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Analisis Saint Seiya Sancturary Battle PS1

Domingo 18 de Marzo de 2012 por Enrique Luque de Gregorio
El tema de saber o no adaptar una licencia jugosa a un videojuego es tan viejo como la propia industria. Lo hemos visto en títulos basados en películas, libros, superhéroes o incluso animes. Pero esta semana justo han llegado a nuestras manos dos casos muy significativos: Naruto y Saint Seiya. Aunque Naruto Shippuden Ultimate Ninja Storm Generations no reinventa el género de la lucha, ni tan siquiera la serie del ninja japonés, sí es un juego dignamente tratado y que posiblemente guste muchos a sus seguidores. En cambio, Saint Seiya Sanctuary Battle es más bien todo lo contrario.

Si en Naruto encontramos una elaborada trama argumental que abarca gran parte de la serie, en Saint Seiya volvemos a ver, por enésima vez, la etapa de las Doce Casas. Es decir, el enfrentamiento de los caballeros de bronce contra los de oro para salvar a Atenea. Algo que ya denota una cierta falta de ambición por parte de los desarrolladores, pero que no es más que el preámbulo para lo que llega después.

El propio concepto del juego en sí resulta extraño. Saint Seiya Sanctuary Battle es un título cercano a los Dynasty Warriors. Es decir, que propone enfrentamientos multitudinarios contra cientos de enemigos. Y decimos que resulta extraño porque Saint Seiya siempre ha sido una serie basada en combates individuales. Luchas entre caballeros largas y muy dramáticas. Por eso medirse a un gran número de enemigos anónimos no parece, a priori, lo que uno podría esperar de la franquicia.

Pero aún así, Saint Seiya carece de la profundidad o el interés estratégico de la serie de Tecmo. Estamos ante un juego desarrollado con desgana, que posiblemente recurre a este concepto para no repetir las sencillas luchas que ya se explotaron casi todo lo posible en PlayStation 2, y también con un resultado un tanto gris, por cierto. En cualquier caso, y aunque hay que reconocer que los personajes cuentan con un buen número de técnicas y todos los ataques propios de la serie de animación de los ochenta, es indudable que presenta un diseño muy pobre. Durante el juego recorremos las Doce Casas del Santuario, haciendo, ya decimos, especial énfasis en el camino entre un templo y otro. Pero paradójicamente el interés principal del juego llega con los caballeros de oro. Lo que genera un enorme contraste en la aventura. Si entre casa y casa el juego no es más que un machacabotones simple y repetitivo, al enfrentarnos a los jefes finales tenemos que encontrar los puntos débiles de los rivales y aprender sus rutinas de movimientos. Esto genera luchas largas, algo más tácticas y que requieren más precisión.

Todo este planteamiento hace que Saint Seiya navegue entre dos aguas. Y que ni funciones como juego de acción masivo (ya que estos momentos parecen, erróneamente, un mero entretenimiento entre los templos) ni como juego de lucha. Aunque bien es cierto que son los combates finales su mayor atractivo y donde este se muestra muy fiel a la serie, a la larga éstos tampoco se diferencian mucho entre sí. Además, el hecho de subir de nivel al finalizar cada nivel tampoco supone un aliciente en sí mismo, dado que apenas podemos potenciar cinco estadísticas prefijadas.

Saint Seiya Sanctuary Battle es un juego con un importante número de lastres y fallos de diseño: desarrollo repetitivo y poco profundo, enemigos clónicos y de nula inteligencia artificial, unos niveles aburridos y, para colmo, un apartado técnico poco pulido. Aunque en líneas generales los personajes se parecen mucho a los de la serie, las texturas, escenarios y animaciones recuerdan demasiado a los juegos de PlayStation 2. De hecho, hasta la música de los menús se ha reciclado de aquéllos.

En definitiva, esta nueva aventura de Los Caballeros del Zodiaco no está a la altura de lo que cualquiera de los seguidores de la serie podría esperar a estas alturas. Incluso sin ser muy quisquilloso con este tipo de adaptaciones de franquicias de éxito, hay que reconocer que se trata de un producto realizado con poco interés y menos ambición aún. Un intento fallido de aprovechar una serie de renombre.

NOTA FINAL: 4
9

/ 10


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