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Analisis NeverDead PS1

Sábado 04 de Febrero de 2012 por Víctor Junquera
Hace unas semanas os hablábamos de Binary Domain a modo de avance, que es un juego que, sin innovar, recoge multitud de buenas ideas y las aplica correctamente para dar como resultado un buen juego. NeverDead podría encontrarse en el extremo opuesto, una diagonal perfecta en una función que calcularía la originalidad y el buen hacer, y si bien es cierto que Rebellion se ha sacado de la manga una idea original como pocas, la ejecución es, por lo menos, desastrosa.

Independientemente de fallos jugables y temas que deberían darse en primero de desarrollo de videojuegos que evidentemente se han saltado, cuando centras un algo alrededor de una sola idea has de procurar que tenga la suficiente profundidad, y NeverDead no saca, ni de lejos, todo el partido que se podría sacar de la idea de la inmortalidad y de habilidades dignas de una hidra. NeverDead es un juego muy loco, o esa es la impresión que da, tras divertir los primeros cinco minutos posteriores a los quince en los que intentas comprender el control.

Bryce Boltzman es un mercenario cazademonios que antaño fue maldito con la inmortalidad mientras su compañera se desangraba ante sus ojos. Toda su historia pasada importa poco, aunque nos la cuentan a través de flashbacks, pero lo que importa es que ahora Bryce trabaja para el gobierno, también cazando demonios, espada o armas de fuego en mano. La gracia de todo esto es que Bryce es casi tan desmontable como un Mr. Potato, y cabeza, tronco y extremidades pueden ser cercenadas por cualquier golpe medianamente brusco y actuar independientemente en la medida de lo posible hasta que, en control de la cabeza rodante, vayamos consiguiendo juntar todas las partes de nuevo.

Todo es muy aparatoso y muy escandaloso en NeverDead. Un golpe cualquiera hace que varios miembros salgan despedidos, y ya no decimos cuán desperdigado queda el pobre Bryce cuando le arrolla un tren, y ésto (lo de los miembros, no lo del tren) pasa muchas más veces de las que quisiéramos, con lo que el juego acaba convirtiéndose en un bucle de atacar, recibir, rodar, reunir y volver a atacar nada gratificante.

También es aparatoso y escandaloso ver cómo podemos destruir prácticamente todo lo que aparezca por el escenario, que las paredes exploten de un espadazo o que un par de balas de pistola tiren abajo una columna entera y todo el techo que sujeta, es absurdo cuando luego en una de las propias secuencias del juego dicen que esa espada no podría cortar algo más duro que una albóndiga.. Porque el humor, ah, el humor de NeverDead, que brilla por su ausencia aunque lo intenta. Se pueden hacer productos con una clara intención pulp, que apestan a cutre, pero intencionadamente, y que incluso salgan juegos muy decentes como WET, pero cuando NeverDead no tiene el carisma suficiente ni se juega de una forma agradable, cuando falla más que una escopeta de feria y para encima, el fanservice que pretenden buscar con Arcadia, la supuesta rubia explosiva acompañante, ni siquiera tiene razón de ser (aunque se agradece), sólo podemos decir que NeverDead se queda manco con más frecuencia que su propio protagonista.

Y la idea de NeverDead no está mal aprovechada del todo, aunque le falte profundidad. Como inmortal desmembrable podemos y debemos activar interruptores dejando que la corriente eléctrica nos deshaga, o utilizar nuestros brazos como granadas que tirar y como cebos para enemigos, resolver sencillos puzles de físicas poniendo en un lado de la balanza el resto del cuerpo y avanzando sólo con la cabeza o haciéndola rodar por pequeños conductos para encontrar el camino a seguir al otro lado. Bien pensado, sí, pero mal llevado a cabo.

Todo el problema de NeverDead no radica sólo en la aburrida repetición de situaciones sino también en la mala mezcla de géneros. Para ser un shooter en tercera persona es demasiado impreciso, y para ser un hack'n'slash es demasiado tosco y simple, teniendo en cuenta que manejamos la espada dando direcciones con el joystick derecho (sin importar nunca el ángulo de corte) y que, en el proceso, no podemos manejar la cámara que ya de por sí tiende bastante a la locura.

Ni todo el rock del mundo en su banda sonora compensaría los muchos defectos de un juego al que, sí, siendo muy poco exigente con la acción se le puede llegar a encontrar un punto dulce de entretenimiento mientras exploramos ligeramente los escenarios y destrozamos todo lo que se nos pone por delante, pero la serie B tiene un límite, y quizá un par de combos y algo más de variedad no hubiese venido nada mal a ocho horas de repetición y tedio que ni siquiera mejora con los jefes finales por mucho que tengan formas diferentes y mecánicas, ya que todo se reduce a disparar a la zona iluminada mientras se esquivan sus envites.

Es una pena desaprovechar una idea que podría dar tanto juego, pero sí que es cierto que no todos los paladares son los más exquisitos, y aún siendo un juego tan raro y tan loco, NeverDead tendrá su público.

NOTA FINAL: 5
5

/ 10


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