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Analisis Dragon Age Inquisition ,PC,PS4,X360,XONE

BioWare lo vuelve a hacer.
Jueves 20 de Noviembre de 2014 por Víctor Junquera

En días como estos uno se pregunta cómo se pudo llegar a haber dudado de BioWare, no por un momento, sino por una larga temporada. Los últimos años no habían acompañado a la buena fama que se había labrado a lo largo de los años, polémicas constantes, desarrollos que no eran lo esperado, un final que no terminó de convencer a todos en una saga Mass Effect que terminó por ser más acción que rol, un Dragon Age II con controversia por su excesiva linealidad, repetitividad y la falta de personalización, no ayudaban a apoyar el hecho de que Dragon Age: Inquisition fuese anunciado tan poco a poco, y dando prioridad a un modo multijugador que al final ha resultado algo anecdótico, pero bien entretenido si has conseguido entrar bien por el sistema de combate.

 

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A cerrar grietas del Velo toca.

 

Y dudamos, y ahora hay casi una sensación de arrepentimiento al ver que Dragon Age: Inquisition es el RPG que siempre quisimos, ni más ni menos. Skyrim ha hecho mucho por el género, no hay ninguna duda. Una buena mezcla entre promoción, calidad indiscutible y el momento de su llegada (en pleno apogeo de Juego de Tronos) funcionaron para popularizar un género al borde de la extinción. Ahora, Dragon Age: Inquisition, coge todo lo que BioWare ha aprendido de sus anteriores títulos, de éxitos y fracasos, y también de éxitos ajenos y otros grandes que están por venir, y se convierte en un título imprescindible, tanto para estar a punto de terminar una generación de consolas como para empezar una nueva. Pero esto no hace que sea una mezcla de características sin ton ni son, sino que consigue conservar el carácter de la saga.

 

Dragon Age: Inquisition es un regalo para los fans que se engancharon irremediablemente en Origins. Todo lo que echamos en falta de la segunda entrega está aquí. Todo lo que disfrutamos de ella, también, y mucho más. Me encantará que pase el tiempo y se empiece a jugar para comentar sin temor a spoilers (spoilers muy grandes, serían) lo bien que han sabido hilar todo lo acontecido en las dos entregas anteriores, sin necesidad de que la trama de Inquisition se apoye completamente en ellos pero sabiendo hacer que las apariciones de personajes y menciones a hechos anteriores no sean simples cameos, sino grandes sorpresas, una tras otra. Vuelve Morrigan, vuelve Hawke, vuelve Alistair si no lo has convertido en un exiliado borracho, vuelve Loghain si no se sacrificó frente al Archidemonio, vuelve Leliana,... Y mucho más que, como decía, habrá que comentar más adelante entre spoilers.

 

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Cuidado por dónde os metéis, sobre todo en los niveles más bajos. Confundirte de camino puede llevar a muerte segura.

 

Y en el fondo, esto es un RPG de BioWare, los atractivos y mecánicas principales no han cambiado gran cosa, y eso está bien. Formamos un grupo de personajes dispares alrededor de una idea, nos relacionamos con ellos mediante diálogos, aprendemos más de ellos con sus conversaciones entre ellos mientras los llevamos en el equipo, completamos ciertas misiones para ellos para granjearnos su amistad, o incluso su amor,... Todo mientras intentamos salvar el mundo de un nuevo mal que ha abierto una grieta en el cielo, y buscamos respuestas para el gran misterio de 'qué tienes que ver tú en todo esto'.

 

No cambia tampoco la toma de decisiones. Aquí determinadas respuestas surgen si tenemos ciertos 'puntos' de entrenamiento especial, pero no dependen de algo tan vago como un karma positivo/negativo. Eso sí, preparáos para tener mucho que sacrificar a cambio de lo que queréis. De algo así versa fundamentalmente el mundo de Dragon Age: Inquisition. Razas y colectivos enfrentados, algo irreconciliable, no se puede tener contento a todo el mundo, e incluso el nivel de afecto de tus compañeros variará en función de si aprueban o no tus decisiones. La Inquisición necesita aliados, pero no puedes tenerlos a todos contigo. Es elegir entre Ashley Williams y Kaidan Alenko una y otra vez.

 

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Técnicamente brilla, y nunca mejor dicho.

 

Lo que tampoco cambia es el sistema de combate, o al menos no mucho, o no tanto como habían prometido. La visión táctica que permite planificar cada movimiento con vista cenital y la acción pausada es una reconciliación con los jugadores de PC que sufrieron la 'casualización' de la saga con la segunda entrega, pero a la hora de la verdad, el sistema de combate en tiempo real que propone Dragon Age: Inquisition es el más acertado, y en el fondo no es muy diferente de lo que ofrecen muchos RPG roguelike, con un botón para atacar y otros cuatro para movimientos especiales (con un alternador para ver un set con otros cuatro).

 

El cambio real, la auténtica revolución de Dragon Age, está en el mapa. Desde el hub central que es el refugio o castillo de la Inquisición podemos acceder hasta a una decena de áreas bien diferenciadas entre Ferelden y Orlais, de las que cada una supone un pequeño Skyrim, mundos abiertos de misma temática (ciénaga, desierto, costa, montaña, bosque,...) pero con zonas bien diferenciadas dentro de cada mundo. Por aquí os ponía el ejemplo de que la primera zona que visitamos, que es realmente inmensa, incluye Redcliffe (Risco Rojo), una de las ciudades que en Dragon Age: Origins era un área independiente. Sólo en esta zona también hay cuevas, mazmorras, acceso a unas ruinas enanas, un castillo para asediar, una granja con sus pastos, una gran explanada que acoge el enfrentamiento con un pedazo de dragón, y todo un sinfín de recovecos a los que acceder sin cargas. Multiplicadlo por 10 y añadid las secciones exclusivas de misiones de la historia principal (no tan abiertas aunque sin llegar a ser pasilleras), y da un juego difícil de abarcar en menos de 100 horas.

 

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Todas las respuestas que queríamos de Dragon Age II están aquí, y muchas más.

 

No sólo eso, sino que el propio juego te pide que lo explores. Acceder a las misiones principales requiere de unos puntos de 'Poder', una forma de medir la influencia de la Inquisición a través de favores y logros, y esos puntos se consiguen superando misiones secundarias, explorando, descubriendo nuevas áreas, recolectando materiales para completar investigaciones y mucho más, con lo que resulta difícil, por no decir imposible, centrarse sólo en el 'acabarse la historia y ya', ya que como todo buen mapa en mundo abierto con sus indicaciones de que 'un poco más al norte hay un par de objetivos', te incita a querer recorrerlo todo y que le den a salvar el mundo.

 

Y menudo mundo. Dragon Age: Inquisition puede llegar a rozar un gran nivel en la pasada generación, con versiones que sólo reducen la distancia de dibujado y la calidad de las texturas, pero hay que decir que con esto, BioWare entra por la puerta grande en la nueva generación gracias a la belleza que muestra constantemente en pantalla, sea con un reflejo en el agua, con la luz del sol entrando entre las copas de los árboles, o con los diferentes brillos de cada armadura, el Frostbite 3 luce como nunca habíamos visto. El juego no está exento de problemas, claro. Hay algún fallo ocasional en los diálogos, NPCs que se quedan 'pillados' en secuencias, o algún indicador de misión que tarda en desaparecer una vez completada. Son problemas menores, pero son problemas al fin y al cabo.

 

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Auténticos momentazos en las misiones principales. Cuidado con la galería de imágenes, que hay algún spoiler.

 

Esta vez han sabido dar con la fórmula correcta, no es una obra que haya salido 'porque sí' sino que parece algo tremendamente calculado, y funciona a la perfección. No es un sólo mapa amplísimo que abruma y puede llegar a aburrir, pero no es un compendio de pasillos o zonas inconexas. No tiene un combate hardcore 'estilo Souls', pero tampoco es un machacabotones fácil en el que todo se supera abusando de pociones (un recurso escaso y muy bien pensado, cabe decir, y más aún sin hechizos de curación). Se puede cambiar la apariencia de los personajes aliados con nuevas armaduras, pero están adaptadas a ellos y no da lugar a cosas extrañas o a problemas con los puristas de los diseños originales. Se puede personalizar clase, sexo y raza del protagonista, y el universo cambia, cambia cómo te miran los demás si eres un mago o un Qunari, pero no da la impresión de que te estás perdiendo una historia completamente diferente.

 

Y claro, no os voy a desvelar partes de la trama, pero tiene tantos momentos de dejar boquiabierto que es imposible no mencionarlo como uno de los grandes puntos a favor de Dragon Age: Inquisition. Es fantasía medieval a la que muchos tendrían que aspirar. Esta vez no presenta un mundo centrado en un personaje o en 'descubrir lo nuevo', sino que todo eso va saliendo (hay explicaciones y referencias para quienes quieran incorporarse a la saga en esta entrega), y en realidad este mundo está centrado en símbolos, en la Inquisición, en la Capilla, en el Velo, en El Juego, y en todas las diferencias que se crean entre razas y culturas.

 

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Tremendo.

 

Dragon Age: Inquisition es toda una sorpresa que nos hace pensar: ¿De verdad se llegó a perder la fe en BioWare? En cualquier caso, aquí hay motivos más que de sobra para recobrarla.

9.5

/ 10


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