Analisis Hitman 3 ,SERIESX

Hitman 3 es una carta de amor al escenario y a recorrerlo. Los asesinatos son una excusa para pasear, para conocer a todas las personas que viven en él, para interactuar con objetos, abrir puertas, envenenar copas, abrir cajas y disfrazarse, disfrazarse muchísimo para convertirte en una parte de él. Muchas veces, durante las siete horas y media que me ha durado el juego, me he olvidado de lo que tenía que hacer. Me apetecía muchísimo más descubrir cómo estaba conectado todo, quién vivía en él y qué recorridos hacían.

 

Esto ya lo venía haciendo Hitman durante esta trilogía, pero es lo que de este juego es de otro nivel. Hay muchísimo mimo en lo estético, en la ambición por sorprender al jugador por la puesta en escena inicial, en los pequeños rincones que hay dentro de cada localización, en cómo se conectan entre sí, y en cómo quienes campan por ahí vagan y se relacionan. Todo está perfectamente puesto para que funcione como una unidad. Eso es Hitman 3, descubrir eso y fusionarte con ello. Y cuando ya lo has hecho, pues vas y matas a quien toque y a otra cosa.

 

 

Hitman 3 es muy fino es su propio planteamiento particular y súper concreto. Es una manera de plantear asesinatos seria, rígida, firme y profesional. Como explícabamos en el podcast en el que avanzábamos el juego, es difícil no ver a Hitman 3 como un tablero de ajedrez; bueno, más bien como ese ajedrez tridimensional de Big Bang Theory (heredado de Star Trek), con sus niveles verticales conectados y acciones que influyen en varios planos a la vez. Pero es que es eso, es un juego de mesa, un juego de fichas que se mueven y se reordenan para dar un jaque final. A veces las cosas salen bien, a veces las cosas salen mal, pero la partida siempre es divertida.

 

Este videojuego tiene una duración muy bien medida. Parece corto, pero la verdad es que se disfruta mucho cada nuevo nivel, casi como si cada uno de ellos fuera un nuevo videojuego en sí mismo; y es poderosamente rejugable para los curiosos. Hay un par de escenarios en concreto que son especialmente gustosos. Simplemente caminarlos es muy placentero, y también hay algunos de los que os aburriréis ver capturas de ellos en redes sociales por su apabullante presentación.

 

 

¿Quiere decir que Hitman 3 es un portento gráfico? Pues no. Es un videojuego que sabe hacer mucho con muy poco; muchísimo, en realidad. Sus luces, sus ambientes, la tremenda cantidad de personajes que aparecen en pantalla, su apartado sonoro y sus voces consiguen meterte de lleno en la acción. Hay algunos momentos que el juego te dejará muy gratamente sorprendido por lo que ves, pero no por sus animaciones, por las reacciones de personajes o en las dinámicas de interacción.

 

Porque aunque los niveles sean maravillosos, amplios, bien diseñados y fantásticos, tanto las acciones que podemos realizar en ellos, así cómo las dinámicas que se desatan al iniciarlas, flojean. Y ese el mayor problema del juego: que la tremenda flexibilidad del escenario, y que se respira gracias a su buen diseño, no te deje hacer todo lo que te gustaría hacer. Hay una rigidez que a veces es hasta disonante.

 

Es en estos detalles en los que se nota que Hitman 3 ya es hijo de otra era, que necesita una renovación profunda. Porque aunque es totalmente cierto que los niveles funcionan, cuentan historias fantásticas y te llevan a varias situaciones divertidísimas e inesperadas, al juego se le ve el cartón en demasiadas ocasiones. Claro que luego llegas a una nueva fase, te dicen lo que tienes que hacer para liquidar un objetivo, y todo esto se te olvida.

 

 

Puedes abordar Hitman 3 sin haber jugado a los anteriores. Es el más fino de todos y el más recomendado, sin duda. Pero aunque quieras ver en el agente 47 a un sicario ninja al que le va la marcha, es más un Mortadelo (creo que esta referencia ya está vieja) inteligente, astuto y pausado. Disfrutarás mucho de Hitman 3 si te lo tomas con calma, pero lo aborrecerás si te crees que esto va de liarse a tiros. Esto es más una aventura gráfica o un puzle y, bajo esa perspectiva, la experiencia es notable. Buen acabado artístico, justico en su animaciones, buenos puzles y retos y, en resumen, súper disfrutable, de esos juegos que apagas la consola y te los llevas en la cabeza: "¿cómo puedo noquear a ese guarda sin que me descubran?" Pero ahora, tras disfrutar de la cacería, toca renovarse.

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