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Analisis Mafia II PC

Jueves 26 de Agosto de 2010 por Alejandro Pascual
Mafia II está sufriendo. Le ha tocado una difícil tesitura llamada 2010, cargada de nuevas tendencias de gatillo fácil donde las historias en los videojuegos y los pequeños detalles pueden pasarse por alto. Y Mafia II es un juego de detalles. Busca una razón para crucificar el juego y la encontrarás. Busca una para expiarlo y ahí está.

No hay medias tintas. Si te consideras jugador y esperas poderosos tiroteos que ajusten tu puntería y te provoquen una experiencia ultrasensorial al cazar a tu enemigo no lo verás aquí. Las persecuciones a borde de un vehículo son más intensas si las buscas tú que si esperas a que ocurran.

En cierto modo sus detractores no dejarán de tener razón. El combate con armas siempre te deja con la sensación de que podría haber sido más dinámico y la conducción podría llegar a inspirar a un taxista, pero no a un jugador. En muchas ocasiones se nota la mano temblorosa del artista por no convertir aquello que está mimando en un torrente de acción sin sentido. La mafia, en el fondo, siempre intenta evitar el derramamiento de sangre. Sin embargo, por ser fiel a sus principios y a su guión ha olvidado apuntalar un sistema divertido donde la ciudad se convierta en nuestro patio de recreo. Ha intentado calmar las voces de aquellos aficionados a su primera entrega que están esperando a lanzarse a la yugular, creando sistemas de limitación de velocidad que no usaremos y repostajes absolutamente innecesarios. También su sistema económico flojea y no nos plantea ningún problema en toda la aventura, porque no necesitaremos comprar cerrojos, ni armas más allá de las que nos den o recojamos, ni arreglar o comprar nuevos coches, ni escatimar dinero en nuestros trajes.

Pero es que, al fin y al cabo, si estamos en la mafia es precisamente para no preocuparnos por el dinero. Y ahí entra de nuevo la dualidad de Mafia II. Busca fallos jugables en su sistema de cobertura, por ejemplo, y los encontrarás, dejándote vendido en ocasiones hasta que dominas sus contras; pero observa también esas animaciones que decoran toda la aventura y que prácticamente ningún juego hasta ahora se ha parado a pensar, como cerrar apropiadamente una puerta trasera de un camión, andar ?con asco? por un sistema de alcantarillado o acompasar el vuelo de tu gabardina.

De nuevo nos encontramos ante el efecto Heavy Rain, donde todo está al servicio de la historia, y el juego de por sí, esa mecánica botonera que llamamos habilidad, queda relegada a un segundo plano. La decisión del creador ha sido que, si tienes que llevar un cadáver en el maletero, no termines perseguido por la policía porque sea lo evidente, sino que termines cantando con tus amigos borracho de vuelta a casa, aunque lo hagas a 20 millas por hora. Evidentemente algunos dedos índices deben de estar desesperados en este momento, ¿qué es eso de relajar la vista y los gatillos en los videojuegos?

Mafia II es, simplemente, lo que es. Narrativa jugable en un mundo abierto que no es necesario recorrer palmo a palmo. La experiencia está en captar el ambiente de una manera que no te permite el cine, sencillamente porque no da tiempo. El cambio de la corbata ancha a la corbata extremadamente delgada de los 50, el puntillismo de sus interiores, la depresión post-guerra de los 40 y el paso a la nueva década del rock, la liberación sexual y el consumismo masivo? todo eso es Mafia II, visto a través de los ojos de dos chicos que no han tenido mucha suerte y que poco a poco se van labrando un futuro, porque a diferencia de todos los juegos y películas de género, esta historia se centra más en la persona que fuiste antes de entrar en la familia que en ésa en la que te conviertes. En el propio descenso voluntario o forzoso a los infiernos más que en el infierno en sí.

Así que, si intentamos analizar Mafia II como juego de juguete, de ése reducido a mecánicas simples que pueden llegar a absorberte durante una eternidad y media, claramente no es un gran representativo, porque no engancha más allá de lo que consigan hacerlo sus personajes, sus atardeceres y sus edificios de ladrillo. Y es que ir de gasolinera en gasolinera vendiendo cupones no es divertido, ni vender paquetes de cigarrillos por toda la ciudad es divertido, y mucho menos cuando en cualquier momento puedes estrellarte y tener que repetirlo otra vez, debido a unos puntos de control horriblemente planteados.

Pero cuando estás jugando la primera vez, única y exclusivamente la primera vez, y todo es nuevo y no sabes qué viene a continuación y empiezan a pasar cosas importantes, todo ello debe quedar atrás. Supera esa prueba porque cuando llegue el tiroteo de verdad lo disfrutarás mucho más que si hubieras estado toda la aventura arma en mano. Pocas veces tendrás la sensación de estar haciendo lo mismo una y otra vez, aunque lo que estés haciendo no te parezca lo más espectacular que hayas jugado.

Posiblemente, si nos encontráramos en una época en que el videojuego llegara a ser eficazmente capaz de focalizarse en un sólo y determinado aspecto, el más importante, y ver los otros como meros trámites para llegar hacia él (algo así como lo que en cine sería disponerlo todo en servicio de la historia, aunque tengas que crear personajes de palo, o tiros de cámara poco arriesgados), Mafia II encontraría el terreno menos embarrado. Pero, hoy por hoy, taquilla obliga, y los defectos se agravan debido a la pérdida de identidad de no saberse catalogar como un juego de mundo abierto, ni un shooter ni una aventura. Mafia II es una vida. La vida de dos chicos, su particular descenso a los infiernos y lo que ésta nos enseña y nos transmite. Si os interesa el tema, no tenéis que pensar en nada más. Poco importa.

NOTA FINAL: 8
8

/ 10


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