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Analisis Dungeons 3 ,PS4

El mal no siempre pierde
Viernes 13 de Octubre de 2017 por Kysucuac

Hace poco más de dos años me tocó analizar Dungeons II, siendo aquél uno de mis primeros análisis en un medio especializado en videojuegos. De hecho, no fue en Mundogamers, sino en la primera web en la que trabajé por fin como periodista de la industria. Creo que a partir de ahí le tomé un cariño especial a la saga, y no sólo porque fuera la encargada de revivir a Dungeon Keeper. Me parece que Kalypso Media y Realmforge Studios han sabido hacer algo que “se hace de querer” porque supieron encontrar los elementos adecuados. Elementos que mejoran y redefinen en el brillante Dungeons III, que es el que hoy nos ocupa.

 

Lo que tenemos aquí es un juego indispensable para aquellos que ya conocen la saga, necesario para los amantes de los juegos de estrategia en tiempo real, y perfecto para aquellos que quieran iniciarse tanto en el mundo de Dungeon como en el género. Pero, ¿qué es lo que hace a Dungeons III tan especial y diferente? Permitidme que os explique…

 

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¿Para qué hacer el bien cuando puedes hacer el mal?

Hay una gran de películas y obras de ficción en general donde tenemos a un malo por protagonista. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el malo pasa a ser un simple antagonista carismático que se vuelve bueno y acaba haciendo el bien. Y es divertido, nos lleva a situaciones únicas que con un personaje buenatón no podríamos vivir. Pero eso no es suficiente. La saga Dungeons lleva por bandera el Mal Absoluto, así, en mayúscula, porque nos gusta hacer el mal y estamos aquí para destruir al Bien.

 

De esta forma, en Dungeons III nos encontramos una lucha más que típica entre el Bien y el Mal, pero con una perspectiva poco usada: nosotros somos el Mal y estamos muy orgullosos de ello. Nos divierte destruir cosas y no sentimos ningún tipo de remordimiento cuando tratamos mal incluso a nuestros esbirros. Y es que para eso somos el Mal.

 

Este Mal (de nuevo en mayúsculas) estábamos acostumbrado a verlo encarnado en una armadura, clara representante de lo malvado. Sin embargo, en esta tercera entrega, el Mal se da cuenta de una cosa: Una vez ha vencido en su territorio, tiene que ir más allá. Por ello decide viajar más allá del mar, pero las cosas no le salen bien y toda su flota se hunde. Dos veces. Por suerte, el Mal habita en cada uno de nuestros corazones, y aunque muchos tienden a vencer a la Oscuridad y a luchar por el Bien, otros dudan. Y es la duda lo que consigue convertir a una elfa oscura en nuestra protagonista.

 

Como novedad, en esta ocasión el Mal se encarna (más bien posee) en una joven elfa oscura que había sido adoptada por el paladín del Bien con la esperanza de que ella abrazaría la Luz. Y lo hizo, o lo intentó. Pero el Mal Absoluto lanzó su sombra más allá del mar (ésta no se hunde, claro) y poseyó a Thalya, que así se llama nuestra elfa, despertando en ella el no tan durmiente deseo de hacer el mal. Y así comienza todo. ¿Qué os parece?

 

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De nuevo, nos toca ser la Mano del Mal, y eso tiene sus ventajas

Cuando a Thalya se le vaya la pinza y ya tengamos nuestra propia mazmorra, veremos de regreso a nuestra querida Mano del Mal, nuestro enorme y fantasmagórico cursor que no tendrá ningún problema en agarrar y golpear a nuestros esbirros, elfa oscura incluida. Sí, podemos seleccionar a Thalya y la Mano del Mal la agarrará de la pierna con la misma delicadeza que un Nimio recogiendo el oro.

 

Gracias a la Mano del Mal (me gusta decir el nombre completo, qué queréis que os diga) nos podremos hacer cargo de todo. Bueno, más bien ordenar a los Nimios que se hagan cargo de todo. Para los que no estáis muy puestos en el universo de Dungeons, los Nimios son la clase más baja de criaturas que podemos crear, pero también la más indispensable. Ellos se encargan de tirar las paredes de la mazmorra para encontrar nuevas salas, construir y, por supuesto, picar la piedra en busca de oro. Con el oro, no sólo tendremos que compensar a todo el ejército con el odioso Día de paga, sino que además podremos crear a dicho ejército. Goblins, orcos, nagas… Todos ellos bajo las órdenes de Thalya.

 

En esta ocasión, el libro de investigación de “tecnologías” del Mal ha mejorado muchísimo, y tenemos una gran cantidad de elementos a nuestra disposición. Aunque imagino que os preguntaréis para qué queremos todo eso. Bien, en Dungeons III estamos ante una especie de tower defense, al menos en lo que a mecánicas se refiere. Tenemos que convertir nuestra mazmorra en el sitio perfecto para que el bien no sea capaz de vencer. Porque, sí, nuestras acciones llamarán la atención de los buenos de la película, y entonces nos tocará acabar con ellos.

 

Unidades de ataque, trampas, criaturas casi tan malvadas como nosotros… Nada es suficiente cuando toca proteger el Corazón de la Mazmorra, el único elemento que no debe morir. Si los puntos de vida del Corazón de la Mazmorra llegan a cero, se acabó, ¿entendéis? Eso sí, Dungeons III es una progresión continua y tendremos que conseguir todos esos esbirros y trampas del Mal poco a poco. Claro, tiene sentido cuando piensas que las verdaderas tropas del Mal están ahora bajo el mar.

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Espera, que Mal no significa tener que vivir encerrado

Pero Dungeons III no implica tener que vivir en una mazmorra. Hay más cosas que hacer por el juego, algo de lo que os daréis cuenta nada más empezar con la historia. Cuando la Sombra del Mal llega a esta parte del mundo, tiene que ir esquivando la luz hasta poder llegar a la elfa oscura que servirá de ahora en adelante al Mal Absoluto. Y el lugar donde ella vive, o vivía, es demasiado alegre, por lo que una vez poseída tocará salir a explorar… y destruir.

 

De esta forma, estamos ante un “doble” juego: Por un lado, es lógico que tendremos que mantener nuestra mazmorra a salvo, pero por otro es súper divertido poder salir a la superficie a sembrar el mal. Que vivir en la oscuridad está bien, pero mejor está que nos dé el aire de vez en cuando, ¿no?

 

Lo mejor es que cada partida es única gracias a la aleatoriedad con la que se genera todo. En el modo campaña tenemos 20 niveles principales (que también pueden jugarse en cooperativo), lo que puede dar perfectamente para más de 20 horas de juego. Todos ellos pueden significar un desafío gracias, precisamente, a esa parte aleatoria.  

 

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Lo más importante en esta vida es tener sentido del humor. Sobre todo cuando te dedicas a hacer el mal

La clave de Dungeons III es la misma que la del resto de la saga: el sentido del humor. Sin él, el trabajo de Kalypso Media y Realmforge Studios no sería lo que es. El humor nos acompaña a cada momento del juego, por supuesto gracias a la voz del Narrador, un narrador muy único que hasta te hace dudar de si llega a ser mejor que el de Bastion. Por supuesto, muchos ya conocerán la voz de este narrador y estarán acostumbrados a sus chistes y detalles, pero os puedo decir que en este tercer título mejora todavía más y hace que sea imposible no reírse.

 

Pero, ¿cómo se consigue hacer humor cuando haces el mal? Lo que se nos propone aquí es un juego completamente desenfadado, un título que no se toma nada en serio a sí mismo, que rompe con la cuarta pared, ya hecha añicos, hasta tal punto de que es capaz de reírse, no sólo de sí mismo, sino de todo a su alrededor. Y eso lo convierte en algo sumamente divertido. Cada texto, cada explicación, cada tutorial, cada momento en el que te equivocas o no sabes lo que tienes que hacer… el Narrador de Dungeons está siempre ahí para decir lo que tiene que decir y es increíblemente brillante.

 

También los diálogos lo son, porque los hay. Thalya no es el único personaje con monólogos tampoco. Los buenos también tienen lo suyo y en el modo campaña nos encontramos con frases buenísimas que consiguen hacernos soltar carcajadas. Por supuesto, entre diálogo y diálogo (o monólogo), el narrador tiene que apostillar con algún comentario todavía más original del anterior, así que al final caemos en un bucle de risas al que es imposible resistirse.

 

El trabajo de Kalypso Media y Realmforge Studios nos lleva a un juego único en el género, aunque no innove

Puede que, a grandes rasgos, Dungeons III no innove. Diría que se ha basado en mejorar lo que ya tenía, porque no necesitaba arriesgarse. Es un título brillante y un gran trabajo de diseño y desarrollo. Incluso en su estética ha sabido captar el sentido del humor: no llega a tomarse en serio y, sin embargo, resulta “bonito” (todo lo bonito que puede ser el mal). El diseño de Thalya es una chulada, y hasta se agradece contar con ese “toque femenino” en lugar de tanta armadura y oscuridad.

 

En cuanto a la música, tenemos una banda sonora más que decente, acompañada de muy buenos efectos de sonido. El doblaje está más que conseguido y nuestro narrador sigue teniendo la misma voz en español, que es lo más importante. Es curioso cómo un título que parece simplón consigue hacerte disfrutar de su argumento gracias, sobre todo, al doblaje y la música.

 

En definitiva, y como ya os he comentado antes, Dungeons III es indispensable por muchas cosas: Por el género al que representa, por su humor y por el Mal, por supuesto.

7.5

/ 10


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