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Analisis Assassin's Creed Rogue ,PS3

Una despedida con sabor a nada
Jueves 13 de Noviembre de 2014 por Rafa del Río

Cuenta la leyenda que en la madrugada del sexto al séptimo día, después de crear al ser humano, Dios encontró un cajón con sobras. Con apenas un puñado de despojos entre los que había un pico de pato, una cola de castor, unas garras amorfas y unas extrañas glándulas sudoríparas de leche, creo una criatura, y a pesar de que sólo era un ornitorrinco y no hacen gran cosa, Dios sonrió. 

 

Un puñado de milenios después, taquiones y teorías de agujeros de gusano mediantes, Ubisoft encontró un cajón con sobras, y con apenas un puñado de modos de juego sin sentido y unas mecánicas absurdas e inaplicables a la historia que querían contar, crearon un videojuego. Y a pesar de que era el último capítulo de la saga para las plataformas que lo vieron nacer, nadie pudo sonreír.

 

Lo reconozco, me enfrento al análisis de Assassin's Creed Rogue con un sentimiento agridulce. Es un juego grande, es un juego bonito, es un juego que podría haber sido mil... Y que lamentablemente me está causando problemas a la hora de conectar con él, así que voy a tirar de recurso literario a lo diario de Shinj Mikami para explicar mi experiencia y luego, si eso, nos ponemos profesionales... ¡Arrr!

 

Trazos garabateados en las cartas halladas de un viejo marinero:

Introducción

Querida Alaya,

Al fin lo he conseguido: Hoy me han enrolado en la tripulación de un barco. La verdad es que ha sido todo como muy rarunesco. Ahí estaba yo, con los pies en el agua, sentado en una playa, viendo como unos encapuchados se liaban a navajazos con los soldados británicos, y a los cinco minutos estaba enrolado y subiendo a la mesana para soltar la mayor... o algo así. 

Lo del barco también es raro: Se llama Morrigan y es un cascarón desgajado en el que apenas hay sitio para echar el turno. Lo raro es que aunque se lo hemos birlado a los ingleses, a los tipos les da igual, nos ven pasar al lado por el agua y nos dicen adios con la manita y nos guiñan un ojo, a no ser que nos liemos a cañonazos con ellos, lo que no les sienta nada bien. Encima parece que tenemos patente de corso, pues podemos abordar a todos los barcos que nos de la gana sin que luego tomen medidas contra nosotros en los puertos, así que chachi.

El capitán es un poco blandito, un tal Shay Patrick Cormac. Supuestamente es irlandés, pero tiene carilla de perrito apaleado y es más de mirar al horizonte con nostalgia que de beber whisky. Tiene un grupo de amigos con los que comparte una costumbre extraña, la de llevar capuchas, y cada vez que van a una zona militar restringida se echan la capucha por encima de la cabeza, lo que me da a mí que canta mucho más que si fueran andando normalitos, como el resto de gente que se pasea por ahí como Pedro por su casa.

XXXX

Marinero de abordo nº1

 

Combates épicos

 

Arreglos del Morrigan

Querida Alaya,

seguimos en el Morrigan y esto es cada vez más absurdo. Nos dedicamos a atracar en los puertos, abordar buques e ir pa arriba y pa abajo para que el capitán le diga dos cosiñas a uno de esos tíos con capucha y luego otra vez a embarcar. El Morrigan ha mejorado mucho, y eso es otra cosa que me tiene escamado: a pesar de ser un barco chiquitico podemos meter en las bodegas la carga de un montón de buques enooormes sin que pase nada. Además los de astilleros son la polla: En apenas diez minutos te dejan el barco con doble casco, te ponen un espolón rompe hielos y te dejan dos huevos fritos calentitos en la cantina y los catres hechos. Un primor.

La cantina, esa es otra: Aquí nadie se preocupa por el avituallamiento, pero aunque vayamos de aquí para allá sin atracar en los puertos da igual: nunca falta de nada, nadie se pone malo de escorbuto y hay agua fresca y ron para todos. Empiezo a sentir escalofríos.

Besos,

Marinero de abordo nº1

 

Actividades iniciales

Querida Alaya,

el capitán es un tipo muy raro. Ayer, Juanito -el contramaestre, un tipo zambo y con un ojo a la virulé-me confesó haberlo visto corriendo por las ramas de los árboles como una ardilla detrás de una hoja de papel para que tuviéramos nuevas canciones marineras que cantar mientras discute con los tíos de la capucha frente al timón. Es un primor por cómo se preocupa de que tengamos algo que cantar, pero no merece la pena si en una de estas se nos rompe una pierna. A nadie le sirve de nada un capitán tullido.

Hoy he seguido al capitán y doy fe: este muchacho está mal de la cabeza. Nada más llegar a puerto se ha ido a la cantina a pegarse con unos gañanes con los que, después de romper media cantina y dejarlos finos, se ha apostado nuestros jornales jugando a las damas. Aún le quedaban ganitas de guasa, pues nada más salir de la cantina se ha subido a la torre de la iglesia, y desde ahí ha saltado a un montón de paja que yo pensaba 'éste se mata', pero no. Luego ha abierto varios cofres ante la mirada de soldados y gente del pueblo, que se ve que van sobrados, porque no han dicho ni mú, y finalmente se ha subido a un árbol, se ha tirado encima de un conejo con el pincho por delante y se ha confeccionado un chalequito la mar de apañado.

Cuando me ha visto en los muelles me ha dicho, 'vamos, marinero, tenemos que cazar dos ballenas asesinas para hacerme una riñonera'. Y dicho y hecho: hemos navegado al Atlántico Norte, hemos arponeado dos orcas desde la chalupa, canta que te canta, que algunos estaban silbando en bajito Piratas del Caribe, y luego, con las dos ballenas, se ha hecho una bolsita para las balas y ha tirado el resto porque eso no vale para nada. Suerte que no había nadie de GreenPeace. 

Te añoro como un loro,

Marinero de abordo nº1.

 

Auroras Boreales

 

Liándola parda

Querida Alaya,

hoy la hemos liado parda. Después de ir a ver al gerontófilo ese del pararrayos y de que el capitán robara unos boliches confiscados en un pueblo pesquero, un tipo negro también con capucha (que parece una mezcla entre Kofi Annan y Morgan Freeman haciendo de Dios y, por lo visto, es el jefe del capi) nos ha mandado a Lisboa como quien te dice que vayas a la esquina a por una barra de helado de fresa y nata y un paquete de barquillos.
¿A Lisboa?
Pues no me ha dado tiempo de pensarlo y ya estábamos allí, en la capital portuguesa, en pleno día de Todos los Santos y sin Samhain mediante. El capitán se fue a la catedral y yo lo seguí, porque allí donde va el capi se monta el circo, y efectivamente, nada más entrar en la catedral y en pleno oficio, ahí va el bueno del capi a trepar por las paredes y a subirse a los confesionarios como un mono hiperactivo con ladillas. Suerte que a pesar de estar en la catedral de Lisboa y ser Todos los Santos apenas había veinte parroquianos frente al altar. Seguramente hoy corría Alonso o el Dani Pedrosa, aunque también puede que la gente haya dejado de ir a misa porque el cura no hace más que repetir una y otra vez lo mismo.

Pero espera, cari, que me lío: El caso es que ahí está el capi, balanceándose en las lámparas del techo, que en una de estas cayó un goterón de cera encima de una señora y esta dijo 'vaya por Dios', lo que no está mal en una iglesia, y luego cayó otro goterón y la señora dijo algo que sí que estaba mal decir en la iglesia; y mientras, el capi clavando la navaja en todos lados y, ¡Pum! se abre el suelo de la Catedral y aparece una escalera, y allí ni el cura ni los feligreses decían nada, dale al Pater Nostri y al Pikachu te elijo a ti.

El caso es que el capi baja por el boquete y a los cinco minutos sube a carajo sacao gritando 'la he liao, la he liao, la he liao', y allá que nos vamos todos corriendo por Lisboa, sin comprar una botellica de Gatao, mientras la ciudad se desploma a nuestro paso en plan espectacular y toma gente que se cae, gente que corre, gente atrapada y un tío quieto y otro sentado pidiendo limosna porque parece que no se han enterado de que la ciudad se va a la mierda. 

Por suerte hemos llegado al puerto y el mar estaba calmadito aunque haya un terremoto de la leche, y desde la cubierta del barco nos hemos tomado unos vinos mientras el capi veía hundirse Lisboa diciendo 'cawen Kofi Annan la que me ha liao'.

De coña todo. Un beso,

Marinero de abordo nº1

 

Espolón rompehielos

 

¿Y ahora, qué?

Querida Aliya,

esta es la última carta que te escribo, mañana deserto y me voy a verte, porque esto cada vez es más raro. Resulta que el capi tuvo bronca con los colegas de las capuchas, no te voy a decir por qué para guardar el secreto, y los colegas de las capuchas se lo tomaron fatal y le metieron un poco de plomo en el pecho para que cayera más rápido al gélido mar del norte. (¿Te he dicho ya que el gelido mar del norte mola porque si estás dentro hace frío pero si sales deja de hacer frío y entras en calor en seguida?). El caso es que, por lo que nos contó, lo recogieron unos viejitos amables que, después de que los defendiera, le dieron ropajes nuevos y una espada. Yo le pregunté si los ropajes eran verdes y la espada de madera, pero al parecer el capi nunca ha jugado al Zelda y no pilló la gracia.  

El caso es que ahora el capi no lleva capucha, sino unas hombreras que ríete tú de la Samanta Fox, y se dedica a matar a los que sí llevan capuchas porque anda encabronao por aquello de que intentaran matarlo y tal. Sin ir más lejos, ayer atacamos un asentamiento de encapuchados y la cosa ya fue de traca. Había un grupo de 'acechadores', que son como viejas del visillo vestidas de marroncito claro y que se dedican a cuchichear por las esquinas y a meterte una puñalá en la tripa a ná que te descuides. El capitán se ventiló a todos los acechadores como quien bebe agua, que digo yo que se van a ahorrar una pasta en pensiones en el pueblo, y luego arrancó la bandera de los encapuchados de la torre del asentamiento y los encapuchados, que por lo visto no son tan chungos como nos han hecho creer en capítulos anteriores dijeron 'Joer, Shay, si te pones así y nos quemas la bandera no jugamos', y se fueron todos para no volver y sin decir ni mu.

Esto es un despropósito, cari, yo me vuelvo pa casa a currar al mercadona. Te quiero,

Ex-Marinero de abordo nº1

 

Y, por supuesto, parkour

 

Siendo profesionales...

...Sigo sin tener claro que deciros. Assassin's Creed Rogue es como Rakenhakeeton en Black Flag con un par de añadidos mediantes. Hay una Hope, que está buena, y está todo ese rollo de ser templario en vez de asesino, aunque lamentablemente no nos dejan matar a Franklin. Hay bugs a patadas, aunque no los he incluído en el 'análisis' porque no tengo la consola conectada al wi fi porque es tirando a viejuza, por lo que no le he metido el parche todavía.

 

¿Su mayor gloria? Es largo, es bonito y tiene todo lo que tenía Black Flag (bueno, caballos no) y alguna que otra actividad extra que, francamente, no aporta mucho. Es como un Assassin's Creed 3.5 Black Flag 1.5, lo que ya de por sí es raro, y tiene su gracia a la hora de matar asesinos y dar un poco de tralla. Eso sí, la parte de 'la vida real' se la podrían haber ahorrado. Volvemos a trabajar para Abstergo en un entorno faltón y sin ninguna gracia en el que lo único que haremos será ser insultados por una tía bastante prepotente, y encontrar correos, audios y vídeos que, a estas alturas, tienen tanto interés como los datos 'históricos' del inglesito.

 

¿Su mayor defecto? La inmersión es cero, el comportamiento de los PNCs es ridículo, y no hay nada, NADA que justifique el sigilo y el uso de herramientas. Te puedes limitar a tirar pa alante como los de Alicante a puñetazos, que no vas a notar ninguna gran diferencia. Sin embargo, si tuviera que hablar de fallos graves estos serían dos: El primero, es una forma pésima y una falta de respeto a los jugadores el despedirse de la plataforma que vio nacer a la saga con un título de semejante calibere. El segundo grave error, las mecánicas. Hemos llegado a un punto en el que Assassin's Creed depende única y exclusivamente de las mecánicas, unas mecánicas absurdas sin ninguna relación con la realidad: Si quieres una mejora de salud necesitas cazar dos osos blancos y dos ballenas para hacerte un chalequillo o una bolsita para los dardos, si quieres conquistar un territorio tienes que quemar la bandera y la gente se va sin decir nada, si quieres permanecer oculto tienes que sentarte en un banco...

 

..Un puñado de absurdos que hace que me sienta tentado con cascarle un 5 para, junto a la nota de Toni, lograr ese diez que tenía que haber tenido Rogue como último capítulo en PS360, y Unity como primer paso en la next-gen. Le pongo un 6,5, sin embargo, porque el juego no deja de ser entretenido y tiene algunas cosas que lo salvan, pero merece un toque de atención, un rapapolvo. No deja de dar pena compararlo con el inicio de la saga y ver que se han limitado a perpetuar los fallos de las mecánicas y no profundizar en lo que la hacía grande: la historia, los personajes y la seriedad de una trama que justificaba la acción.

 

¡Nos leemos! 

6.5
/ 10

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