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Analisis Beat the Beat Rhythm Paradise ,WII

Seguir el "uno, dos, un-dos-tres-cuatro" de cualquier ritmo que veamos a nuestro alrededor.
Martes 17 de Julio de 2012 por Víctor Junquera

Imaginad por un momento que la música no representase sensaciones, que no estimulase ninguna parte de nuestro cerebro con funciones evocadoras, que escuchásemos algo y que fuese como quien atiende a una conferencia de física en la que todo lo que nos digan sólo va a representar fórmulas en nuestra mente. Imaginad que la música no existe fuera de las partituras, que no se disfruta, que sólo se estudia. Qué aburrido, ¿verdad?

 

Pensad en un reloj, el intermitente de un coche, el ritmo de fondo marcado por la batería de la canción que estéis escuchando ahora mismo. Ahora, pulsad el botón A al ritmo y echad a correr esa imaginación."

 

Eso es lo que han ido causando los videojuegos musicales a lo largo de su evolución, reducir un compás, varios ritmos, voces y sonidos a círculos que caen de una parte a otra de la pantalla. Jugar a un juego musical, por lo general, anula el efecto de la música, nos aumenta la concentración pero disminuye esas sensaciones que tenemos cuando suena nuestro tema favorito en la radio o en un bar. Beat the Beat pretende que el género musical tenga ese valor, que sigamos el ritmo, que nos concentremos, que nos piquemos a hacerlo lo mejor posible, pero sobre todo, que nos divirtamos y que nuestra imaginación vuele tan alto que veamos un partido de bádminton entre aviones pilotados por un perro y un gato.

 

Un nuevo clásico, tanto en inglés como en japonés

 

Rhythm Paradise siempre ha sonado como una mezcla de los microjuegos de Wario Ware y los juegos musicales tradicionales. El ritmo es vital, pero lo podemos llevar sin atender a formas o colores, sólo hace falta un botón, como mucho dos, y saber seguir el “uno, dos, un-dos-tres-cuatro” que podemos encontrar en casi cualquier movimiento rítmico que veamos a nuestro alrededor. Pensad en un reloj, el intermitente de un coche, el ritmo de fondo marcado por la batería de la canción que estéis escuchando ahora mismo. Ahora, pulsad el botón A al ritmo y echad a correr esa imaginación.

 

Monos, monos everywhere

 

Si el proceso de imaginarlo o de seguir el ritmo de cualquier elemento os parece complicado, Beat the Beat: Rhythm Paradise está aquí para corregirlo. Vendría a ser un Brain Training rítmico, ayuda a mejorar el oído musical a la vez que jugamos y vemos locuras en pantalla, y menudas locuras. Más que perfeccionar el ritmo, evidentemente, el encanto de esta saga siempre ha sido ir viendo todas las situaciones que nos proponen para seguir el ritmo entre cosas adorables y situaciones surrealistas, todo con un humor muy Nintendo. Quienes hayan seguido un mínimo este juego ya estarán al tanto del espectáculo rítmico de la entrevista al luchador, y el ejemplo de antes del partido entre aviones no era inventado. Un reloj en el que segundero y marcas son monos que avanzan con un high-five cada segundo, focas rodando sobre la nieve, una nave alienígena que necesita coordinación para moverse... Más de 50 locuras, a cada cual más extravagante y más retante, en las que sólo tenemos que pulsar el botón A al ritmo de las indicaciones, o como mucho, A+B.

 

No sabemos qué tendría por ejemplo Beethoven en la cabeza al componer la 5ª Sinfonía, si lo haría sobre una partitura como si de una fórmula se tratase o si sería pensando en monos astronautas..."

 

Por pararnos a hablar un momento del juego más que de la experiencia, tenemos que decir que el salto a Wii y al uso de botones le ha sentado mejor que las maniobras táctiles del (excelentísimo) juego de Nintendo DS, y esta vez se hace más énfasis en el ritmo, en un juego que podemos completar con los ojos cerrados (incluso alguna vez nos harán jugarretas para que no confiemos tanto en la vista), pero en la versión portátil las pruebas eran mucho más icónicas, mucho más elaboradas y más memorables que en la versión Wii. También nos encontramos con una contradicción entre los estilos de juego que propone, ya que, aunque queda claro que aboga totalmente por la diversión y el juego no competitivo, no deja de tener un regusto arcade que hace que nos piquemos a hacerlo cada vez mejor, premiándonos con medallas que desbloquean otros minijuegos, e incluso retándonos a que hagamos alguna prueba de forma perfecta en un momento dado. Lo peor de todo esto, no es sólo que si se te atasca una prueba y no consigues superarla, se acabó lo que se daba porque no avanzarás más hasta que lo consigas, sino que para la velocidad que exige el propio juego, los menús no te permiten llevarla, no hay opciones de repetir rápido una prueba y no hay opción de evitar del todo los tutoriales, con lo que se vuelve todo un poco más pesado.

 

Sujetas el mando a una mano, pero puedes llevar el ritmo con la otra, con la cabeza, con el pie...

 

Si hacemos un poco de introspección, a saber lo que le pasará a cada uno por la cabeza, y si lo pensamos bien, seguro que todos podríamos hacer nuestro propio Rhythm Paradise a cada cual más bizarro. Y no sabemos qué tendría por ejemplo Beethoven en la cabeza al componer la 5ª Sinfonía, si lo haría sobre una partitura como si de una fórmula se tratase o si sería pensando en monos astronautas, pero sí podemos ver que a Sakamoto (sí, el de Metroid, el mismo) se le pasan cosas muy raras por la cabeza, pero nos divierte como ninguno y nos hace ver que no todos los juegos musicales son fichas de colores sobre un raíl.

8.5
/ 10

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