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Analisis Assassin's Creed Revelations PC

Lunes 14 de Noviembre de 2011 por Víctor Junquera
Assassin's Creed ha ido ganándose adeptos con los años, desde un comienzo algo inconstante en su primera aventura, con una premisa prometedora y una factura técnica de escándalo, pero con un Altaïr de cometidos repetitivos por Tierra Santa, que fue solucionado con la llegada del carismático Ezio Auditore y sus paseos por Venecia y Florencia para la segunda parte. Tal fue el revuelo causado por Ezio que protagonizaría una nueva entrega, La Hermandad, donde la saga alcanzó su cénit absoluto hace exactamente un año. Ahora llega Assassin's Creed Revelations, que sin intentar superar a las anteriores entregas, es quizás la parte más necesaria de esta trilogía de Ezio, donde se descubre toda la verdad, sin medias tintas, de lo que sucede fuera del Animus.

Y ese es uno de los grandes méritos de Revelations, que aún apuntando a que habrá una siguiente entrega, cierra la gran mayoría de los frentes abiertos de una saga que cada vez ha ido introduciendo más misterios y cada vez menos respuestas en lo paranormal, más allá de guerras entre asesinos y templarios durante las Cruzadas o el Renacimiento. Cuando ahora todo tiende a ser episódico y cada licencia se concibe con la intención de ser continuada como si de una teleserie de éxito se tratase, Ubisoft, puño en mesa, decide poner un final definitivo a las historias de Ezio y Altaïr, pero no a la de Desmond Miles.

Revelations es necesario desde el punto de vista narrativo. Cuando parecía que la saga iba a terminar en una especie de Kingdom Hearts de asesinos en el que todo es cada vez más complejo incluso para los mayores fans, e incluso cuando en los primeros compases del juego lo parece, confirma todas las palabras de los desarrolladores de Ubisoft al poner todas las respuestas necesarias en nuestra mano, y de eso va el asunto, de revelaciones, como ese Neo que tras visitar al Arquitecto tiene todas las claves para resolver el conflicto del mundo fuera de Matrix.

Ezio Auditore navega ahora a Constantinopla, también llamada Konstantiniye, pero hoy día conocida como Estambul, la ciudad que divide dos continentes que se nos recrea de forma fidedigna para que la veamos tal y como era en el siglo XVI, como antaño hicieran con Venecia o Jerusalén. Pero esta vez la ciudad es mucho menos protagonista, sus conflictos nos incumben menos y no nos involucramos tanto como lo hacíamos con nuestra Roma. Somos un invitado extranjero, y la sensación está perfectamente plasmada. Más aún cuando vemos que ya no son tantos los asesinatos con parones para diálogos transcendentales.

No son necesarios, como tampoco es necesario todo el elenco de secundarios que nos acompañaron ya durante dos entregas -Maquiavelo, Caterina Sforza, Claudia Auditore,...-, aunque sí que es verdad que los echaremos de menos, casi tanto como al carácter chulesco del joven Ezio, en pos de un sabio cincuentón -aunque con la misma agilidad- acompañado de un impulsivo Yusuf Tazim, el maestro asesino de Constantinopla que nos entregará el elemento que más juego dará para las novedades de esta entrega, el gancho oculto, que en combate tendrá los mismos usos que la doble hoja oculta que estrenáramos hace ya dos entregas, pero que hará la escalada y las secciones de plataformeo mucho más dinámicas y menos automáticas para el jugador.

Pero no podemos evitar pensar que Revelations, aunque necesaria desde el punto de vista de la interesante trama de la saga, es la entrega más apresurada de las cuatro que vamos viviendo. ¿Por qué? Sencillamente porque, aunque intente camuflar todas sus carencias dentro de un marco narrativo perfectamente cuadrado, siguen siendo carencias al fin y al cabo en comparación a La Hermandad, y ni siquiera los varios nuevos añadidos son capaces de suplir esas carencias.
9

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