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Analisis Cobalt ,PC,X360,XONE

Lo nuevo de Mojang no tiene cubos. 
Jueves 11 de Febrero de 2016 por Álex Pareja

La primera vez que pude disfrutar de Cobalt fue el año pasado, en la Gamescom, junto a algunos de sus propios desarrolladores. Ellos mismos me comentaron que este había sido un juego creado para ellos, como un entretenimiento rápido y efectivo en sus momentos de descanso del trabajo. En un principio, además, también fue desarrollado en esos momentos libres, hasta que se dieron cuenta de que tenían un producto bastante interesante entre manos que se ha encargado de distribuir la todopoderosa Mojang, conocida por crear Minecraft.

 

Es una de las sorpresas que me he llevado al poder acceder, unos meses después, a lo que es la versión final de ese juego que yo pude probar y que no era más que una forma rápida y entretenida de juntar en una misma pantalla a un grupo de gente y disfrutar de unas partidas frenéticas y divertidas. Ahora se siente como un juego bastante completo, que incluso cuenta con un modo historia que puede disfrutarse únicamente por un solo jugador.

 

 

La historia cumple y se agradece que se haya tratado de crear algo con personalidad

 

Me lancé directo a por ese modo historia, a ver qué es lo que habían conseguido crear utilizando esas mecánicas que parecían tan propias de un brawler competitivo en 2D (que en esencia es lo que era, es y seguirá siendo Cobalt). Y oye, no me encontré algo del todo malo: una historia, donde incluso debemos tomar algunas decisiones en las conversaciones y donde tenemos que derrotar a infinidad de enemigos y superar diferentes puzles.

 

Al principio me vino estupendo comenzar a disfrutar de la experiencia de Cobalt a través de su modo historia, ya que cuenta con una progresión y una manera de ir mostrando al jugador las posibilidades del control bastante buenas. Poco a poco fui volviendo a adaptarme a esos controles que hacen al título una experiencia bastante única y con mucha personalidad: saltar, disparar, rodar y, sobre todo, ese movimiento de esquivar que permite reflejar las balas enemigas para que reboten y no nos hagan daño.

 

Hay muchísimos modos de juego que aprovechan las mecánicas del juego

 

El modo historia se convirtió en un buen método de aprendizaje, un buen tutorial entretenido para volver a adaptarme a los controles que propone Cobalt, que tampoco es que sean excesivamente complejos (pero hay que saber utilizar cada acción en su debido momento). Es justo después de ese momento, cuando ya comencé a dominar todas las acciones a mi alcance, cuando comencé a aburrirme: siempre estaba haciendo lo mismo y la falta de información constante propiciaba en bastantes instantes que no supiera lo que tenía que hacer a continuación. Hay puzles y minijuegos muy intuitivos, particulares y bastante bien planteados, mientras que otros te embarcan en un tedioso proceso. El modo historia me sorprendió durante un rato, me sirvió para habituarme a las mecánicas, pero estaba claro que el juego había sido creado con un único propósito: enfrentarte a otros rivales que también cuenten con tus mismas habilidades.

 

 

 

Ahí estaba la esencia de Cobalt: el modo multijugador. Enfrentamientos contra otros jugadores en distintos modos de juego, en los que tenemos que acabar con los enemigos, conducir objetos desde la base rival hasta la propia… mientras, sobre todo, nos enfrentamos entre grupos con el tiempo bala activándose cada pocos segundos. Sin duda, uno de los aspectos que más destacan de Cobalt: que el tiempo se ralentice durante unos segundos propicia que un simple movimiento para evitar una bala enemiga o reflectar un disparo mientras vemos cómo nuestro rival no es capaz de librarse por los pelos, es increíble. Y es lo que le da sentido y gracia a estos enfrentamientos.

 

 

 

Son divertidos, amenos y, sin duda, se disfrutan cuanta más gente haya alrededor de la misma pantalla. Cobalt, a pesar de que ha evolucionado y ha sabido mostrar otras facetas a lo largo de estos meses, se sigue sintiendo de la misma manera que el año pasado, cuando lo pude probar: como un juego estupendo para realizar partidas cortas, en esos momentos de descanso junto a tus amigos y compañeros de trabajo. Pero poco más.

 

Como producto independiente o como obra que valorar en conjunto, me doy cuenta de que Cobalt no sabe aportar mucho más. Es difícil de dominar, puedes echarle horas para convertirte en un profesional para ser el terror de los servidores del modo multijugador… pero ya está. Más allá de disfrutar durante algunos ratos, en los que el juego sin duda va saber resultar entretenido, no aporta nada.

 

 

Cobalt sigue siendo ese juego que sus desarrolladores disfrutaban en su tiempo libre en la oficina, a pesar de que sus mecánicas parece que hayan sido explotadas para crear otros modos de juego que más que aportar tratan de justificar el gasto ante un producto completo. Eso no quiere decir que sea malo, ya que ese tipo de videojuegos tienen que existir y esta obra cumple de sobra con lo prometido. Pero más allá de eso, el tiempo bala deja de surtir efecto y comenzamos a ver el mundo en su tiempo real, donde Cobalt se muestra más irregular. 

6.5
/ 10

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