Sin embargo, algo que no me ha gustado, es el hecho de que te hagan ir y volver, simplemente a por una pieza, en un mapa increíblemente extenso, de forma que se alarguen de forma innecesaria las horas de juego.
Como conclusión sobre Illusion: A Tale of the mind
Puede que Illusion no pase a la historia de los videojuegos como una revolución, pero sin duda se trata de un gran acierto en cuanto a aventuras gráficas y juegos de exploración se refieren. Y a mí, que me cuesta tanto engancharme a los juegos, personalmente, me ha encantado.
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