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Analisis Dragon Ball: Raging Blast PS3

Lunes 23 de Noviembre de 2009 por Enrique Luque de Gregorio
Para muchos, la saga de lucha Dragon Ball alcanzó su clímax con Budokai Tenkaichi 3, tanto en PlayStation 2 como en Wii. Y para el que suscribe estas líneas, también. Quizás por eso sus desarrolladores, Namco Bandai, no han conseguido que Goku y compañía demuestren lo que son capaces de hacer en las consolas actuales. Su primer paso por PlayStation 3 y Xbox 360, Burst Limit, no era necesariamente un mal juego, pero nos dejó fríos por su escaso plantel de personajes y trillado modo historia. Este segundo intento, el título que hoy nos ocupa, pintaba mucho mejor en un principio: muchos más personajes, cuidados escenarios interactivos y un redefinido sistema de control más cercano a las raíces de Budokai.

Y lo cierto es que, indudablemente, este nuevo Dragon Ball tiene aspectos muy positivos, pero ni de lejos es el juego casi definitivo que esperábamos tras nuestras primeras impresiones. Lo que en la teoría aparentaba muy buenas maneras, en la práctica no termina de despegar. ¿Otro paso atrás? Es difícil decirlo, pero está claro que la saga sigue sin encontrar el rumbo adecuado en la actualidad.

Si Burst Limit pecaba de ser corto y previsible, todo lo contrario sucede esta vez. Namco ha hecho los deberes en ese sentido, y Raging Blast ofrece un elenco de posibilidades a tener en cuenta. La más importante de ellas, el modo historia, abarca desde la llegada de Vegeta a la Tierra hasta el enfrentamiento final con Bu, sin olvidar la lucha contra los androides o la saga de Bardock. Cada una de estas etapas (para entendernos) presenta un elevado número de combates que aseguran una duración considerable. Además existen historias alternativas con argumentos ajenos al manga original.

Pero éste es sólo el principio. Raging Blast también incluye, además de los típicos modos de Entrenamiento o Torneo, vibrantes combates multijugador en red. Dentro de este apartado las opciones de personalización son bastante generosas a la hora de decidir las condiciones de cada enfrentamiento.

El otro modo realmente destacable del juego es el llamado Superbatalla. Dentro se dan cita una amplia variedad de retos: combates contrarreloj, enemigos invencibles, luchas encadenadas y pruebas por el estilo. Más acción todoterreno que a buen seguro agradecerán quienes compren el juego.

El principal problema de Raging Blast llega a la hora de pelear. Es en ese momento cuando se demuestran las carencias del título. Problemas que a estas alturas se antojan un poco incomprensibles después de tantos juegos de Goku a cuestas como lleva Namco. ¿Falta de interés?

El aspecto más frustrante del juego es su cámara. En lugar de la vista más o menos lateral de los juegos anteriores, en esta ocasión se ha optado por ofrecer una perspectiva desde detrás del personaje. Esto, unido a la mala gestión de la cámara y la imposibilidad de moverla manualmente, conlleva a que pasemos la mitad de los combates sin saber a ciencia cierta dónde está nuestro enemigo. Un fallo que no se ha mejorado desde que tuvimos acceso a la primera beta del juego, y que lastra enormemente la jugabilidad.

Por si fuera poco, el aumento de dimensiones de los escenarios (algo que a priori debería ser positivo) ayuda a fomentar esta sensación liosa, ya que es fácil perder de vista a los rivales entre los relieves del suelo o cualquier otro lugar en la distancia. Y es que, si bien cada zona del juego es en efecto muy amplia, tampoco se puede decir que el desarrollo de los combates se aproveche mucho de ello. Los momentos en los que los personajes golpean o destruyen ciertos sitios no son especialmente frecuentes o significativos.

Por lo demás, Raging Blast sigue ofreciendo el mismo estilo de combate rápido y desenfadado que pretende (y consigue) emular las luchas vistas en la serie de animación. Tampoco faltan las escenas antes de cada pelea donde los personajes tienen sus más y sus menos.

El apartado técnico presenta pocas sorpresas. En general los gráficos cel-shading son un calco del anime, pero es cierto que el aspecto visual del juego termina por antojarse un poco simple, en especial por culpa de los escenarios. Es verdad que estos resultan muy fieles a los originales ideados por Toriyama, pero sus grandes dimensiones no se corresponden con el grado de detalle que ofrecen, que es bastante pobre.

Para qué engañarnos, esperábamos más de este nuevo Dragon Ball. Lo que en principio se perfilaba como el regreso definitivo de Goku a las consolas de sobremesa, al final se ha quedado en tierra de nadie. A pesar de sus virtudes señaladas (más modos de juego, un mayor número de personajes, fidelidad con respeto al manga?), su fatigado estilo continuista y la desastrosa cámara distancian al juego de lo que debería de haber sido. Sólo los incondicionales más acérrimos de la serie podrán disfrutar realmente de este título de lucha.
NOTA FINAL: 6
6

/ 10


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