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Analisis El Shaddai: Ascension of the Metatron PS1

Domingo 18 de Septiembre de 2011 por Víctor Junquera
Si jugar y entender El Shaddai es tarea compleja, escribir sobre él para conseguir que os guste tanto como a la redacción no se queda atrás, y es que estamos hablando de un videojuego raro, raro como hay pocos a pesar de que, como juego, es sencillo y accesible para que cualquiera pueda avanzar y superarlo, pero como experiencia, hay que ir mucho más allá de creencias, de prejuicios, de conocimientos sobre arte, historia o ciencia-ficción, e incluso sobre videojuegos, y dejarse llevar a un mundo que nunca antes habías visitado, insisto, por mucha cultura, religión o frikismos que conozcas, El Shaddai es algo completamente nuevo.

Empezando por los datos llamativos, el equipo de desarrollo de Ignition encargado de El Shaddai está formado por gente de renombre como Sawaki Takeyasu, miembro clave del primer Devil May Cry, de donde otro desbandado acabó creando Bayonetta, y el diseño de personajes que corre a cargo de Masato Kimura, conocido por sus trabajos de diseño en la difunta Clover con Viewtiful Joe y Okami. Hablamos de piezas jugables que en su día revolucionaron, uno por su estilo de combate y su temática, y otros por su impecable apartado artístico, y todo esto va imbuido en El Shaddai de una forma clara: combate sencillo, pero con profundidad, y un apartado visual como nunca antes habías visto. Y juro por Dios que no es una exageración.

Y hablando de perjurios a la ligera, otra de las características más llamativas de El Shaddai es su ambientación, su coyuntura. Porque ya estamos más que saciados de ver guerras con mitologías clásicas, viendo cómo Kratos pone el Olimpo patas arriba, e incluso mitologías y religiones orientales, conocidas por muchos se darán cita en Asura's Wrath, pero lanzarse a hacer un beat'em up basado en el cristianismo y sus mitos, siguiendo los designios del Creador para purificar la tierra de los humanos de las atrocidades de los Ángeles Caídos, es poco más que tirarse a una piscina vacía.

El Shaddai reinterpreta el Libro de Enoch, un libro intertestamentario que encaja en cierta parte del Génesis, en el que siete ángeles desobedecieron a Dios y descendieron al mundo de los mortales por la fascinación que les produjeron las historias de Enoch, un hombre puro que ascendió a un estado superior, que hace las veces de escriba en la corte celestial. Estos Ángeles Caídos comenzaron a aparearse con los humanos y dieron luz a los Nephilim, seres de apariencia abstracta, abominaciones inmortales que pusieron al mundo al borde de la destrucción, y para evitarlo, el Consejo Celestial decidió enviar una inundación.

Inundación que sufrió Noé, el del Arca, más conocido que Enoch a pesar de ser su bisnieto, pero para evitar esa inundación y que no paguen justos por pecadores, Enoch se compromete a purificar y encerrar a esos Ángeles Caídos, todo con la ayuda de cuatro arcángeles y Lucifel, todopoderoso crononauta que hace las veces de guía, de amigo y de punto de guardado para Enoch mientras habla con Dios por un teléfono móvil.

Entre toda esta mitología más o menos desconocida como parte de una de las muchas Biblias que existen, tenemos un juego de acción y plataformas, el viaje de Enoch en el que no importan tiempo y espacio, no hay distancias calculables, no hay proporciones, no hay formas imposibles ya que todo se sirve de un supuesto poder superior. Y entre anacronismos lógicos, combates contra impuros y sobrecogedores parajes de ensueño, hay una historia con cierto homoeroticismo en la que un guerrero semidesnudo mantiene una relación de amistad e interés con un atractivo ser asexual descamisado. Y esto, queridos lectores, es sólo la introducción a El Shaddai. Si aún no os explotó la cabeza, seguid.
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