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Analisis Distant Star: Revenant Fleet ,PC

Not much Faster than Light.
Sábado 20 de Febrero de 2016 por Diego Emegé

Civilización 1 llega a la cúspide de su evolución tecnológica y, explorando el universo en toda su extensión, encuentra una fuente de energía tan poderosa que ríete tú de la fusión nuclear. Civilización 2, enemistada con Civilización 1 desde hace eones, y creyéndose representante del resto de civilizaciones, fabrica un arma tan poderosa que ríete tú también de cualquier Estrella de la Muerte y la sitúa justo delante del planeta de origen de Civilización 1. A Civilización 1 se le ponen por corbata y acude a nosotros, comandantes de una nave de combate, para que recorramos todo el universo reuniendo una flota de batalla y nos unamos a la gran guerra que ha estallado. Distant Star: Revenant Fleet es un título insulso, y la experiencia de juego… bueno, ahora lo veremos.

 

Vamos a lo fácil para definir el juego: es un FTL - la microgestión y + la estrategia en tiempo real. Así de simple. La acción comienza metiéndonos de lleno en el conflicto con el primer combate del juego, sin muchas instrucciones y con una alta probabilidad de morir. Después de salir con vida, nos enfrentamos a un mapa del espacio cercano con puntos importantes conectados como si fueran ramificaciones. Para movernos, gastamos recursos, si agotamos los recursos, las naves reciben daños. Al movernos entre las localizaciones podemos encontrar varios tipos de acontecimientos, como un mercader nos saque su mejor género, que haya un combate en progreso, algún carguero descarriado de las fuerzas enemigas, una banda de piratas asaltando una nave amiga, etc. Luego está el hecho de que cada acción puede desembocar en diversas consecuencias, especialmente cuando entramos en las misiones especiales, cuyo desarrollo se realiza a lo largo de varios sistemas estelares.

 

 

Para comprar las naves que necesitamos para nutrir nuestra flota, componentes y otros elementos como los recursos, es necesario ganar créditos. Para ello, debemos realizar las misiones especiales y tratar de sacar el mayor provecho de los encuentros más simples en el espacio. El trasiego narrativo es más bien pobre, con unas simples introducciones que hablan sobre clanes y personas aisladas por los que nadie nos ha enseñado a tener apego, o, en el caso de las misiones, con tres cuartas partes de lo mismo, pero con ese un sentimiento de «esto es personal» forzado ya desde el inicio del juego. No conocemos a los tripulantes de nuestras naves y, aunque en ocasiones se mencionan en los textos previos a la acción, la relación con ellos es inexistente, por lo que cuando perdemos naves, lo único que pensamos es en empezar otra partida «para ver si esta vez llegamos más lejos». Ahora podríamos hacer una pausa para reflexionar y darnos cuenta de que FLT sí que entiende cómo enganchar al jugador emocionalmente, incluso a un nivel narrativo tan plano como el que tiene. Pero, claro, en FTL no podemos controlar más que partes de una única nave. Hablemos, pues, del sistema de combate de Distant Star: Revenant Fleet.

 

El combate es aburrido. ¡Lo es! Podemos hacernos con un total de 5 naves, de varias clases distintas: unas centradas en el ataque directo, otras en la defensa, otras en el ataque a distancia, otras en el apoyo, etc. Da igual cuántas naves distintas tengamos en nuestra flota, porque en el momento de la verdad, la sensación general es muy desalentadora. El control es muy sencillo, y se corresponde con una mecánica de combate igual de sencilla. Acostumbrados a la microgestión de FTL, a la interacción extrema de Star Citizen o, leñe, a la variedad de unidades de otros RTS, esta banda de cinco naves aburre a la segunda batalla, porque, ojo, tampoco cambian mucho las misiones. Sí, el contexto es distinto, pero los mapas se repiten (en ocasiones solo aparecen girados), los enemigos tienen patrones de comportamiento limitadísimo y hasta visualmente se queda corto.

 

 

Por otra parte, está el hecho de que la dificultad es un desbarajuste de mucho cuidado. A día de hoy (el juego viene de un early access, por lo que puede que siga evolucionando) es más recomendable viajar con una sola nave que con varias, por muy aburrida que resulte la experiencia. En cuanto empezamos a ampliar nuestra flota, Distant Star considera conveniente multiplicar exponencialmente el número de naves que nos echa a la cara. No es el típico caso de un juego exigente a la hora de gestionar los recursos, las armas o las defensas, ni mucho menos depende de nuestra habilidad al ratón o al mover las naves de aquí para allá. Si a esto le sumamos el tono insípido de toda la experiencia, es muy difícil querer volver a jugar a pesar de que al empezar una partida nueva se regenera aleatoriamente todo el mapa, con sus correspondientes misiones y localizaciones importantes.

 

Distant Star: Revenant Fleet es un juego para los amantes del género de la estrategia en tiempo real, claramente. No acudáis a él si esperáis una historia épica de la escala de Mass Effect, o una historia íntima de superación como la de This War of Mine, ni mucho menos un desarrollo estratégico espacial a la altura de un Sins of a Solar Empire. Por otra parte, siempre es bueno ver qué se cuece en los géneros casi exclusivos de PC y, sobre todo, qué hacen los estudios pequeños como Blazing Griffin. Leñe, si el juego se ha llevado un Bafta Scotland… Por algo será, aunque cueste entender por qué.

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