Especial 10º Aniversario PS2 (Segunda parte)

También puedes consultar la primera parte de nuestro Especial 10º Aniversario PS2.


Todo un ejemplo de descaro y de cómo saltarse las reglas de una generación dedicada a la acción directa. God Hand es un juego centrado en una sola cosa: pegar y pegar más fuerte. Lo demás, gráficos incluido, son un ligero acompañamiento a una historia absurda como pocas y divertida a rabiar. Lo interesante de God Hand es que, precisamente, ya no existen juegos como este, fue casi una burla de la extinta Clover (creadoras también de Okami) experimentando con ideas anticomerciales y haciendo, básicamente, lo que les venía en gana como si se tratara de cuatro chavales en un garaje, pero por genios del sector. Lo cual lo convierte en un título que todo el mundo debería, como mínimo, probar.

A falta de miedo en nuestra generación actual, donde lo que más ha despuntado no deja de ser un juego basado en tener mucha munición y un buen sistema de apuntado, como Dead Space, o una pantalla en negro permanente, como Amnesia: The Dark Descent, es un gran momento para rescatar el miedo en PS2. Haunting Ground es una locura de Capcom en que la sensación de pánico es superlativa. En todo momento, el jugador se siente acosado y sin salida, puesto a prueba en varios tipos de terror, el visceral, acosados por un sádico maníaco gigantón, el psicológico, propuesto por una mujer que te envidia por carecer de lo que hace a uno humano, y el cósmico, no diremos más. Nada de armas y la única ayuda de un perro, donde cada susto es representado por un efecto en la pantalla, y donde esconderse es un constante rezo para no ser descubierto, componen este título inspirado en Clock Tower 3 que todo fan del género debería jugar y rejugar.

Uno de esos títulos que llegó en plena nueva generación para terminar cayendo en el olvido por muchos, es Valkyrie Profile 2 Silmeria. Con la tónica de exploración propia de Valkyrie Profile, en unos escenarios tremendamente bellos (a altas resoluciones serían una maravilla en la actualidad), el juego nos narra una historia anterior a la aventura de Lenneth de PS1 y PSP, con un sistema de combate interesante, difícil, y mezclado con el sistema directo de Lenneth. Silmeria es largo, profundo y bonito, y demuestra que el rol oriental podría encontrar de nuevo su camino si utilizaran su propio pasado a modo conceptual con un puñado de ideas originales. A falta de este talento en la actual generación, mejor jugamos a éste.

Otra locura de una compañía que se dedicaba a hacer coches, para asaltarnos con una propuesta de balas, balas y más balas. Convencidos estamos de que si llega a lanzarse en esta generación la gente habría desorbitado. Aun así, y aunque parecía llegar sin hacer mucho ruido terminó levantado toda una explosión nuclear de jugabilidad, digna de la acción más sibarita. Si estás cansado de probar ?otro juego de disparos más? que abordan el mercado en la actualidad, replantéatelo viajando a 2006 con esta joya de acción contemporánea. (que además puedes encontrar en los Xbox Originals de 360 por 1.200 puntos Microsoft).

Cuando los aficionados al PC se relamían con los magníficos juegos basados en los Reinos Olvidados por parte de BioWare, los usuarios de PS2 parecían tener que conformarse con esta ?adaptación? de acción al mundo de Baldur?s Gate. Lo curioso es que la desconocida Snowblind se sacó de la chistera uno de los mejores juegos cooperativos (dos jugadores que en sus secuelas se amplió a los cuatro) que se recuerda de la época, y toda una maravilla del hack ?n? slash de la primera hornada de la consola. Si querías un título multijugador, con componentes de rol básicos y de matar a todo lo que se moviera mientras recorrías hermosos parajes, no había nada mejor. Su continuación Dark Alliance II y el paralelo Champions of Norrath completaron el ciclo.

The Bard?s Tale es el hermano bufón a Dark Alliance, con el que compartía motor gráfico. Se trata de un juego que guarda la misma premisa en todos su ámbitos, pero con una declaración sátira que te hará desternillarte. Controlaremos al Bardo, sin nombre, que, en vez de querer salvar el mundo, sólo quiere una vida llena de placeres carnales y que sin muchas ganas se verá envuelto en una misión para salvar a una princesa, a ver si al menos saca algo de oro en el camino. Lo mejor, sin duda, era la cantidad de parodias que hacía al propio género del RPG, como matar las típicas ratas de la taberna, o el preguntarse por qué los animales salvajes que matamos en nuestro camino sueltan dinero.

Otra locura de Capcom que, vista desde la perspectiva de hoy, aún no logramos explicarnos, y que por supuesto ni logró el éxito esperado ni se tendría el valor de imitar hoy día. Y, sin embargo, qué gran juego era. Capcom haciendo una historia sobre la antigua Roma con gladiadores e intrigas palaciegas, representado, respectivamente, como un juego de acción (con hasta algunas secuencias de conducción) e infiltración. Tenía un control algo tosco, sobre todo en la parte de sigilo, pero era un gustazo seguir su estructura narrativa dividida. Aunque fue bastante bien acogido por la crítica, el público general parecía tener la cabeza más en lo que estaba por llegar y en las grandes franquicias que en esos extraños juegos que tenían un nombre nuevo y propio. Y parece que este tipo de cosas fueron la que convirtieron a Capcom en la empresa conservadora de hoy día, aunque a veces siga delirando con propuestas originales, para volver a darse con la cabeza en un muro de inconsciencia.

Prácticamente, el paradigma de juego olvidado por llegar en medio de la generación posterior. Pero rápidamente se hizo con la atención de público y crítica, básicamente, por lo vistoso que era, presentando un hermoso 2D de perspectiva horizontal en un RPG de acción bastante profundo. Se le considera el sucesor espiritual de Princess Crown de la antigua Sega Saturn, y el ascendente directo del más reconocido Muramasa: The Demon Blade, más enfocado a la acción y que llegó a Wii un par de años más tarde, y que ha supuesto junto a otro gran título, GrimGrimmoire, el resurgir del 2D.

Con el lanzamiento de Red Dead Redemption, es una gran ocasión para revisitar el lejano Oeste con lo que fue el primer juego de Rockstar de Western, recogiendo el testigo de un proyecto abandonado por Capcom. Su jugabilidad (un poco a lo Max Payne con esa mirilla central y el personaje dando extraños pasos laterales alrededor de su objetivo) ha quedado algo anticuada, pero una vez acostumbrados tenemos quizá la mejor representación el Oeste de la generación pasada, con una historia lo suficientemente interesante como para resucitarlo y todo el estilo particular de Rockstar en sus escenas de video.

Un juego que en nuestro país pasó algo más desapercibido por el hecho de venir íntegramente en inglés, pero que despertó el interés de más de uno por venir firmado por Tim Schafer, respetado creador de algunas de las mejores aventuras gráficas de LucasArts. Lo interesante de Psychonauts era que, pese a ser un plataformas a la antigua usanza, a medida que íbamos progresando en la aventura ganábamos el poder de introducirnos en las mentes de los demás, y cada uno de estos niveles era de un surrealismo maravilloso, con la representación de todos sus sueños y temores como elementos del escenario. Una especie de Inception a lo Dalí, creado por un genio del humor.

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