Sábado 25 de Febrero de 2012 por Enrique Luque de Gregorio
Sony Bend no lo tenía fácil. En su mano estaba el reto de desarrollar un juego llamado a convertirse en referencia en Vita y, de paso, mantener el elevado nivel de producción de las anteriores entregas de la serie Uncharted. ¿Lo han conseguido? En líneas generales, sí. El Abismo de Oro es una aventura muy similar a las de sobremesa, con casi todos los mismos alicientes que podíamos encontrar en las obras de Naughty Dog. Aunque también con algunos elementos propios de esta versión.
En esta ocasión Nathan Drake viaja a lo más profundo de Centroamérica para reconocer unas misteriosas ruinas de una antigua civilización. Una vez allí, conocerá a la atractiva chica de turno, y tendrá que enfrentarse a los mercenarios de un antiguo general que también siguen el mismo rastro. Una historia también muy parecida a las anteriores, peliculera, con personajes bien desarrollados y algunos chistes y clichés propios del género. Cien por cien Uncharted.
Nada más empezar a jugar, El Abismo de Oro presenta un acabado gráfico impresionante. Y demuestra todo lo que Vita puede dar de sí en ese sentido. El juego no está al nivel de las versiones de PS3, pero sólo anda un escalón o dos por debajo de la primera entrega. Las animaciones de los personajes, especialmente de Drake, son las mejores que hemos visto -y en mucho tiempo veremos, nos da en la nariz- en una portátil; y los selváticos escenarios gozan de un grado de detalle impensable hasta ahora. Todo esto y los efectos de iluminación o las cuidadas -y en ocasiones excesivas- escenas cinemáticas creadas con el propio motor del juego demuestran que, en efecto, estamos ante una nueva generación portátil. Es cierto que, por el camino, El Abismo de Oro ha perdido algo de la espectacularidad que tenían los dos últimos capítulos de PlayStation 3. Este Uncharted sigue siendo un juego intenso, que insiste con acierto en la fórmula plataformas, disparos, puzles, pero en general carece de esos momentos tan hollywoodienses que había en El Reino de los Ladrones y la Traición de Drake. Para bien o para mal, en esta ocasión la serie recupera más la esencia del original. Todo está más concentrado y es menos pretencioso.
Todo lo contrario sucede con las nuevas características nacidas para demostrar las posibilidades de Vita. Algunas de ellas interesantes, y otras absolutamente innecesarias. Por ejemplo, es divertido hacer fotos a algunos lugares de los escenarios, o apuntar un rifle de francotirador, haciendo zoom en ambos casos con el panel táctil trasero de la consola. Pero no sucede lo mismo con otros aspectos, como limpiar objetos pasando el dedo por encima o llevar a cabo aburridas secuencias para algo tan sencillo como golpear a un enemigo o cortar unos arbustos. Tampoco es divertido que Nathan se quede planchado cada vez que cruza un puente sólo para que mantengamos el equilibrio con el sensor de movimiento. Demasiado forzado.
En ese sentido, insistimos, hay que destacar lo complicado que ha tenido que ser para Sony Bend la obligación de potenciar algunas de las bondades de Vita sin renunciar a una fórmula que, a decir verdad, ya empieza a dar ciertos signos de fatiga. Mucho ha llovido desde que Naughty Dog unificara en El Tesoro de Drake las plataformas de Prince of Persia, el sistema de coberturas de Gears of War y una ambientación a lo Tomb Raider. No es que Uncharted ya no sea adictivo, sino simplemente que lo que antes nos sorprendió en su día ya empieza a pedir a gritos algo de innovación.
Pero, en cualquier caso, El Abismo de Oro no es un juego que vaya a decepcionar a los seguidores de Uncharted o a quienes quieran dejarse impresionar por las posibilidades gráficas de PS Vita (que son muchas). Aunque el título esté algo por debajo de las aventuras de sobremesa, o que en algunos momentos se esfuerce más por demostrar su propio potencial más que por aportar ideas nuevas. Este nuevo Uncharted es un digno capítulo de la serie, con sus mismos elevados niveles de producción y aventuras palomiteras de siempre.