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Analisis Deadly Premonition 2: A Blessing in Disguise ,SWITCH

¿Qué ha ocurrido, Swery?
Lunes 27 de Julio de 2020 por Álex Pareja

Nuestro querido y añorado agente York comenta en un momento de la historia que esto parece una peli mala de serie C, ante las explicaciones de otro personaje. Esto resume muy bien la razón por la que Deadly Premonition 2 no funciona tan bien como la obra de culto que se considera al título original: es demasiado autoconsciente de su concepción ridícula y su abrazo continuo a la cutrez, que tomó por bandera la primera parte de una manera mucho más sutil y, probablemente, sin desearlo. 

 

El primer Deadly Premonition es un desastre técnico y jugable. Soy consciente de que los jugadores que lo elevamos a la categoría de culto somos condescendientes con elementos imperdonables en un videojuego. Sin embargo, Swery supo situarse como un director y escritor sublime, con una personalidad única y una metodología propia que funcionó. Daba lo mismo que el juego apenas mantuviese una tasa de imágenes por segundo decente, que el control fuese ortopédico y que las secuencias de acción fueran irrisorias; la historia, los personajes, los diálogos y Grenvale merecían ser descubiertos. Había algo excepcional que no encontrábamos en otros títulos.

 

 

Ese pueblo casi desolado de Greenvale, protagonista del primer Deadly Premonition, era sublime. Largas carreteras por las que conducir durante muchos minutos sin que nada pasara, más allá de las conversaciones de York con el misterioso Zach. Personajes con los que sentíamos una empatía instantánea y la continua búsqueda de respuestas, pues el caso que este agente del FBI había ido a investigar funcionaba como un tiro. Sucesos paranormales, extraños acontecimientos y muy pocas respuestas. Es una pena que Le Carré, el pueblo del sur de Estados Unidos elegido para ambientar los sucesos de Deadly Premonition 2, sea lo contrario. 

 

Deadly Premonition 2: A Blessing in Disguise funciona como precuela y secuela de manera simultánea. Hay dos tramas que avanzan de manera paralela, una situando al jugador en el caso de Le Carré ocurrido en 2005 y otro en el presente, en 2019, con Zach Morgan como protagonista en su propia casa, ya retirado, donde está siendo investigado por la agente del FBI Aaliyah Davis y su compañero. La trama del presente funciona mucho mejor que la de Le Carré, aquella en la que verdaderamente jugamos, y es muy fácil encontrar diferencias en la manera de escribir y cimentar los diálogos. Otra prueba más de que la secuela piensa de más en lo que hizo triunfar a la primera entrega.

 

 

Pero después de acabarlo creo firmamente que Swery y su equipo no fueron del todo conscientes de cuáles fueron los elementos que hicieron que adoráramos al primer Deadly Premonition casi de forma religiosa. No se atina ni se apunta en los lugares correctos. Ese abrazo al ridículo simpático que sucede desde las primeras escenas del juego son una buena muestra de ello, pasando por la manera en que la historia se va desarrollando de manera cutre, intencionadamente. Esa es la clave: esta secuela es consciente de su propia mediocridad y la potencia, algo que dudo que pasara en la primera entrega, donde la falta de recursos y la ausencia de pericia del equipo fueron claves.

 

El primer Deadly Premonition era un fiel reflejo de las referencias de Swery. Twin Peaks, David Lynch y multitud de películas de culto formaban la mejor conjunción posible para generar, de hecho, otra obra de culto dentro de los videojuegos. Pero lo hacía de manera enigmática, controlando los diálogos, los tiempos y la información proporcionada al jugador. Las preguntas eran constantes y las respuestas nulas, alimentando la necesidad del jugador de seguir y de obviar su enorme cantidad de problemas. Deadly Premonition 2 se aleja de esa original necesidad y solo tiene a su anterior entrega en mente, pero replicando los elementos incorrectos. 

 

Desde el primer minuto Deadly Premonition 2 resulta excesivo. Los diálogos son mucho más largos, se proporciona demasiada información todo el tiempo y las preguntas apenas se producen, porque las respuestas se dan instantáneamente o resultan demasiado evidentes. Solo la trama de 2019 logra encauzar lo que se revuelca por el barro en el caso de Le Carré, con diálogos más inteligentes y con la capacidad, esta vez sí, de generar preguntas y necesidad de saber. Esto provoca que duela todavía más regresar al caso de 2005 y encontrar tan poca finura en la manera de plantear la historia. Parece una película mala de serie C, como dice el propio York, pero en el peor de los sentidos, porque busca intencionalmente provocar esa percepción.

 

 

Incluso parece que también se busca de manera intencionada la cutrez técnica y jugable. Deadly Premonition 2 funciona mucho mejor que la primera parte, se controla de forma más fluida y las secuencias de acción, aunque siguen siendo anodinas, se resuelven mejor en los mandos. Pero la tasa de imágenes por segundo continúa siendo un drama (a pesar de los nuevos parches que solucionan un poco la papeleta), los tiempos de carga son exagerados y los bugs problemáticos se suceden. De nuevo, parece que se ha incluido como una característica propia de la obra esta negligencia técnica, algo que en su momento fue consecuencia de las circunstancias y del ínfimo presupuesto. 

 

Pero llegados a este punto me doy cuenta de que solo he escrito sobre Deadly Premoniton 2 teniendo al juego anterior en mente. También soy consciente de que lo he jugado desde el primer instante con esa obra en la cabeza. ¿Es justo para esta secuela? Creo que sí, porque todos esperábamos una réplica a la altura de ese juego y eso no ha llegado. Pero si la primera parte no existiera estaría hablando de este juego de manera diferente. Estaría destacando su forma única y original de plantear su guion, de entregar al jugador a los personajes y de encontrar la locura desatada de un artista con mucha personalidad y talento. Destacaría lo mucho que Swery se sigue dejando ver en el juego, a pesar de sus múltiples problemas

 

 

Porque aunque la mayor parte del tiempo en Deadly Premonition 2 lo he pasado sufriendo por no encontrar en Le Carré algún vestigio de Greenvale, tapándome los ojos ante ciertos diálogos y explicaciones, también he conseguido revivir momentos inolvidables que me han hecho recordar a lo mejor de esa obra tan especial. El mejor Swery sigue estando presente, su particular concepción e ideas se plantean, aunque de forma menor, y merece la pena ser descubiertas. De hecho, me costaría no recomendar el juego a un verdadero fan de la primera entrega, siempre y cuando tenga en mente sus múltiples problemas, porque en ciertos instantes volverá al pasado y encontrará lo mejor de un artista y de una obra que derrochan carisma. 

 

Deadly Premonition 2: A Blessing in Disguise es la prueba irrefutable de que no se ha sabido entender la razón el éxito de la primera parte. Es una obra ridícula a propósito, que abraza esta condición y la explota. No quedan vestigios del misterio y de las constantes preguntas que surgían en la obra original, de los diálogos y de los personajes secundarios interesantes por los que mostrábamos un interés real. Tampoco existen motivos por los que daba gusto conducir por las desoladas carreteras de Greenvale a pesar de su desastre técnico y jugable, con un Le Carré insustancial. El propio York, irreverente y enigmático con su compañero Zach, también pierde parte de la gracia. Pero la esencia de Swery permanece en muchas conversaciones de la trama del presente y en algunos momentos del juego que han conseguido teletransportarme varios años atrás, cuando quedé fascinado por esta creación. York y Zach siguen estando ahí, aunque de una manera desacertada la mayor parte del tiempo. 

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