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Analisis Blood Bowl X360

Jueves 10 de Diciembre de 2009 por Enrique Luque de Gregorio
La idea era tan disparatada que tenía que funcionar: mezclar una competición como el fútbol americano con criaturas sacadas de los libros de Tolkien. ¿El resultado? Blood Bowl, un mítico juego de tablero de la compañía Games Workshop que vio la luz hace ya bastantes añitos.

De la mano de Focus y Cyanide Studios llega ahora su adaptación para la consola Xbox 360. En ella, lo primero que verán quienes conozcan el juego de dados original es que sus desarrolladores han sido bastante fieles a la hora de transformar la experiencia en ocio electrónico. Básicamente todo está aquí, tanto las opciones como las reglas principales. En total existen ocho razas distintas entre las que elegir: enanos, elfos, humanos, lagartos, orcos, goblins, skavens y caos. No son todas las que incluye el juego de Games Workshop, puesto que se echan en falta facciones como vampiros, amazonas o no-muertos, pero la variedad entre cada una de ellas justifica su número final. Y es que dependiendo del equipo a seleccionar, se dan atributos y características diferentes.

Blood Bowl es bastante generoso en opciones, estando enfocado así a un amplio elenco de usuarios, si bien los que más van a disfrutar de él van a ser quienes ya los conociesen de antes. Principalmente hay dos modos de juego distintos: Clásico o Penetración. El primero es un fiel reflejo del desarrollo típico sobre tablero, pero el segundo permite una mayor libertad a la hora de jugar y de ajustar las variadas opciones; algo recomendable para los novatos. En cualquier caso, es posible jugar partidas convencionales por turnos, o bien en tiempo real.

Como es habitual dentro de los juegos de Games Workshop, las acciones -tanto deportivas como extraordinarias- están regidas por los dados. De esta forma el azar es fundamental en el desarrollo de cada partida. Conviene dejar claro que no estamos ante un simulador deportivo ni nada parecido, sino ante un título de estrategia relativamente complejo y con sus propias normas (entre las que se incluyen magias, hechizos y muchísimas situaciones imposibles más). Es por eso que la curva de aprendizaje requiere algo de paciencia, especialmente para los usuarios que no estén muy puestos en el tema. Mover a los jugadores por el campo y estudiar los movimientos rivales también es básico.

Como si de una especie de manager deportivo primigenio se tratase, Blood Bowl ofrece también la necesidad de dirigir los aspectos salariales de cada equipo. O, lo que es lo mismo, fichar jugadores (dentro de un presupuesto limitado) y completar así una plantilla competente.

La inteligencia artificial de la máquina, clave en juegos de este tipo, funciona de manera bastante responsable. Los tres niveles de dificultad que se presentan son los que realmente deciden la fortuna o las adversidades de cada enfrentamiento y los resultados a la hora de lanzar los dados. Sobra decir, no obstante, que el título gana mucho disfrutándolo con otro jugador. Es entonces cuando las partidas se vuelven imprevisibles.

En cualquier caso, ya sea solo o acompañado, se trata de un lanzamiento cuya longevidad justifica con creces su compra. Una vez superado el periodo de aprendizaje (con socorridos tutoriales incluidos), solamente el modo campaña proporciona horas de diversión y muchas competiciones diferentes. Además, una vez se le coge el truco a la dinámica de juego, éste se convierte en adicción pura y dura.

Gráficamente cumple correctamente, aunque sin grandes alardes técnicos ni visuales. Los personajes tienen un acabado poligonal bastante aceptable y cuentan con animaciones que se adaptan bien a sus desenfadados diseños fantásticos. Nada que criticar tampoco al aspecto de los distintos estadios donde se llevan a cabo los partidos, ya que resultan variados y bastante atractivos, siempre fieles al espíritu de estas razas tan particulares.

Lo mejor que se puede decir de Blood Bowl, que no es poco, es lo siguiente: no sólo no decepcionará a los aficionados al juego de mesa original, sino que les mantendrá pegados a su Xbox 360 durante mucho, mucho tiempo. Un título completo, lleno de opciones y muy fiel al planteamiento inicial creado por Games Workshop. Su único posible reproche: resulta complicado dominarlo si uno no está muy puesto en este tipo de experiencias estratégicas épicas. Pero con paciencia todo se consigue.

NOTA FINAL: 8
8

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