Analisis Hitman 2 ,PS4

Es difícil saber cuándo un videojuego episódico va a funcionar. El panorama nos dice que es un formato más adecuado para historias interactivas como la de Life is Strange, pero también ha tocado otros palos como el sigilo de République (para móviles) o el del juego que hoy nos ocupa. Así empezó el Hitman de 2016, y los hechos indican que pretendía dibujar una senda que se iba a extender a lo que hoy recibimos como Hitman 2, pero la separación de Square Enix y la posterior acogida de IO Interactive por parte de Warner Bros. propiciaron una vuelta al lanzamiento tradicional.

 

Creo pertinente empezar con este apunte para entender por qué esta nueva entrega se percibe tanto como una extensión del juego que la precede. Todo indica que se trabajó en ella antes del cambio de distribuidores, y que por ende también iba a ser episódica. Tiene mucho más sabor a segunda temporada, a expansión de lo estrenado hace dos años, que a secuela con todas las letras. Por suerte, pese a ese sabor tan familiar tiene la suerte de construirse sobre un concepto tan bien definido y sólido que es difícil no dejarse llevar otra vez, calzarse el traje negro, anudar la corbata roja y entrar en faena. Y a eso vamos.

 

Seis son los nuevos mapas que componen Hitman 2, tableros de juego llenísimos de variables en los que no faltan maneras de enviar a la gente a criar malvas. Son la caja de arena del asesino profesional. Puedes disfrazarte, envenenar a la gente de mil maneras, causar accidentes, camuflarte entre la multitud, apostar por lo clásico buscando un lugar seguro desde el que asestar un tiro limpio, plantar trampas… todo está preparado para que decidas alinear los astros si así lo deseas, lo único que necesitas es paciencia y un buen plan.

 

La gran diferencia entre el sigilo tradicional y el del agente 47 es que el segundo aprovecha las oportunidades que ofrece lo cotidiano. Es tan divertido entrar en la sala más bien protegida de un edificio pionero en seguridad como disfrazarse del jardinero de un barrio residencial para colarse en una fiesta de cumpleaños. Hitman 2 sabe potenciar esto con mucha más soltura, y brilla especialmente en los mapas de Wittleton Creek, Numbai, Santa Fortuna y Miami: un barrio rico, los suburbios de una metropolis de Bollywood, una aldea selvática y un gran premio de fórmula 1.

 

 

Lo que también ha subido de nivel es la escala. Los mapas son bastante más grandes que los del juego de 2016 y lo mismo ocurre con las barreras de seguridad. Hay más jerarquías en el mundo de los disfraces, se tarda más en llegar a tener el típico que sirve de salvoconducto y, aun así, siempre hay gente que descubrirá tu engaño. Cada objetivo tiene rutinas más largas, e incluso cuando entran en bucle varían en los diálogos, y también se incorporan situaciones con limitación temporal en los que debes darte prisa si quieres aprovecharlas.

 

La mezcla, por plural y dopada que sea, sigue funcionando mediante el mismo esquema. Mecánicamente no ha cambiado casi nada, repite un sistema de control con los tiempos muy marcados que prioriza el avance a pie, que no termina de convencer con respecto a los conos de visión del enemigo y que deja poco espacio para quienes quieran liarse a tiros. Poder, se puede, pero el propio diseño se encarga de dar a entender que el tiempo de los gatillos es para cuando se haya dominado todo lo demás. Hasta entonces, tienes varias historias que seguir, papeles que interpretar y muertes variopintas que perpetrar.

 

 

La oferta viene más cargada que nunca con más contratos creados por la comunidad, todo el primer juego añadido aquí si ya lo tenías, el regreso de objetivos escurridizos -tienes un solo intento para acabar con una víctima que aparece como evento temporal-, un modo Sniper Assassin en el que toca usar el rifle con mira telescópica y coordinar los asesinatos desde el lugar en el que estás apostado, de tal modo que ningún objetivo escape, y la novedad del Ghost Mode, el estreno de un multijugador en el que compites contra otros para ver quién consigue acabar antes con el objetivo. El gran ausente son los contratos escalados, que parece que se pierden esta secuela.

 

Hitman 2 es, como su antecesor, un juego con dos tipos de experiencia. La primera es la que te enfrenta a un mapa desconocido y te obliga a aplicar lo aprendido para eliminar al objetivo, la segunda es la que se va abriendo a medida que sumas partidas, y es en esta donde verdaderamente se explota todo su potencial. Consigues nuevos puntos de entrada, te haces con nuevos gadgets a medida que crece tu maestría con cada mapa y te aprendes la localización de cada objeto para ser más eficiente, rápido, letal. Como título que apuesta por la repetición, sigue siendo un referente.

 

 

47 vuelve demostrando que es un maestro de su terreno y un aporte muy necesario al género de sigilo. Cada localización es un gran engranaje que funciona al dedillo y la consecución de un asesinato planeado, cocinado y reposado ofrece una satisfacción que es tan difícil de explicar como de encontrar en otro lado. Todo está mejor pensado en un regreso que, más por fuerza mayor que por voluntad, sabe a segunda temporada episódica aunque se estrene de golpe. El sabor es tremendamente familiar, pero la calidad es indudablemente buena. Al final, creo que es con lo que debemos quedarnos. 

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