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Analisis El testamento de Sherlock Holmes ,PS3,PC,X360

Llevan mil años esperando
Domingo 09 de Agosto de 2015 por Rafa del Río

Algo ocurre con Sherlock Holmes. Cuando vemos o leemos sus historias quedamos perplejos y expectantes, siguiendo sus pasos de principio a fin. Pero a la hora de jugar es imposible sentirse en su pellejo. Cuando nos introducimos en uno de los casos de este famoso detective nos vemos forzados a sentirnos meros espectadores. No es un fallo a la hora de diseñar el juego, simplemente Sherlock es así. Si nos ceñimos a la reciente serie televisiva o hemos leído alguna de las novelas, sabemos perfectamente que es imposible seguir el ritmo de su mente. Cuando nos involucramos en la trama y todo tiene un sentido coherente y ordenado, Holmes nos descuadra dejando salir de su cabeza toda un serie de estrategias que cambian completamente el curso de la aventura. Quizá nos sintamos más como Watson, que se ve empujado a ese estado de perplejidad al ver del abismo que separa su mente de la de Sherlock.

 

En el fondo, cuando entramos en el mundo de Arthur Conan Doyle, sabemos a lo que vamos. Queremos recopilar pistas, resolver acertijos y sacar conclusiones. Eso es lo que Frogwares nos pone en las manos. Se nos presenta un caso y, según avanzamos, vamos realizando nuestras propias deducciones y cogiendo el ritmo. Lo que realmente nos gusta de este capítulo, no son el sinfín de minijuegos, en forma de cerraduras y puzles que encontramos a nuestro paso si no que, mediante la recopilación de pistas, se nos establece un sistema de deducciones en forma de tablón de anuncios. Este es el momento en que nuestra capacidad de interpretación de los hechos y nuestro poder deductivo toman el papel protagonista. Entonces encontramos dos tipos diferenciados de puzles: en uno de ellos debemos resolver juegos matemáticos, como series, para abrir cerraduras o traducir un texto encriptado. Por otro lado, se nos muestran las pistas encontradas y se nos pide que elijamos entre tres interpretaciones posibles, hasta dar con qué ocurrió realmente.

 

Lacrudeza de las novelas de Doyle queda plasmada en esta obra.

 

Dejemos de lado la idea de libertad de juicios que puedan desembocar en caminos erróneos. No tenemos esa posibilidad. Todas las conclusiones a las que lleguemos, son forzadas y hasta que no demos con la correcta no podemos continuar. Eso nos hace ver que la desarrolladora nos lleva de la mano, lejos de divagaciones y salidas de guión. Es una historia con su principio y su final y nosotros estamos para ayudarla en su transcurso. Nuestra labor no es la de resolver el caso, para eso esta Sherlock, nosotros jugamos un papel más cercano al de un ayudante que allana los baches del camino. Todo el transcurso de la historia debe arrinconarnos para que el detective aparezca y desvele un complicada secuencia de acciones que ni se nos hubiera pasado por la cabeza y da la vuelta al caso. Al fin y al cabo lo que hizo famoso al detective, aparte de su carácter excéntrico y su afición a las drogas, es esa frialdad y capacidad calculadora que se escapa a nuestro entendimiento. Para conseguir ese efecto de desconcierto y sorpresa, tenemos que quedar fuera de la mente de Holmes.

 

La historia, que comienza con la lectura de uno de los diarios de Watson, nos va guiando en busca de respuestas por las distintas localizaciones de Londres. Como de costumbre, una respuesta aloja más preguntas y que nos dibuja los caminos a seguir en forma de árbol. Sin embargo, el orden en que visitemos los emplazamientos no influye en el desarrollo de la historia, simplemente nos muestra un sistema de investigación ramificado. A pesar del buen ritmo del hilo argumental, llegamos a un punto, que coincide con esa exposición por parte de Sherlock de un plan magistral para resolver el caso, en que perdemos el norte en el desarrollo de los acontecimientos que veníamos viviendo. Con Holmes siempre nos pasa eso. Mientras seguimos pistas, para encauzar el caso, él ya ha creado por su cuenta toda una estrategia a seguir. Esto hace que cuando nos enganchamos a su nuevo plan, parezca que nos hemos perdido un capítulo.

 

Encontraremos pistas que, relacionándolas, nos conducirán por la investigación

 

El Testamento de Sherlock Holmes nos conduce por una historia bien narrada, que nos envuelve en una metodología clásica, ebria de puzles en forma de minijuegos. A su vez nos trae una actitud más detectivesca, basada en la recopilación de pistas que reunimos y ordenamos para dirigir nuestras interpretaciones deductivas al camino correcto. Es cierto que nos cuesta meternos en la piel del detective y que la segunda parte del juego nos vuelve a llevar por el camino más fiel a los relatados por Sir Arthur Conan Doyle. Lo complicado de la inmersión de Sherlock en este sector es aceptar que siempre seremos más un espectador que los artífices de sus geniales planes. Un detalle a tener en cuenta es la implantación de la aventura en consola. Parece que Sherlock se siente más cómodo siendo guiado por un ratón que por un stick.

 

Gracias a la caracterización del personaje y a la fluidez de los acontecimientos continuamos, capítulo tras capítulo, pidiéndole más, exigiendo un nuevo desafío para nuestra lógica. Aunque encontramos algún momento que sobresalta esa continuidad y fluidez con una cinemática que nos saca para después introducirnos en la historia de nuevo, el carácter retador del título no nos permite dejarlo.

6.5

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