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Analisis Dragon Quest VII: Fragmentos de un Mundo Olvidado ,3DS

De lo mejor de la vieja escuela, por fin en Europa y en las mejores condiciones.
Miercoles 14 de Septiembre de 2016 por Víctor Junquera

Tener la oportunidad de volver a uno de los últimos grandes clásicos de Enix antes de su (para muchos, problemática) fusión con Squaresoft es algo especial, y es doblemente especial para nosotros, europeos, ya que es la primera oportunidad que tenemos para disfrutar de Dragon Quest VII de forma oficial, y triplemente especial por poder hacerlo en una versión casi perfecta que corrige muchos de los pequeños problemas del original. Dragon Quest VII: Fragmentos de un Mundo Olvidado ya está aquí, y llega para recordarnos por qué el JRPG más clásico aún sigue teniendo lugar entre el videojuego actual.

 

Reconozco que no jugué al Dragon Quest/Warriors VII original, y de hecho mi experiencia con la saga principal se va remontando al orden en que han ido llegando a Europa (VIII, IV, V, IX, VI, y ahora VII), así que esta es una nueva gran sorpresa dentro de la saga, una nueva forma de ir contando una historia, de descubrir un mundo amplísimo y lleno de peculiaridades y secretos,... Una aventura de los pies a la cabeza que más crece dentro de mí cuanto más tiempo paso en ella.

 

Salvo algún problema de popping en campo abierto, el juego luce de impresión.

 

Dragon Quest VII es la representación perfecta tanto de las mayores virtudes como de los peores defectos del JRPG clásico, y muy probablemente ya hayas jugado a algo mejor, o como poco a algo más fluido. Cuesta volver atrás a un sistema de combates y menús tan lento viniendo de casos recientes como Bravely Default/Second con sus opciones Auto y FFWD, pero también cabe especificar que este Dragon Quest VII: Fragmentos de un Mundo Olvidado data en realidad de 2013 en Japón, sólo unos meses después del lanzamiento del primer Bravely cuando ya no había lugar a cambios. Pero sólo es un dato a tener en cuenta.

 

Sí, los menús no son lo más ágil e intuitivo del mundo, y sumado a un comienzo lento en el que tardas casi tres horas en llegar al primer combate tras mucho recadeo introductorio que no hace más que presentar a un grupo protagonista con vidas normales y aburridas en un mundo poco convencional pero igualmente aburrido, el primer contacto con Dragon Quest VII puede no ser lo que uno esperaría de lo que se promete que será una épica aventura espaciotemporal. Pero lo es.

 

Explora y habla con todo el mundo, presta atención y quédate con todo tipo de detalles, que te harán falta.

 

Sin duda alguna, lo mejor de Dragon Quest VII es que nunca sabes lo que esperar, no sabes el tamaño del mapa del juego, no sabes cuál será la siguiente isla a descubrir, no sabes cómo será algo en el pasado ni qué efecto tendrán las acciones del grupo protagonista en el mundo presente,... E ir descubriendo un mundo tan variado poco a poco es algo mágico, sobre todo contando con que a pesar del aspecto de shônen desenfadado del juego, puede llegar a ponerse realmente dramático, emotivo o intenso a partir de la base de que en cada nueva isla que descubrimos y visitamos hay algún tipo de maldición de efectos inesperados.

 

Como el propio nombre del juego sugiere, da la impresión de que todo son fragmentos separados de algo inmenso, pequeñas partes independientes que forman parte de un todo, historias de aldeas y civilizaciones en busca de salvación que parecen no tener importancia más que para su propia zona, pero que en realidad afectan a un hilo conductor que se va desvelando de forma muy sutil hasta que llega la inevitable historia de dioses, demonios y héroes salvadores del mundo. Pero todo el camino hasta llegar allí es impagable, y no precisamente por el carisma del grupo protagonista (un tanto ausente en tres cuartas partes de la historia), sino por el de cada pueblo a visitar, que consigue crear grandes momentos con una cantidad de aldeanos genéricos, un conflicto diferente y un trabajo de traducción impresionante que pone un acento a cada región (gallego, argentino, vasco, alemán, castellano antiguo,italiano,...).

 

Todos somos de abusar del Bumerán en combate, ¿no?

 

Y realmente sorprende la cantidad de conflictos y maldiciones diferentes con las que puede llegar a salir Dragon Quest VII: Fragmentos de un Mundo Olvidado, situaciones bien planteadas y muy bien diferenciadas capaces de hacer reír o soltar una lagrimita. Como si se tratase de la deconstrucción de la salvación del mundo más clásica, siendo cada uno de los capítulos un pequeño cuento (o no tan pequeño en algunos casos) con sus propios conflictos y moralejas entre supersticiones, tradiciones y leyendas, respeto a la naturaleza, transhumanismo, familia,... No es tan común que un JRPG te guarde buenas sorpresas cada tan poco tiempo.

 

Por lo demás, Dragon Quest VII: Fragmentos de un Mundo Olvidado es lo que se podría esperar de un JRPG clásico, o más bien de un Dragon Quest al uso. Puede que el jugador hardcore de la saga se sienta un poco decepcionado al ver que durante las 40 primeras horas no es excesivamente necesario el grindeo de niveles, pero sinceramente lo veo como un acierto que ayuda a que los primeros compases del juego sean menos lentos y frustrantes, que ya habrá tiempo más que de sobra para plantear combates difíciles y situaciones que requieran grindear niveles para mejorar las stats y clases para llegar a clases avanzadas y aprender nuevas magias y habilidades (el cambio de clases, por cierto, llega hacia las 25 horas).

 

El grupo protagonista crece, mengua, cambia,... Sorpresa tras sorpresa.

 

Y del mismo modo que no a todo el mundo le parecerá un acierto que se faciliten un poco las primeras horas, de lo que no cabe duda es de que el indicador para buscar fragmentos de tablillas con los que desbloquear nuevos mundos es todo un acierto. No me quiero ni imaginar cómo sería esta búsqueda de fragmentos sin indicador en el original, pero aquí ya es suficiente verse atascado por tener que encontrar a un personaje en concreto necesario para hacer avanzar la trama (y muchas veces no es algo precisamente evidente), como para que además se vea interrumpido el avance a menudo por no explorar al 100% cada isla, mazmorra, pueblo y casa.

 

Dragon Quest VII: Fragmentos de un Mundo Olvidado es todo lo que llevamos años pidiendo a un JRPG del estilo más clásico. No en vano, ES un JRPG clásico traído de vuelta a un formato portátil muy agradecido y vistoso. Y a pesar de ser un juego de hace 15 años, sabe aportar buenas ideas al estado actual del género mediante una buena intriga bien recompensada. Personalmente, se ha convertido en uno de mis JRPG favoritos de todos los tiempos, y sabiendo concederle la edad y los problemillas derivados de ser de su tiempo y tener que respetar la base del original, seguro que se convertirá en uno de los favoritos de mucha gente.

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