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Analisis Evolve ,PC,PS4,XONE

Una ensalada de canónigos con rulo de cabra.
Miercoles 18 de Febrero de 2015 por Diego Emegé

Evolve llegó a mi vida hace demasiado tiempo. Ni siquiera voy a hacer el esfuerzo de mirar cuándo comencé a interesarme por él ni cuándo lo pude jugar por primera vez. Solo sé que siempre ha estado en mi punto de mira desde que salió a escena. El periodista de videojuegos, analista de productos comerciales, cuando está en contacto tanto tiempo con un producto antes de que llegue a su versión final, puede acabar generando una idea en conjunto del producto muy viciada por las sensaciones originales y las expectativas. Lo personal tiene que desdibujarse para tratar de plasmar la idea más general y objetiva que pueda obtenerse de la experiencia. Ahora bien, tras pruebas, una alfa y una beta, siento que el juego que acecha desde lo más alto de mi catálogo de Steam no es una versión terminada.

 

Siempre me ha divertido Evolve, siempre. Y sigue haciéndolo. Pero cuando pienso en lo que obtengo de cada partida me cuesta elegir una postura. A veces siento que la experiencia es vacía, y que podría expandirse muchísimo, porque el juego tiene una base brutal. Otras veces, me doy cuenta de que la adrenalina que fluye por mis venas tras una partida es suficiente justificación para seguir jugando. Y me planteo: ¿en qué se ha convertido el juego que tanto esperaba? Aún no lo sé; voy a tratar de responderme y responderos, pero por ahora, centrémonos en lo que ha logrado Turtle Rock.

 

 

El carisma de los personajes y sus comentarios son un ingrediente principal de la salsa que le da sabor al plato.

 

Queda muy poco para que veamos regresar a nuestros cines la saga de Parque Jurásico, y me encanta que los primeros tráileres hayan coincidido con el lanzamiento de Evolve, porque si hay algo que me fascina es cómo ha sido capaz el equipo de desarrollo de lograr un entorno tan rico y único. El diseño artístico es un portento que afecta a todos los aspectos del juego, y en especial a los monstruos, pero la grandeza del título reside en la atmósfera que  se crea. Gran parte del tiempo lo dedicamos a viajar de un lado al otro del escenario, sin tener delante al monstruo, y es aquí donde entran la exuberancia de la flora y la fauna del planeta Shear, con sus extrañas plantas y sus peligrosos ríos tóxicos, con sus afiladas elevaciones y sus tenebrosas cavernas, con sus enormes bestias y su aire distinto. Shear nos dice desde el primer momento que no deberíamos estar ahí.

 

Sé que mucha gente considera que parte de la magia perdida de Evolve está en el hecho de que gran parte del tiempo lo dedicamos a un estúpido pilla-pilla, y no podrían estar más de acuerdo. Pero algunos de nosotros vemos esa mecánica básica como un ejercicio de paciencia y de creatividad, y una oportunidad para meterse en la mente del contrario. De entrada, esto puede echar a muchos atrás, y no pasa nada, porque no es un juego para la masa. Es grande, pero peculiar. Dentro no se buscan ni héroes ni estúpidos. Aquí se viene a jugar con coco, tanto si somos monstruos como si somos cazadores, y cuanto antes os entre en la cabeza antes comenzaréis a entender lo opuesto de mi punto de vista.

 

 

Controlar al monstruo es la mejor opción si no os van los tiros o si preferís un acercamiento más sigiloso.

 

¿Qué culpa tengo yo de que mi equipo sea manco? Ninguna y toda. Hay que hablar, y hay que hacer que hablen. El inglés es el idioma universal, y lo más importante cuando estamos dentro es comunicarse con el equipo. En el caso del monstruo, la única opción es hacerlo lo mejor que podamos y rezar por que los cazadores no estén bien coordinados, pero en el caso de los cazadores, de los jugadores que hay detrás de Maggie, de Hyde, de Lazarus, de Cabot… depende de su capacidad para permanecer unidos, o, por lo menos, de que tengan claro que la victoria pasa por la comunicación y la empatía. Es durísimo encontrar un equipo decente, os lo aseguro. Yo no soy ningún experto, pero me defiendo, y si hay algo que se me da bien es controlar lo que ocurre a mi alrededor. Por eso puedo hablar de la frustración que siento cuando acabo ciertas partidas, y no precisamente porque «mi equipo me haya hecho perder», sino porque uno se siente muy solo si no hay conexión con el resto.

 

Por otra parte, el planteamiento de los modos de juego puede acabar siendo insulso. Hay variedad, y se agradece, pero sin originalidad. Además, ¿qué hay de la sensación de continuidad? El único medio de transmisión de esa sensación son los comentarios de los cazadores y el propio planeta Shear. Por lo demás, la experiencia de juego está fragmentada, y eso se nota especialmente en el modo campaña, el llamado modo Evacuación. Si hay algo fantástico de ser pocos en cada partida es que en este modo la sensación de «viaje» tiene que ser muy, muy patente. Pero no lo es. Quizá por la forma en que están planteados los escenarios, nos quedamos sin tener esa noción de avance y de progreso, como sí se notaba en Left 4 Dead, también obra de Turtle Rock. Aquí el viaje tiene que ver con un sistema de progreso por el que cada uno lucha personalmente, y por esa Shear, que nos cuenta todo con su entorno. El modo que mejor habla del viaje es el modo Defensa, por lo intenso y catártico que puede llegar a ser.

 

 

Cuánto tenemos que aguantar a veces para ver este mensaje...

 

Pero, ¿sabéis qué? No voy a dejar de jugar. De la misma forma que en su día llegué a dedicar casi 100 horas a Left 4 Dead, Evolve se convertirá en ese juego que siempre me guardaré en la recámara, porque si hay algo que hace bien es dar una experiencia exclusiva e imposible de encontrar fuera de aquí. Quizá sea por el juego asimétrico, porque cada paso del sistema de nivelado es un logro que recordaré —a diferencia de cada arma que logré desbloquear en Battlefield 4—, o quizá porque la sensación de cazar es tan sumamente satisfactoria que estoy empezando a generar una adicción. Francamente, estoy deseando poder jugarlo sin acordarme de vosotros a cada paso que doy.

 

Ponerle nota a Evolve es como ponerle nota a la ensalada de canónigos con rulo de cabra. Si no te gusta la verdura, te va a dar hasta asco acercarte a ella, pero si te gusta, te va a encantar. Aunque, claro, si te tiras todo el día comiendo ensalada de canónigos con rulo de cabra, acabas cansándote de los canónigos de las narices y del rulo de cabra de los cojones. No voy a intentar venderos que os gustará la verdura, porque si no os gusta, no os gusta, pero sí que os voy a decir lo que siempre le digo a mi hermana cuando yo estoy comiendo un plato de verdura delante de ella: «si te gustara, te gustaría».

 

Este análisis se ha realizado en PC, usando la versión comercial de Evolve, que nos llegó de la mano de 2K Games España el 10 de febrero, a partir de la experiencia de juego de una semana.

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