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Analisis Super Mario Galaxy 2 WII

Martes 01 de Junio de 2010 por Víctor Junquera
Tres hechos indiscutibles de los videojuegos a día de hoy conforman los tres picos de una corona con una gigantesca M de rubí incrustada en el frontal. El primero, Mario es uno de los iconos del videojuego por antonomasia, mundialmente reconocido y, si queda alguien que aún no lo haya manejado mediante un pad, seguro que lo reconocerá, e incluso sabrá que es un fontanero que come champiñones. El segundo, es que Super Mario Galaxy es, sin lugar a dudas, el máximo exponente de los videojuegos de plataformas en 3D, y tercero, New Super Mario Bros., tanto en DS como en Wii, ha sido el rescate más certero que una saga pueda tener, y Nintendo ha sabido llegar con ellos a la mayor cantidad (y variedad) de público posible.

Y llegados a esta situación, ¿Qué podría ser más importante? Obtener el reconocimiento de los jugadores, crítica y público por igual, es vital, pero al fin y al cabo, esto es un negocio. Una secuela de Galaxy era un movimiento tan impredecible como arriesgado, pero Nintendo no da puntada sin hilo, no ahora. Con esto, nos presenta Super Mario Galaxy 2, o de cómo acercar gradualmente al público casual a un juego más complejo, sin perder un ápice de calidad.

Si, ya lo sabemos: Bowser secuestra a la Princesa Peach. Así lleva siendo 25 años, y volverá a serlo otros tantos. Pero lo cierto es que hacía mucho que Mario no se andaba con chiquitas y se dejaba de rodeos, sobre todo si de las entregas en 3D hablamos. Queremos botar, queremos ver nuevos mundos, queremos poner a prueba nuestra habilidad con saltos al límite. Sabemos de sobra cómo termina la historia, así que vamos directamente a disfrutar. Ya nada necesita presentaciones. Incluso el jugador novel sabe agitar el Wiimote y conoce a Yoshi porque, de seguro, antes de pasar por Galaxy 2, habrá pasado por New Super Mario Wii. Y precisamente, tanto como homenaje retro para el jugador más experimentado como a modo de toma de contacto para el recién llegado, empezamos con una muy sutil curva de aprendizaje que nos lleva desde el más puro desarrollo 2D de avance lateral al movimiento en tres dimensiones, llegando finalmente a conflictos con la gravedad que nos harán aprender a caminar boca abajo por pequeños planetoides. Y tras esto, empieza el festival del transformismo. Mario se viste esta vez con atuendos veteranos como el que da la Flor de Fuego, varios reciclados del primer Galaxy como Mario Abeja o el muelle, y novedades que nos hacen transformarnos en una roca rodante, o nos dan la habilidad de crear nubes sobre las que apoyarnos. Y, aunque no sea una vestimenta, también dispondremos de las habilidades especiales de Yoshi para avanzar en determinadas ocasiones, aunque en realidad no es que dispongamos de ellas, sino que las necesitamos. Al contrario que en los Mario 2D, aquí los ítems no son una opción, sino un requisito.

En esta ocasión, serán 49 las galaxias a visitar, y nada menos que 242 estrellas por conseguir, todas ellas, a nuestra elección con Mario o Luigi entre los que podremos alternar cuando queramos, sin necesidad de completar el juego para ello, aunque no nos quedaremos sin recompensa.

En Super Mario Galaxy 2, los grandes protagonistas son los escenarios. Podemos hablar de que el apartado gráfico es el techo indiscutible de Wii, mejorando por poco a la primera entrega, o incluso podemos mencionar que la banda sonora cuenta con una media de calidad muchísimo más alta, aunque los mejores temas del primer Galaxy siguen por encima de los mejores del segundo. Pero por mucho que tratemos de imaginar algo semejante en Wii, nos resultará imposible de creer hasta que lo veamos con nuestros propios ojos. Pero, como decimos, lo que más importa aquí es dónde ponemos los pies, o casi mejor dicho, dónde dejamos de ponerlos.

Tal vez el único punto negativo del juego, y sólo para el fan de toda la vida, es que esta amalgama de galaxias, planetoides, rocas y estaciones espaciales sea tan realmente impersonal. Porque sabemos pasarnos el 1-1 de Super Mario Bros. con los ojos vendados y el mando en los pies, porque sabemos que antes de Bowser Jr. Estaban los siete Koopalings y recordamos todos sus nombres, porque sabemos qué es un Whomp y qué un Thwomp, porque tarareamos melodías de más de una decena de juegos y las diferenciamos, bien sean de Bob-omb Battlefield, de Forest of Illusion, del Jardín Céfiro o de la plaza de Isla Delfino. Pasamos tan poco tiempo en cada galaxia de SMG2 que, realmente, no da tiempo a cogerle ese cariño especial a un área en concreto o a quedarte con una melodía pegada. Claro que, para compensar esto, bien en forma de pequeñas zonas o de galaxias enteras, o simplemente con una versión 2010 de una melodía de antaño, juegan con la nostalgia de quien creció viendo la evolución de Mario del píxel al polígono. Aunque la mejor forma de compensarlo, es haciéndonos explorar cada milímetro de ese gran entuerto de auténticas plataformas.

Porque empezamos en una explanada, con una fuente, árboles al fondo, cruzamos un puente sobre un lago, creamos un par de nubes para subir a la caída de una pequeña cascada, y de repente, tras atravesar una estrella, nos encontramos en una plataforma giratoria en el espacio, con desarrollo 2D luchando por no caer al vacío. Ese podría ser un ejemplo de los 242 diferentes. Cada estrella sigue un camino distinto, y todo está calibrado de forma que los distintos tipos de jugadores estén satisfechos.

Lo básico seguirá una curva de aprendizaje con ligeros altibajos, pero quien quiera completar el 100% del juego sudará champiñones verdes incluso a pesar de los puntos de control a mitad de los niveles. Al más experimentado, lo básico le parecerá un paseo de saltos de longitud, pero las últimas estrellas se complicarán, lo quiera o no. Pero cuando el primerizo haya sido capaz de superar lo básico, estará prácticamente igual de preparado que el mariólogo empedernido para afrontar los retos de la última tanda de estrellas, que requerirán el uso de determinadas técnicas avanzadas que se consiguen dominar a base de práctica.

Lo que está claro es que, una vez más, hay que arrodillarse ante el Rey. Super Mario Galaxy 2 no es perfecto, pero van a pasar muchos, muchísimos años hasta que algo le llegue a hacer sombra en su propio terreno. Aunque los escenarios sean caras B de lo que fue el primer Galaxy, han sabido compensar todos y cada uno de los pequeños defectos que éste pudo haber tenido, y sobre todo, han sabido adaptarlo a todo tipo de jugadores. Hemos dudado de Nintendo y hemos dudado de Mario por esta inusual secuela tan aparentemente temprana, y nos hemos equivocado. Y aquí está nuestra redención.

NOTA FINAL: 10
9

/ 10


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