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Analisis Dishonored: La Muerte del Forastero ,PS4

Más, pero no mejor.
Jueves 28 de Septiembre de 2017 por Julián Plaza

Desde su estreno con el primer Dishonored en el año 2012, la intención de Arkane siempre ha parecido ser la de un estudio más centrado en construir un mundo y no la historia de un único personaje. La familia Kaldwin, Corvo, Daud, los Decanos, Dunwall y más tarde Karnaca, son partes de un mismo tablero cuya partida tiene una sola máxima: el ejercicio del poder. La historia del estudio de Raphaël Colantonio podría contarse mejor, pero su lectura política está bien clara: gane quien gane, casi siempre pierde el pueblo llano. Así, normal que muchos quieran pedirle cuentas a dios.

 

Lo bueno es que el de ese universo tiene cara y ojos, unos muy oscuros, o como mínimo así lo creen muchas personas. El Forastero y su marca han sido vistos como los responsables de incontables males porque, aunque nunca hayan sido la mano ejecutora, sí que han dotado de un increíble poder a aquellos con la intención de cambiar las cosas. Quién es el culpable, si él o la corrupción de cada uno, es una pregunta que se pone sobre la mesa en la expansión independiente que hoy nos ocupa; la encargada de poner punto y final a toda la historia.

 

 


La mano que empuña la espada esta vez es Billie Burke, un personaje que los seguidores de la franquicia conocerán y habrán visto evolucionar, alguien con suficientes razones como para plantearse una misión suicida que implique acabar con un dios. Como imaginaréis, el hecho de ir a por quien nos ha ofrecido sus poderes en los anteriores capítulos de esta historia es algo que nos deja con una heroína con limitaciones, donde el extenso árbol de habilidades desbloqueables de siempre se ve sustituido por únicamente tres: un guiño con el que dejar un marcador para desplazarnos hacia ese punto cuando queramos, una pausa temporal para explorar el escenario y marcar puntos de interés y una técnica que nos permite robar la identidad de un enemigo inconsciente.

 

Se cambia la personalización libre por un abanico más sesgado de skills, aunque la verticalidad sigue ahí. De hecho, los escenarios parecen específicamente diseñados para motivarnos a combinar nuestros recursos arcanos y sigue habiendo múltiples maneras de afrontar cada situación: entrar por la puerta principal, colarnos por las alcantarillas o dejarnos caer desde las alturas con un pequeño regalo somnífero son solo algunos ejemplos que demuestran que la esencia de Dishonored sigue ahí, aunque sea mediante una versión condensada de sí misma.

 

 


Porque Dishonored: La Muerte del Forastero se vende como un juego independiente, pero en realidad hay pocos argumentos para defender algo así. No hay excesivas diferencias con lo que se nos vendió en el primer Dishonored, con una expansión dividida dos en aquél entonces (El puñal de Dunwall y Las Brujas de Brigmore) que también ampliaba la historia con un nuevo personaje y recursos exclusivos. La duración es más corta incluso esta vez, con un total de seis misiones (contando el prólogo) que solo ofrecen una experiencia larga si nos animamos a realizar las distintas misiones secundarias -y totalmente desvinculadas de la trama- de cada escenario.

 

Se echa en falta la genialidad vista en Dishonored 2, con grandes niveles como la casa de Jindosh y sus habitaciones cambiantes o la mansión de Stilton y sus dos líneas temporales. Si nuestra aventura en busca del gaznate del Forastero es buena no es por méritos propios, y cualquiera que busque una nueva demostración de talento por parte de Arkane se llevará un chasco. Esto es más Dishonored en el sentido más estricto de la palabra. Más, no mejor.

 

 


En resumidas cuentas, solo recomendaría esta expansión a los fervientes amantes de la serie, aquellos que quieren conocer la conclusión de una historia eternamente envuelta en un halo de misterio y aquellos que quieren ponerse a prueba, de nuevo, a través de las fantásticas mecánicas de la franquicia. Lo que parecía un gran capítulo final ha terminado siendo poco más que un epílogo, un aroma que recuerda lo buenos que fueron Dishonored y Dishonored 2 el cual, tras disfrutarlo, solo ha despertado mis ganas de volver con Emily y Corvo.

7
/ 10

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