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Analisis Wii Party WII

Miercoles 27 de Octubre de 2010 por Omar Álvarez
Es paradójico que Nintendo sea la compañía más lastrada y más señalada por los defensores del honor del videojuego hardcore cuando, la mayoría de juegos que asocia este público a esos ?demonios? creadores del mando con detección de movimiento y pantalla táctil suelen ser, precisamente, subproductos de la competencia, nunca firmados por la propia Nintendo.

Con la presión de sanear los juegos familiares y también, rascar la última miga del pastel, merecida desde el primer día pero despreciada también por centrarse en otros proyectos de mayor envergadura o propuestas más originales, aunque sea el fracasado Wii Music, Nintendo se atreve a poner un punto y final a los juegos reunidos digitales.

Wii Party es rabiosamente divertido, disparatado, bien diseñado y el auténtico protagonista del salón cuando se juntan 4 conocidos. Al contrario que otros recopilatorios de minijuegos, Wii Party consigue, por su buen acabado y estructura, no desplazar a los jugadores experimentados y situar, verdaderamente al mismo nivel, al usuario menos habitual con el experto.

Las claves de su éxito son una abanico de modalidades excelente, que desarrollan desde el concepto de tablero de un Mario Party tradicional, a representaciones sencillas de un concurso de televisión (con preguntas y respuestas que los propios usuarios van a emitir, lo que crea un meta-juego excelente) o incluso, nuevos usos del Wiimote, como esconderlos por la habitación esperando a que su altavoz delate su posición o jugar con su sensibilidad pasando el mando entre jugadores con cuidado para no ?estallar la bomba?. Un formato conocido, conceptos nuevos, el modus operandi habitual de Nintendo.

Es cierto que más allá del bulto y la fanfarria, su versión de tablero no consigue enfrentarse ni por asomo a los mejores Mario Party y aunque la experiencia sea muy rica y fresca en las primeras partidas, la falta de variedad puede agotar esta notable novedad en menos de diez sesiones en compañía (no obstante, a años luz de el agotamiento prematuro de sus rivales).

Las 15 modalidades raíz, que incluyen 80 mini-juegos se equilibran entre nuevos conceptos y rescatar los éxitos de la competencia, como algunas ideas sugeridas incluso de los populares Rabbits, aunque la mejor fuente de inspiración en este caso ha sido los juegos tradicionales y los tv shows.

También se puede interpretar como una reinvención de la oferta de Wii Play, el pobre software que puede enorgullecerse de haber vendido más que la saga Gears of War o Uncharted...juntos, un juego que necesita un segundo mando para adquirir sentido, por encima de las solicitadas opciones online (modos que ciertamente no se han incluido).

Este derribe de los parámetros habituales de hasta donde llega un juego familiar, o el muy discutible concepto de ?menor? nos crean dudas sobre dónde se ha quedado durante estos cuatro años el resto de juegos del género, que en 2010 quedan absolutamente ninguneados por una apuesta por la innovación.

No es un concepto nuevo, para nada. La propia compañía de Kyoto ya ha explotado los party games desde que se volcó en los modos multijugador, desde Mario Kart hasta los más semejantes Mario Party, la trayectoria de los Miis como avatares o la interactuación del Wiimote de Wii Sports. Hay algo de nuevo y parte de antiguo en este Party, aunque todo funcione bien. Es un trabajo 100% Nintendo, donde se justifica el sello de calidad y un juego con una dignidad de la cual su mórbida competencia no puede presumir.

NOTA FINAL: 7
7

/ 10


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