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Analisis Killzone 3 PS3

Martes 22 de Febrero de 2011 por El Hombre Elefante
En el comienzo de su campaña, KZ3 realiza un amago virtuoso. Nos narra de manera breve la historia de los Helgast, un pueblo derrotado, receloso, una nación de ficción a estudiar, inspirados sospechosamente en el pueblo israelí pero con aspecto de soldados nazi del futuro. Una rocambolesca mezcla casi de holocausto invertido, donde además guión de la trilogía rezuma antisemitismo camuflado inintencionado. Una parábola de mal gusto, puede ser, pero que bien conducida podría ser muy cómica y con posibilidades narrativas jugosas.

Cuando descubrimos que comenzamos jugando como un soldado raso Helgast, la cara se nos iluminó. Por un instante, Killzone podría escaparse de sus obligaciones para la generaciones del fastfood del FPS. Pero un desenmascaramiento torpe, en una acción de infiltración a los 15 minutos de juego descubrimos al soldado ISA estereotipado que llevamos en el interior de la armadura, al lobo bajo la piel de cordero: Killzone sigue siendo Killzone.

Hay que tener presente los logros de KZ2, sus cuentas pendientes superadas para poder juzgar a este tercer capítulo como tal y no como una expansión contextual. El soberbio apartado audiovisual, un modo online serio, estable, estructurado y con una comunidad pendiente...son algunos de los valores seguros (y otros ocultos) que respeta, pero también juegan a la baza del mínimo exigible.

Desde esta directriz, empezamos a encontrar irregularidades. ¿cuales son, concretamente, las novedades jugables? ¿en qué momento se ha escuchado al usuario, tanto al fan como al nicho de jugadores decepcionados? El sistema de coberturas esta más presente y funciona de forma más orgánica en el combate de guerrillas, pero la acción sigue siendo pausada, capitular y muy guionizada y la inteligencia artificial enemiga, propia de un juego de la generación pasada. Cuando KZ3 pretende alterar su ritmo (con vehículos unidireccionales, zonas de sigilo...) la columna vertebral se desmorona, la tensión pierde su punto de referencia y el jugador se aburre a los mandos. En pleno 2011, no podemos ni siquiera tener en cuenta, que se haya incorporado un modo cooperativo en el modo campaña.

La evolución es mínima y la espectacularidad de la campaña empeora respecto a KZ2, con algunos desajustes visuales, más relacionados con la dirección de arte que con su demoledor motor gráfico (señalamos negativamente efectos de humo, animaciones o los escenarios orgánicos). Los personajes maniqueos, con contrastes insensatos y una pretensión de contar una gran historia de desesperación y heroicidad no consiguen en ningún momento encontrar al jugador ni despertar su interés: llega la hora de que Guerrilla se tome menos en serio a si misma y empiece a escribir y dirigir con mayor sentido del humor.

Sus cartas comerciales, el 3D estereoscópico y el uso de PS Move consiguen ser la piedra angular de la experiencia total de PS3. Se trata de sin duda, el juego que utiliza la tecnología de 3D más nítida, deslumbrante y compleja que se ha visto en videojuego alguno, justificando el desembolso en las dos direcciones (costes de producción y el gasto de una TV capaz de reproducir esta tecnología). Move no deja de ofrecer las prestaciones que Wii permitía hace 5 años en un juego de este género, pero la capacidad de inmersión absoluta con el periférico en forma de rifle consigue un movimiento más natural del arma respecto a nuestra acción que con la pulsación de botones y el uso de los joystics.

Se acabó aguantar la respiración: Killzone 3 no puede considerarse un fracaso a ninguno de sus niveles, es la justa dosis para su fan, el motivo esencial por el que Sony quiere que te la industria quiere que te compres una TV en 3D. Pero la carcasa es efímera y tras una trilogía, Killzone no tiene una personalidad jugable sólida, con buenas ideas que fraguan en su falta de ambición a la hora de crecer en fondo y no en forma.

NOTA FINAL: 6
6

/ 10


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