Zack Zero es un juego que mira atrás para ir hacia delante. Nada más empezar,
este título desarrollado por el estudio español Crocodile demuestra estar fuertemente influido por los clásicos. El mapa que vemos antes de los niveles es casi un homenaje al mítico Ghosts n? Goblins, lo mismo que algunos elementos del juego y hasta la música.
En esencia estamos ante
un típico arcade de plataformas de los de toda la vida: lleno de saltos, enemigos y algún que otro puzle. Pero todo funciona bien en Zack Zero. Sin ser un juego pretencioso, más bien lo contrario, Crocodile ha sabido dar en el clavo para llevar a buen puerto la magia del género. Se trata de un juego suficientemente variado, dinámico y adictivo. Y, ya se sabe, eso es lo más importante en un trabajo de este tipo, que una vez que se empiece a jugar, resulte casi imposible dejar de hacerlo.
Así que ya decimos, en Zack Zero todo ha sido cuidado más de lo que puede parecer en un primer momento.
El diseño de los niveles cumple, partiendo de unos recorridos un poco genéricos pero inteligentemente desarrollados, el control, salvo algún que otro desbarajuste, es bastante fiable, y la dificultad y velocidad del juego son las justas. Nada que ver con el rígido y demasiado difícil Robox de Wii (también español). Eso no quita que vayamos a morir mil veces en según que momentos, pero dichos puntos negros sólo sirven para motivarnos a continuar.
El argumento, al igual que en los clásicos de la época de los ocho y dieciséis bits, es casi una anécdota. Aquí nos encontramos con que el protagonista, una especie de superhéroe espacial llamado Zack, tiene que rescatar a su novia que ha sido secuestrada por un malvado alienígena (otro guiño más a Ghost n? Goblins).
La historia se va desarrollando por medio de escenas como sacadas de un cómic y una narración en castellano, pero en realidad importa poco. Los mayores alicientes del lanzamiento los encontramos en ver un nuevo nivel o superar una fase más, no en lo que se nos cuenta.
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